La Izquierda Diario viajó hasta San Patricio del Chañar, Neuquén, para conversar en esta ocasión con Santiago Sepúlveda (18 años) y Micaela Moya (22 años), ambos trabajadores temporarios de Bodega del Fin del Mundo, compañeros de Juan José Gómez.
Domingo 26 de mayo de 2019 03:31
Dos mil siete kilómetros es la distancia entre la ciudad de Formosa y San Patricio del Chañar, en la provincia de Neuquén. Esa es la distancia que en marzo de este año recorrió Juan José Gómez, joven trabajador de 24 años, para comenzar la temporada en Bodega del Fin del Mundo.
Radicado junto a sus tíos y primas en la ciudad, ansiaba luego de finalizada la temporada, poder entrar a una petrolera, “sueño” de tantos jóvenes que ven en Vaca Muerta la posibilidad de salir de la pobreza.
El 13 de abril de 2019 Juan José Gómez cambió su turno para poder tener la tarde libre y viajar a Neuquén a comprar algo de ropa de abrigo, y algunas cosas para mandar a sus hijos en Formosa. Había cobrado su primera quincena. Ese día como hacía semanas, estaba asignado a descubar tanques.
Descubar es un procedimiento por el cual se limpia el tanque, una vez que se filtra el líquido que luego será vino, e implica la quita de orujo- residuo de los líquidos-, para luego volver a llenar. Aunque el procedimiento debe ser con una bomba y manguera, los trabajadores denuncian que se hace mediante el “apaleado”, porque la bomba casi nunca funciona. Mientras un trabajador desde una puerta inferior hace un canal de oxígeno a pala, otros dos suben a la superficie del tanque donde uno de ellos debe saltar hacia el interior y el otro colocar una luz y un ventilador para que circule el aire. Luego ingresan dos a quitar con palas el orujo.
Ese día, como todos los demás, había que hacer esa tarea rápido, porque la inhalación de gases es completamente tóxica: provoca mareos, náuseas y dolor de cabeza, según cuentan sus compañeros.
Ese día Juan José ya había descubado un tanque. Esta vez su compañero se quedó abajo, haciendo un canal de aire entre el orujo y la superficie del tanque y él subió a la superficie. No había un tercer trabajador. Inmediatamente, según testimonios, se escucha el grito de Juan José pidiendo auxilio. Luego de diez minutos sus compañeros pudieron sacarlo de adentro del tanque, y aunque dieron primeros auxilios, con conocimientos básicos, su cuerpo no resistió y falleció producto de la inhalación de anhídrido carbónico, bajo la causa de edema pulmonar, camino al hospital de la ciudad.
No hubo elementos de rescate, ni para brindar primeros auxilios. No hubo en el lugar oxígeno que permitiera una rápida reanimación. Sólo trabajadores y trabajadoras viendo morir a un compañero.
Condiciones de “inseguridad”
Luego de este hecho, los trabajadores de la Bodega Fin del Mundo decidieron iniciar un paro de actividades durante tres días, exigiendo ropa de trabajo y condiciones de seguridad e higiene.
Denuncian sus compañeros que no sólo no se entregó ropa de trabajo, sino que el calzado de trabajo es compartido, y en algunos casos “las botas tienen hasta diez temporadas”. Nadie recibe más capacitación para las tareas, que la transmisión oral de otros trabajadores, ni existe técnico en seguridad e higiene que disponga prevención y control de los riesgos de trabajo.
Con bronca e indignación, luego de esa medida, no sólo se entregó ropa y calzado, sino que se convocó a los trabajadores para discutir medidas de seguridad e higiene en el trabajo.
Desprecio patronal, negocios multimillonarios
A inicios del 2019 la familia Viola cedió el total de sus acciones a su socia, Corporación América, grupo económico del multimillonario Eduardo Eurnekian. De este modo separaron en dos negocios, a Bodega Malma y Bodega del Fin del Mundo.
La sociedad entre Eduardo Eurnekian y los Viola databa del año 2008, cuando el dueño de Aeropuertos Argentina 2000 (AA2000), ingresó al capital accionario de la sociedad que controlaba la Bodega Fin del Mundo en Neuquén.
Como parte de este proceso, en el 2012 adquirieron la bodega NQN que le sumó a la empresa que compartían Eurnekian y la familia Viola, otras 160 hectáreas, 1,8 millones de litros de producción anual, una posada y más de 850 hectáreas para plantaciones futuras también en Neuquén. Además, incorporó las marcas Malma, Colección NQN y Picada 15 en una jugada que en ese momento apuntó a consolidar el grupo como referente del vino patagónico.
Estas etiquetas se sumaron a las de Bodegas del Fin del Mundo, como son Postales del Fin del Mundo, Ventus y Newen, entre otras.
Los trabajadores de las bodegas ganan un promedio de $14.000 mensuales, trabajando 9 horas por día. Las tareas son variadas. Para llegar a unos $20.000 mensuales, hay que hacer muchas horas extras, trabajar domingos y “romperse” de a poco, como denuncian los obreros y obreras.
Morir trabajando
La investigación de la muerte de Juan José Gómez tramita ante la Unidad Fiscal dependiente del Ministerio Público Fiscal de Neuquén, a cargo de Sandra Ruixo. En ella representamos junto a Mariana Derni, a sus padres Sandra Mazacotte y Juan Gabriel Gómez, e intentaremos demostrar que no hubo negligencia obrera como rápidamente han intentado difundir, sino una situación de riesgo objetiva creada por Bodega del Fin del Mundo, por la cual deberá responder.
“Era totalmente evitable lo que pasó con Juan” cuenta su compañera Micaela Moya. El deber de seguridad es una obligación que pesa sobre todo empleador, y no se exime a través de la obligación de prevención y seguridad que pesa sobre las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo, que debe contratar.
“Queremos que se sepa que pasó con mi hijo y que no le vuelva a pasar a ningún trabajador más” dice Sandra, mamá de Juan José, mientras se prepara para transitar nuevamente los 2007 kilómetros que la separan de Formosa. Pero nunca más con su hijo.
Reclamar verdad por el caso de Juan José, como por el de los trabajadores petroleros fallecidos, es pelear porque se reconozca y determine la responsabilidad empresarial. Un joven de tan sólo 24 años murió trabajando y debe haber justicia para estos padres.
Las vidas obreras valen.