Nombrado este lunes, André Mendonça tiene un perfil que promete agradar a los distintos sectores hoy en disputa. Cercano al juez de la Corte Suprema Dias Toffoli, es uno de los candidatos de Bolsonaro para integrar ese organismo.
Martes 28 de abril de 2020 21:32
André Mendonça era hasta ahora el abogado general del Estado Federal. Además, se desempeña como pastor auxiliar de la iglesia Presbiteriana de la Esperanza, en Brasilia. Este hecho generó debates cuando fue indicado por Bolsonaro como posible candidato a la Corte Suprema (STF), a lo que el presidente respondió que el Estado es laico, pero el que gobierna no. En su primer tuit, el nuevo ministro de justicia prometió un trabajo técnico y pidió la bendición a dios.
Agradeço ao pr @jairbolsonaro por confiar a mim a missão de conduzir as políticas públicas de Justiça e Segurança do nosso país. Meu compromisso é continuar desenvolvendo o trabalho técnico que tem pautado minha vida. Conto com o apoio do povo brasileiro! Que Deus nos abençoe!
— André Mendonça (@AMendoncaAGU) April 28, 2020
La salida de Sérgio Moro del Ministerio de Justicia y Seguridad elevó la crisis política que enfrenta Brasil. El escándalo fue tal que por un fin de semana el tema dividió espacio en las tapas de los principales diarios con los datos alarmantes sobre la pandemia del coronavirus.
Tras un año de trabajo dedicado al Gobierno de Bolsonaro, Moro baja del barco cuestionado, no antes de dejar sus contribuciones al aumento del autoritarismo. Un ejemplo es el paquete “anticrimen” que amplió las posibilidades de encarcelamiento y pretendía incluso otorgar impunidad a la policía en los casos de asesinato de la población negra y precaria de las periferias brasileñas.
Entre los nombres cotizados para sustituir el “héroe” de la Lava Jato, el que tenía el mayor aprecio de Bolsonaro era el del actual Secretario General de la Presidencia, Jorge Oliveira, amigo íntimo del clan del presidente. Para evitar mayores desgastes Bolsonaro, buscó un nombre supuestamente más técnico, pero bien visto por él y que ya fue usado para agradar a sus aliados de la reaccionaria bancada evangélica, cuando lo indicó como posible candidato para la Corte Suprema (STF), cumpliendo su promesa de que uno de sus dos indicados sería “terriblemente evangélico”.
André Mendonça parece ser el nombre del oportunismo para impedir un agravamiento de la crisis política. El nuevo ministro de Justicia y Seguridad Pública es cercano al juez de la Corte Suprema Dias Toffoli, y tiene cierto prestigio en sectores jurídicos. También los militares parecen verlo con buenos ojos, ya que Mendonça no se sale del guión general golpista que dirigió los sectores dominantes del país bajo el consenso del golpe institucional iniciado en 2016.
Mendonça celebró públicamente la primera victoria electoral de Lula da Silva, pero se rectificó con la sociedad golpista que sacó a Dilma Rousseff diciendo que la esperanza habría sido derrotada por la corrupción.
Hace una semana el nombre de Mendonça circuló por las páginas de los diarios cuando apeló ante la Corte Suprema la decisión del juez Alexandre de Moraes de darle relativa autonomía a las provincias y municipios para la conducción de las cuarentenas frente a la pandemia de covid-19. Esa pelea representaba la disputa entre los gobernadores -dirigidos por los golpistas policiacos João Dória de San Pablo y Wilson Witzel de Rio de Janeiro- y el presidente negacionista. Mendonça favoreció la prevalencia de las decisiones federales sobre las regionales.
El pastor evangélico, cercano al presidente de la Corte Suprema y apoyado por los militares, promete ser un pedazo de tierra en medio de las aguas turbulentas de la crisis política que se cruza con la crisis sanitaria en Brasil. Ese nombre parece más un intento unificado de contener las tendencias constituyentes que ganaron ascendencia tras la salida de Sérgio Moro, con el objetivo mayor de mantener el control de la crisis dominante sobre los rumbos del país. Sectores lúcidos de la burguesía nacional podrían estar tan preocupadas como algunos del imperialismo, que ya ventilan la posibilidad real de revueltas y revoluciones en el mundo, protagonizadas por los trabajadores y oprimidos que no van a aceptar pagar las cuentas de esta crisis capitalista que se profundiza con la pandemia del coronavirus.