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Sobre El precio de la verdad (2020), de Todd Haynes.

Una breve introducción inaugura El precio de la verdad (2020), última película del gran cineasta norteamericano Todd Haynes (Velvet Goldmine, 1998; Lejos del paraíso, 2002; Imnotthere, 2007; Carol, 2015; Wonderstruck, 2017). Un comienzo que bien podría reafirmar el título original del film, tanto mejor, tanto más sugestivo que aquel destinado a su exhibición local: Dark waters (traducción: Aguas oscuras). La escena inicial transcurre en 1975. Es de noche, la oscuridad es casi total. Unos jóvenes, eufóricos y entusiastas, ingresan en un área restringida, se desvisten y se disponen a nadar en una laguna. Apenas sumergidos, una pequeña embarcación interrumpe la diversión. Mediante la profusa luz de un reflector, unos hombres ordenan que abandonen el lugar de inmediato. Esos hombres realizan tareas de fumigación y es necesario que esas tareas no sean descubiertas, que permanezcan en el más completo silencio. Una línea de diálogo reforzará aquello que la imagen ya de por sí evidenciaba con precisión: el carácter clandestino de una práctica ilegal. El movimiento inquietante del agua encubre un secreto.

Basado en un artículo de The New York Times ("El abogado que se volvió la peor pesadilla de Du Pont", escrito por Nathaniel Rich), acerca de un hecho real de contaminación ambiental provocada por una gigantesca corporación multinacional, el film de Haynes se ajustará rigurosamente, tal vez en demasía, sin muchas derivaciones ni variantes, a la lógica del thriller corporativo. Un dudoso desvío –o un discreto traspié– respecto de su notable filmografía previa.

El protagonista de la historia es Robert Bilott (Marck Ruffalo), un amable y laborioso abogado ambientalista que trabaja en una prestigiosa firma dedicada a defender empresas químicas. Como si fuera uno más del montón, Bilott es un hombre taciturno, pero se encuentra inesperadamente ante la circunstancia de tener que enfrentar a un gigante de la economía mundial. Recién ascendido, el protagonista recibe la visita intempestiva de un granjero que necesita ayuda. Sus tierras fueron contaminadas por residuos tóxicos vertidos por la Corporación Du Pont. La granja está situada en Virginia Occidental, en el condado de Parkersburg, donde el abogado pasó su infancia, enlace familiar que suscita su atención y posterior compromiso en un pleito que, a causa de los intereses en juego, va a durar muchos años y, sobre todo, va a perjudicar su salud. Los animales de la granja del señor Tennant (Bill Camp) mueren envenenados, al borde de la locura, después de intentar agredir a sus dueños. La escalofriante reacción de los animales frente a la proximidad de la muerte expresa en potencia el efecto devastador del accionar criminal de una corporación, en su desquiciada búsqueda de rendimiento económico. Es un momento destacable del film de Haynes.

Otro elemento ponderable de la película es la interpretación retraída, y al mismo tiempo desafiante, de Marck Ruffalo. La caracterización del deterioro existencial que sufre el personaje durante el extenso litigio. Un silencioso y creciente agotamiento que tiene como consecuencia directa un estado permanente de ausencia que complica la relación con su familia (“La ley es una amante celosa”, expresará en algún momento Sarah –Anne Hathaway–, esposa y madre de sus tres hijos). No mucho más que eso.

La elegancia narrativa y visual que suele definir el cine de Haynes -propia de su clasicismo- comienza a desvanecerse rápido, hostigada por una implacable voluntad didáctica que se expande durante el transcurso del relato, tal como hace el veneno entre animales y granjeros. Una continua necesidad de remarcar las líneas argumentales del film termina por configurar un cierto tipo de cándido voluntarismo.

El precio de la verdad pierde así la capacidad de sugerencia y profundidad que había revelado en la introducción. El subrayado –cada gesto de los involucrados en el caso pareciera no tener otro afán– conquista el terreno en exceso. A medida que Robert Bilott pierde su inocencia, la trama avanza en su pedagogía. Una película deslucida de Haynes, esquemática y sobresaturada de explicaciones bien intencionadas para que todos, abogados y espectadores, escuchen y aprendan cómo se construye la buena fe en el sistema

FICHA TÉCNICA
Elenco: Mark Ruffalo, Anne Hathaway, Tim Robbins, Bill Camp, Bill Pullman, Victor Garber, William Jackson Harper, Mare Winningham, Kevin Crowley, Trenton Hudson.
Dirección: Todd Haynes
Guion: Matthew Carnahan, Mario Correa, Nathaniel Rich (artículo: Nathaniel Rich).
Música: Marcelo Zarvos
Fotografía: Edward Lachman
Duración: 126 minutos
Año: 2020
País: EE. UU.

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Diego De Angelis

@DieDeAngelis
Nació en Buenos Aires en 1983. Licenciado en Letras en la UBA, escribe sobre literatura y cine en diferentes medios. Programa y coordina el ciclo "Cine para lectores".