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Red Internacional
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BALCANES. Belgrado y la ideología de sus calles

Las transformaciones del exEstado yugoslavo y las repúblicas actuales se han reflejado en el nombre de sus calles. La restauración capitalista vuelve a reivindicar a los héroes de la vieja monarquía.

Domingo 14 de enero de 2018 00:00

El dramático proceso de restauración capitalista en la República Socialista Federativa de Yugoslavia (RFSY) se cobró miles de vidas como resultado de distintos conflictos bélicos(1). De un país con seis repúblicas y dos provincias autónomas han surgido seis países y un séptimo, Kosovo, aún no reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pero sí por importantes potencias como Estados Unidos de América (EUA), Francia y Gran Bretaña. Romper con el pasado yugoslavo y hallar una “historia nacional” ha sido una búsqueda constante de buena parte de los gobiernos y las clases dominantes de las ex repúblicas yugoslavas.

En Serbia se ha trabajado para “escribir” un pasado que acuerde con el presente. Buena parte de la historiografía serbia se ha preocupado, en la última década, por “redescubrir” el aporte que el reino de Serbia le habría hecho a la Triple Alianza de Gran Bretaña, Francia y Rusia durante la Primera Guerra Mundial (PGM). Pero el ejército serbio, salvo en el comienzo de la guerra, no hizo más que retroceder y terminó absolutamente diezmado, siendo evacuado por sus aliados en Grecia. En cambio durante la Segunda Guerra Mundial (SGM) las tropas partisanas (formadas por serbios y otras nacionalidades de Yugoslavia), lideradas por el Partido Comunista de Yugoslavia (PCY), resultaron vencedoras expulsando a los nazi-fascistas y venciendo a los colaboracionistas, ustashas, cetniks, domobranci etc, pero sobre esto último poco y nada se dice luego de la desintegración de Yugoslavia.

Delegados partisanos. 29 de noviembre de 1943

La historiografía revisionista, obviamente anti-yugoslava, se ha puesto como objetivo ignorar y deslegitimar el rol que los partisanos tuvieron durante la SGM. ¿La manera? Resaltando el rol del ejército serbio durante la PGM e ignorando lo hecho por el Movimiento Antifascista de Liberación Nacional de Yugoslavia en la SGM(2). Desde hace una más de una década desde los departamentos de historia y política de las universidades de Belgrado, Novi Sad, Nis, Kragujevac y Subotica, y también de la Academia de las Artes y la Ciencias de Serbia comenzaron a escribirse verdaderas obras de “ciencia ficción” que pretenden relatar un derrotero de heroicidad y triunfos de un ejército que, en los hechos, fue barrido de su territorio y no tuvo más remedio que refugiarse en Grecia para no ser exterminado.

Como se ha dicho arriba, el “redescubrimiento” de la heroicidad del ejército serbio durante la PGM contrasta notablemente con la ausencia de trabajos que detallen el accionar partisano durante la SGM, pero, sin embargo, la experiencia yugoslava no ha sido ignorada por cierta parte de la historiografía académica y por el periodismo afín a las clases dirigentes serbias. En las librerías y los kioscos de Belgrado pueden encontrarse distintas biografías sobre la figura de Josip Broz (Tito), líder del PCY durante la guerra y jefe político de Yugoslavia hasta su muerte en 1980. Muchas de estas obras carecen de seriedad y más bien parecen novelas policiales o románticas en donde se pretende explicitar la vida amorosa (¿cuántas mujeres “tuvo”?), develar el misterio de porqué sabía tocar el piano sí había nacido campesino y se había desempeñado como obrero fabril (algunos de estos libros sostienen que en verdad Tito no era Tito, sino que era un agente masón) o ubicarlo como un espía croata (o de Stalin o de Churchill) dispuesto a atacar y a subyugar a la nacionalidad serbia.

En definitiva la valorización del papel del ejército serbio durante la PGM, el silencio en relación al rol jugado por los partisanos yugoslavos durante la SGM y, por último, el ataque a la figura política más destacada de la RFSY pueden entenderse como parte de una propaganda tendiente a desvalorizar la “era” yugoslava y, como contrapartida, legitimar la experiencia política contemporánea, que pretende presentarse como continuadora de la “vieja tradición” nacional serbia luego de la “desviación” yugoslava.

Todas las calles conducen al capitalismo

Los cambiantes escenarios políticos, desde principios del siglo XX hasta la actualidad, han ido dejando su huella en el espacio urbano de Belgrado. Los pasajes de la monarquía a la RFSY, y de esta a la república burguesa implicaron un borrón y cuenta nueva a la hora de “rebautizar” las calles, avenidas, plazas etc.

