Dólar, reservas, deuda e inflación: tensiones contenidas tras el endurecimiento del cepo y los gestos políticos entre Macri y Fernández. Si bien se logró aliviar el tipo de cambio oficial en el día clave posterior a las elecciones, persisten fuertes desequilibrios.
Lucía Ortega @OrtegaLu_
Martes 29 de octubre de 2019 00:00
Tres fueron los gestos políticos que lograron este lunes frenar la demanda alcista sobre el dólar: el anuncio del endurecimiento del cepo sobre la compra de dólares en un límite de U$S 200 mensuales por persona física; el encuentro entre Mauricio Macri y Alberto Fernández en la mañana del lunes que acompañaron un conjunto de muestras de buena voluntad de ambas partes de buscar una “transición ordenada”; y el saludo de la nueva directora gerenta del FMI, Kristalina Georgieva, hacia el presidente electo Fernández, con una respuesta cordial de su parte. Esto último documentado, desde ya, en las cuentas personales de la red social Twitter.
Luego de un alza acelerada del tipo de cambio la semana pasada, la cotización oficial del dólar mostró una leve calma, e incluso retrocedió de los $ 65 que había alcanzado el viernes pasado para cerrar en un promedio de $ 63,46 en los bancos.
Muchos analistas esperaban que un mayor cepo al dólar pudiese generar un incremento de la brecha o distancia entre la cotización oficial y el dólar paralelo (también llamado “dólar blue”). Pero el endurecimiento del cepo fue tan fuerte (prácticamente total) y los resultados que dieron ganador a Fernández ya no sorpresivos (aunque sí la nota de cierta recuperación del macrismo y con más bancas en el Congreso) como habían sido en la PASO, que esta disparada del “blue” no ocurrió. Además, claro está, que gran parte del salto del dólar ya se hizo los días previos.
El dólar blue cedió $ 1,75 este lunes a $ 74, de acuerdo a un relevamiento efectuado por Ámbito.com. De esta manera, la brecha con el oficial se ubica en el 16,6 %. El Contado con Liquidación, por el contrario, subió 45 centavos a $ 81,53 con lo que la brecha con el dólar mayorista se ubicó en 37 %.
La nota central la dio la política y los gestos de buena voluntad entre Macri y Fernández para llegar a diciembre sin sobresaltos: ni en el dólar, ni en las calles. “Los mercados” también apuestan por un traspaso de mando “ordenado” y ahora están a la expectativa del cumplimiento de promesas por parte de Alberto Fernández. Quieren que se respeten los “compromisos” de pagos de deuda y entienden que el FMI buscará evitar que los estallidos populares de Ecuador y Chile se contagien a la Argentina, lo que podría leerse como mayor flexibilidad del organismo para liberar el desembolso o para renegociar la deuda. Esto, no obstante, está por verse. Hasta ayer el organismo exigía una quita de capital del 40 % a los acreedores privados y un mayor compromiso de ajuste fiscal por parte de Fernández.
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También esta expectativa relativamente optimista para el capital financiero se mostró en el mercado de acciones, abriendo la jornada con alzas en las cotizaciones de la bolsa de Buenos Aires de hasta 6,5 %, aunque luego la tendencia se revirtió con una caída de 3,9 %. Peor desempeño tuvieron las acciones argentinas que cotizan en Wall Street, con un hundimiento de hasta 11,4 %, al tiempo que el riesgo país mostró un alza de 6 % a 2.268 puntos básicos, ya desde hace tiempo con niveles irrisorios que expresan la incapacidad que tiene el Estado para tomar deuda en el exterior.
A pesar de la respuesta del primer día post electoral, las tensiones y los desequilibrios de la economía son tan profundos que no pueden descartarse nuevos episodios. Dólar, reservas, deuda e inflación, los puntos salientes de objetivos en contradicción que se ocultan tras el cepo recargado.
Dólar
Si bien no se observó un salto del dólar paralelo, la brecha sigue siendo muy alta y puede incrementarse. El ministro de Hacienda Lacunza reconoció que el cepo es una medida transitoria, pero luego la administración de Fernández deberá decidir cómo continuar. Levantar el cepo sin resignar reservas implicaría convalidar una nueva devaluación (como el “sinceramiento” que realizó Macri a fines de 2015), con otro efecto pulverizador de salarios y riesgo de disparar la inflación.
Cabe recordar que la brecha con el dólar “contado con liquidación”, el que utilizan las empresas que venden en el exterior para hacerse de liquidación, se incrementó y ronda el 37 %.
Al mismo tiempo, la elevada inflación mensual tiene un efecto corrosivo sobre el tipo de cambio real, acumulando un factor de presión que puede reaparecer sobre la demanda de la divisa.
Reservas
El cepo no impide que el goteo de reservas continúe, aunque a ritmos más lentos. En el día lunes las reservas internacionales en manos del Banco Central se redujeron otros U$S 101 millones, y terminaron en U$S 43.402 millones.
