Durante 2021 y 2022 los efectos económicos de la pandemia del Covid-19, así como de la guerra que inició entre Rusia y Ucrania, generaron una crisis inflacionaria a nivel mundial, con cifras récord en varias décadas.
Martes 2 de enero
Esto tuvo efectos negativos en el poder adquisitivo de millones de familias trabajadoras alrededor del globo, siendo estos quienes han tenido que pagar y cargar sobre sus espaldas la crisis económica, para que unos cuantos mantengan sus cuantiosos negocios.
La mayoría de los Bancos Centrales tomaron medidas que buscaron detener la escalada inflacionaria, como el aumento de la tasa de interés a porcentajes a niveles históricos, como fue el caso de EEUU y de México.
Finalmente esta crisis inflacionaria se detuvo, sobre todo porque las medidas planteadas redujeron el consumo de la gente, pues su dinero y su salario valían menos, pero también porque los países imperialistas empezaron a hacer negocios con los conflictos bélicos y presionaron nuevos conflictos para controlar mercados.
En nuestro país esto también se debió al anuncio de la relocalización económica en América del Norte, que va a tener como primer productor a México, lo que ha generado una entrada importante de Inversión Extranjera, misma que hizo que el peso se fortaleciera frente al dólar.
Y aunque esto son bríos positivos para la economía es una ilusión, pues la inversión privada nunca viene sin su contraparte que son los bajos salarios y las jugosas ganancias que obtendrán de la mano de obra barata, la expoliación de recursos naturales y el saqueo de capitales.
Bajar las expectativas: el plan del FMI
Si bien la crisis inflacionaria ha bajado en todo el mundo, el Fondo Monetario Internacional asegura que serán los hogares los últimos en percibir esta moderación. Pues es cierto que tras dos años, a la población mundial le urge ver las alacenas llenas.
Sin embargo, lo que oculta su intención de que los Bancos Centrales manden mensajes claros y simples para explicar porque no se va anotar tan rápidamente la bajada de precios, tiene dos propósitos.
Por una parte, justificar que los precios no bajen tanto, pues aunque el costo de producción se haya reducido, es necesario que con una demanda más alta, se mantengan precios altos para que un puñado de empresarios se siga enriqueciendo.
Por otra, buscan convencer a la población de no exigir un fin a la carestía de la vida, bajar la expectativas, es llamar a la gente a que se resigne, de últimas es buscar que no exista lucha de clases, que impida a los grandes capitales imponer planes que profundicen la miseria de millones en todo el mundo.
Para vivir bien, no tenemos que esperar pacientemente tiempos mejores ni bajar ninguna expectativa, sino, entender que cada que la vida se vuelve más cara, es porque un puñado de supermillonarios siguen aumentado su riqueza a costa del trabajo y el hambre de quienes no poseemos nada. Para cambiar esto, es necesario que nos organicemos, confiando en las fuerzas propias, sin esperanza alguno en los gobiernos en turno, pero con la claridad de que solo las mujeres, lo jóvenes y los trabajadores tenemos la potencialidad de poner en pie otro tipo de gobierno, uno de las grandes mayorías.