Una vez que la RFSY dejó de existir el ajuste de cuentas con el pasado y el aggiornamento con el presente de restauración capitalista se puso rápidamente en marcha. Los nombres de las calles y espacios públicos rápidamente comenzaron a modificarse. Héroes de la resistencia partisana, contra los invasores nazi-fascistas y los colaboracionistas locales, fueron reemplazados por reyes, reinas y duques de las monarquías serbias Karadjordjevic y Obrenovic. Pero la restauración no solo implicó un contraataque autóctono, también se mudaron a Belgrado “ilustres” aristócratas rusos expulsados por la revolución bolchevique, así como a “próceres” del republicanismo estadounidense y de la revolución francesa, además de un caudaloso conjunto de artistas, científicos, políticos e intelectuales con un probado currículum burgués.

Algunas calles retomaron sus antiguos nombres previos a la RFSY, mientras que a otras les fueron adjudicados nuevos. La principal avenida de Belgrado se llama Bulevar Rey Alejandro (Bulevar Kralja Aleksandra), retomando su nombre original de cuando fue creada en 1895. Pero desde 1946 hasta 1952 se había llamado Bulevar de la Libertad (Bulevar Oslobodjenja), y de 1952 hasta 1997 Bulevar de la Revolución (Bulevar Revolucije). Fue en el marco del gobierno de Slobodan Milosevic(3) que la arteria más transitada de la ciudad recuperó su denominación monárquica, abandonando la impronta de la lucha antifascista, en el marco de un régimen republicano burgués.

Bulevar Rey Alejandro

En el corazón de Belgrado se encuentra la Plaza Nikola Pasic (Trg Nikole Pasica), pero desde su creación en 1950 hasta 1992 se había llamado Plaza Marx y Engels (Trg Marksa i Engelsa). Naturalmente el relampagueante y demoledor ingreso de la economía de mercado no podía permitir la continuidad de los padres del marxismo y el político serbio fue el elegido para tomar su lugar. A un lado la hermandad de los pueblos, sustentada por el internacionalismo proletario, y bienvenido el espíritu de la burguesía granserbia de principios del siglo XX. Pasic, primer ministro en varias ocasiones del reino de Serbia y del reino de Yugoslavia, fue la figura política más determinante de la burguesía terrateniente serbia durante el primer cuarto del siglo XX. Tras las elecciones de 1920, bajo su gobierno, al PCY se le impidió participar de las elecciones y un año después, en 1921, fue declarada una organización criminal y sus militantes fueron perseguidos, debiendo “refugiarse” en la clandestinidad. La demagogia nacionalista de Slobodan Milosevic hacía afinidad electiva con el discurso granserbio de principios del siglo XX, mientras que Marx y Engels se quedaban sin plaza.

Plaza Marx y Engels

Monumento a Nikola Pasic

En el año 2004, con Milosevic en La Haya y el Partido Demócrata en el poder, la avenida 29 de noviembre (fecha que conmemoraba la independencia de la RFSY) cambió su nombre a Déspota Esteban (ulica Despota Stefan), un noble serbio de la Edad Media. De esta manera la lucha codo a codo del pueblo yugoslavo durante la SGM, que tuvo como consecuencia la creación de la Yugoslavia multinacional, no se iba a transitar más y en su lugar aparecía otro representante de la “nación” serbia, otra “cita de autoridad” que emergiendo del atávico pasado pretendía amparar al presente. Sin embargo la historia de Esteban Lazarevic, como la de otros nobles serbios de allá lejos y hace tiempo, dista bastante de haber sido la historia de la defensa de la nación y el pueblo serbio. ¿Por qué? Porque hablar de la nación o pueblo serbio a principios del siglo XV es interpretar el pasado a partir del presente, cosa muy atractiva para el nacionalismo pero poco consistente para un análisis histórico que pretenda entender el presente a partir del pasado y no al revés. Pero además, Lazarevic, quien se había convertido en príncipe luego de la muerte de su padre en 1389, participó como vasallo del imperio otomano en distintas batallas(4) y como recompensa recibió las posesiones del noble serbio Vuk Brankovic en Kosovo.

Más adelante, en 1403, abandonó su “amistad” con los turcos aprovechando que estos se habían debilitado temporalmente y forjó una alianza con el reino de Hungría, de donde obtuvo ayuda para enfrentar a su rival Vuk Brankovic, a quien pudo finalmente derrotar y asesinar a partir de la recompuesta alianza con el sultán en 1410. Finalmente, a un año de su muerte en 1426, se arrodilló en la ciudad de Buda ante el rey húngaro Segismundo, reconociendo su condición de vasallo.