Esto se debe hay que hay otros movimientos que debilitan dicha cuenta. En los 42 días que le quedan a la gestión de Macri habrá más vencimientos de deuda que se seguirán pagando, al tiempo que pueden seguir saliendo dólares del sistema por el retiro de depósitos en dólares de particulares.
Pero además, con el propio cepo, la demanda para compras es calculada por los funcionarios del Central en torno a U$S 1.000 millones más de acá a diciembre. Con este ritmo, según El Cronista, estiman en dejar el nivel de reservas netas o disponibles tan sólo en torno a U$S 10.000 millones.
“Cuidar las reservas” es el lema que reza ahora Sandleris, luego de haber rifado U$S 22 mil millones desde las PASO. El objetivo es resguardarlas para el pago de deuda, pero su vida útil tiene poco margen: sin una renegociación de vencimientos y de continuar religiosamente con todos los pagos, las mismas se agotarían en marzo de 2020.
Tan sólo hasta fin de año el gobierno enfrenta vencimientos en moneda extranjera por un total de U$S 8.791 millones, de acuerdo al Observatorio de la Deuda de ITE-Abdala, con un muy bajo margen para emitir nueva deuda que permita renovar dichos bonos.
Deuda
Es conocido que el gobierno de Macri rompió récords de endeudamiento en tan sólo 4 años. Actualmente el peso de la deuda en el PBI es de un 100 %. No es meramente un problema de liquidez (que faltan dólares hoy) sino que continuar pagando es insostenible.
Argentina no podrá soportar el pago de vencimientos de deuda ni aún destinando a ello todos los recursos de las exportaciones anuales. En los próximos 4 años deberá desembolsar, entre capital e intereses, unos U$S 51 mil millones anuales.
Tres actores tensan la cuerda en la negociación: el FMI busca que los acreedores privados (que entre un puñado de fondos suman U$S 100.000 millones del stock de deuda soberana) acepten una quita del 40 % de la deuda, éstos buscan que Fernández negocie el acuerdo con el Fondo y el presidente electo promete cumplir con todos los compromisos “a la uruguaya”, sin quita.
Al respecto, la agencia calificadora de riesgo crediticio Moody’s manifestó este lunes que "el presidente electo Alberto Fernández deberá enfrentar la necesidad de reestructurar la deuda pública". Así lo sentenció en una breve declaración, el vice presidente de Moody’s, Gabriel Torres, y agregó que Argentina “deberá abordar al mismo tiempo graves desequilibrios fiscales con opciones limitadas de financiamiento". Otra señal de más de la misma receta que pretende el FMI: mayor ajuste fiscal para liberar recursos al pago de deuda.
Inflación
En septiembre la inflación mensual alcanzó 5,8 %, disparándose tras la devaluación de las PASO que llevó el dólar de $ 45 a $ 60. El nuevo salto de la semana pasada a un dólar de $ 65 fue aprovechado por muchas empresas para remarcar sus precios de lista entre un 8 % y un 15 %. Pero el retroceso del lunes tras el cepo no se acompañó de un retroceso de los precios, sino que por el momento se habla de un “congelamiento”, sin ninguna medida oficial anunciada para contenerlos ni alguna futura a la vista.
Bajar el actual nivel de 54 % de inflación interanual resulta imposible si se acompaña de mayor devaluación del peso, lo cual es previsible que suceda al levantar el cepo. Muchos analistas comienzan a hablar de riesgos de una hiper. Pero una opción de mayor emisión monetaria como salida al problema de la escasez de reservas y las elevadas tasas de interés, sumada a la bomba de las Leliq (deuda del Banco Central con los bancos) que suma $ 778.978 millones (unos U$S 12.267 millones) sería explosiva. Esto, en un contexto de recesión como el actual, tiene altas chances de traducirse en mayores aumentos de precios.
El telón de fondo de estos desajustes es una economía en recesión, salarios e ingresos que siguen perdiendo poder de compra al compás de la inflación y de paritarias a la baja, y un escenario internacional que está muy lejos de ser aquél de los primeros años del siglo XXI en el que primaba un auge de los precios internacionales de las materias primas. Por el contrario, los crujidos de la economía mundial apuntan a una desaceleración en los próximos años y mayores tensiones comerciales.
Mientras tanto, hay expectativas en amplias franjas de la población (que rechazaron el ajuste de Macri y el FMI en las urnas) de recobrar algo de lo perdido durante su gobierno, sumadas a la expresión de parte de los sectores medios querer “conservar” lo que tienen. Pero estos intereses son contradictorios con los intereses de los acreedores de deuda que apuestan a la promesa de Alberto de pagar los “compromisos” y de los empresarios que ahora se alinean tras la búsqueda de más ventajas impositivas y laborales que otorgue el nuevo gobierno, con el argumento de "preservar empleos".
En las condiciones expuestas, pagar la deuda al FMI y a los especuladores, aún renegociada, implica que ya no quedará mucho margen para repartir.
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Lucía Ortega
Economista UBA. Coeditora de la sección de Economía de La Izquierda Diario.