Entonces, aliado del rey húngaro o el sultán otomano, dependiendo de las circunstancias, y siempre enfrentado con su competidor el noble serbio Vuk Brankovic, el Déspota Esteban se ha convertido, por arte de magia, en el histórico defensor de la nación serbia. Gajes del oficio cuando se “interpreta” al pasado desde el presente.

Paralela a la avenida Déspota Esteban y límite trasero del histórico Mercado Skadarlja (Pijaca Skadarlija) se encontraba, poco más de una década atrás, la calle Djuro Djakovic, quien había sido uno de los líderes más importantes del PCY durante las dos guerras mundiales. Nacido en Croacia en 1886 (Croacia, Eslovenia y Bosnia-Herzegovina formaron parte de Austria-Hungría hasta la finalización de la PGM) en el seno de una familia de campesinos, rápidamente emigró a Sarajevo en donde comenzó a desempeñarse como obrero metalúrgico. Cuando estalló la PGM Djuro organizó diversas acciones en su contra, denunciando el carácter imperialista y llamando a la unión de todos los proletarios balcánicos. Rápidamente, en 1915, fue arrestado por el tribunal militar austríaco y condenado a pena de muerte, siendo esta conmutada por trabajos forzados. Tenaz opositor a la monarquía Karadjordjevic, en 1919 fue uno de los organizadores de la gran huelga de trabajadores de la construcción en Bosnia. Luego a partir de 1921, prohibido el PCY, se vio obligado a actuar en la clandestinidad. En 1929 fue atrapado por las fuerzas policiales del reino de Yugoslavia y asesinado sin juicio alguno. El lugar de Djuro Djakovic fue ocupado por el griego Elefterios Venizelos, un político y jefe de Estado que tuvo una notable incidencia en la arena política griega durante las tres primeras décadas del siglo XX. Venizelos se desempeñó en varias ocasiones como primer ministro, destacándose su firme impronta liberal republicana. El contraste entre ambos es marcado, mientras Djakovic enfrentaba la guerra imperialista y luego caía asesinado por el gobierno de la burguesía terrateniente serbia, Venizelos desde su cargo de primer ministro, forzaba al rey Constantino (pro-alemán) a entrar en la PGM formando parte de la Tripe Entente en 1917. Más tarde, una vez derrotadas las potencias centrales y finalizada la guerra, se convirtió en el líder político griego que amparado por Francia y Gran Bretaña invadió Turquía en 1919 intentando quedarse con la región de Esmirna.

La unión del pueblo trabajador yugoslavo: el temor de la burguesía

Todas las calles, avenidas y plazas que, debido a sus nombres, puedan “refrescar” el pasado de la lucha antifascista de liberación nacional de Yugoslavia han sido eliminadas. La experiencia de la lucha, codo a codo, de los obreros y campesinos de todas las naciones y pueblos de Yugoslavia contra el imperialismo nazi-fascista y las burguesías colaboracionistas autóctonas se ha borrado de las calles de Belgrado.

En Serbia, el revisionismo histórico, el “sentido común” del periodismo y el establishment político mucho han trabajado, desde hace ya más de un cuarto de siglo, para construir y consolidar un discurso que caracterice a la fraternidad de los trabajadores yugoslavos (y de los no yugoslavos como los albaneses) como un “error” de la historia, como algo que nunca debió de haber ocurrido, y que jamás debería repetirse. Y esto es así porque el alzamiento obrero y campesino que terminó con la expropiación fue una verdadera película de terror para la burguesía. Un film, que al haberse convertido en realidad, debe ser destrozado por la crítica (como objetivo de mínima) y borrado de la historia (como objetivo de máxima).

Notas:

1. La RFSY estuvo compuesta de seis repúblicas: Serbia, Eslovenia, Macedonia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Croacia. Y también de dos provincias autónomas dentro de la república de Serbia (Kosovo y Vojvodina).
2. El Movimiento Antifascista de Liberación Nacional de Yugoslavia, además de ser la organización político-militar que liberó al país de los invasores y colaboracionistas se fue convirtiendo, ya tempranamente, en un proto-poder que iba a desembocar en el gobierno provisional a fines de 1943.
3. Slobodan Milosevic fue un político serbio que llegó al poder en la república de Serbia, en el marco de la RFSY, y luego a partir de la desintegración yugoslava se convirtió en el presidente de la República Federal de Yugoslavia. A fines de la década como presidente de la república de Serbia le quitó la autonomía a la provincia serbia de Kosovo, en donde más del 80% de la población era de nacionalidad albanesa.
4. Participó como vasallo del imperio otomano en las batallas de Karanovasa, Rovine, Nicopolis y Ankara.

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