La extensión mundial del Covid-19 desnudó más profundamente las condiciones a las que arrojan a los presos de las cárceles en la Argentina, visibilizadas por las protestas en los últimos días.
Lunes 27 de abril de 2020 16:55
La situación actual donde la pandemia del Covid-19 mantiene en vilo al mundo, da lugar al florecimiento de las profundas contradicciones que son parte del sistema capitalista en el que vivimos, donde cientos de miles de víctimas fatales son la consecuencia de los crecientes recortes del sistema de salud pública en el mundo. A pesar de que aparentemente el virus no conozca de clases sociales por el destino de los contagiados en el mundo, se torna indiscutible que nuevamente las mayorías pobres son las que quedan expuestas no sólo al contagio, sino también a la profundización de las paupérrimas condiciones de vida.
En este sentido, últimamente se han abierto una serie de discusiones alrededor de los hechos sucedidos en distintas cárceles del país a raíz de las protestas por los “criterios” utilizados para mantener el aislamiento sin garantizar las condiciones mínimas de salubridad, el repudio por la paralización del sistema de evaluaciones y la noticia de penitenciarios contagiados por coronavirus que puede causar un desastre sanitario entre las personas alojadas en las cárceles.
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Imágenes de las heridas recibidas por un interno luego de la represión del Servicio Penitenciario, a raíz de las protestas por mejores condiciones.
Pero lo que los medios en general no plantean es que los dispositivos carcelarios son los principales sostenes de la irracionalidad capitalista, donde no casualmente son mayoritariamente pobres quienes allí se encuentran y con una alarmante cifra; 6 de cada 10 personas se encuentra detenida sin condena firme, con lo cual prevalece la presunción de que cometieron delitos mas que la presunción de inocencia. Y sin ningún lugar a dudas, ninguno de ellos tiene la posibilidad de pagar un millón de pesos para cumplir la cuarentena en su domicilio como sucedió en las últimas horas con Amado Boudou. Y desde ya que los estafadores a gran escala, que fugan miles de millones de dólares o hacen robos de "guante blanco" nunca se los ve tras las rejas.
Mucho se habla sobre las reales condiciones en la que se encuentran las personas privadas de su libertad, donde generalmente lo que prevalece es el hacinamiento, la violencia institucional y las privaciones de todo tipo de medidas preventivas ante el avance del Covid-19. Lo que esta pandemia vino a acentuar es la gravedad en la que ya históricamente se encuentran las cárceles en nuestro país.
Condiciones de hacinamiento de una de las celdas donde se alojan las personas detenidas.
La Izquierda Diario pudo acceder al relato de personas alojadas en distintas unidades penitenciarias, y la realidad por la que están atravesando en estos momentos.
En uno de los Penales que se encuentran en la ciudad de La Plata, donde se alojan 100 personas en cada pabellón (son ocho en total), con más de 800 personas, uno de los internos dice “…así como en Florencio Varela o en Devoto hubo casos, acá también puede haber porque el personal del Servicio Penitenciario no se cuida, andan como si nada sin tomar los recaudos necesarios.” Y con relación a su situación judicial comenta que no están recibiendo novedades de los Juzgados.
Las condiciones de hacinamiento en edificios sumamente precarios por falta de mantenimiento, y la falta de higiene conlleva al surgimiento de diversos padecimientos que se agravan con la mala alimentación, sin respuesta alguna por falta de recursos según las autoridades.
Al respecto L. comenta “… con el tema de la comida nos están atendiendo re mal a todos. Nos traen medio kilo de carne picada, dos paquetes de fideos y sin verduras por día para cada celda, donde hay 25 pibes en cada una, cuando nosotros sabemos que el Estado les da plata por cada uno de nosotros para la comida y los elementos de higiene. Así como pasa esto acá, pasa en todos los penales. Con los medicamentos también va para atrás.”
Por si no queda claro que las cárceles son depósitos de pobres, L. continúa “… yo estoy conviviendo con un hombre que tiene 65 años, es hipertenso, tiene asma, tiene varias enfermedades y le falta unos meses para irse a la calle, y no le dan cabida. No lo atienden en Sanidad, no le dan los remedios que tienen que darle, tampoco visitas ni el paf y está hecho bolsa, cuando ya está por cumplir la condena.”
Sin lugar a dudas este tipo de situaciones que hizo reaccionar a las privadas de su libertad en distintas cárceles del país, nos muestra la cara más inhumana del sistema judicial que deja un gran caldo de cultivo de enfermedades que pueden ser prevenidas y deja librado al azar la situación de las personas ante el avance de la pandemia del coronavirus.
Eso explica los reclamos y exigencias de condiciones dignas ante el riesgo en el que se ven sometidos los reclusos por falta de elementos de higiene para prevenir el contagio del virus.
No quedan dudas del rol del Estado, que en las últimas semanas respondió a los reclamos de cientos de presos con el asesinato de dos personas en manos del Servicio Penitenciario. A la violencia ya implícita en las instituciones carcelarias el Estado responde con más violencia.
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“La dinámica carcelaria no es nada. Las paredes están pintadas por los propios presos que no quieren vivir en la mugre. Hacen un rejunte de los peculios para comprar un poco de pintura y tratar de mantener un poco limpio porque es un asco. El Servicio Penitenciario no tiene para dar nada, lo poco que traen se lo llevan ellos para comer. El trato que da el Estado es deplorable para todos. Estamos abandonados en una jaula junto con otra gente que está abandonada como vos. Y el sistema judicial es lo más corrupto que hay. El servicio penitenciario y un juez definen si tenés derecho a la salud y a la vida. Una vez que te arrojan acá los jueces son máquinas de destrozar las vidas humanas porque no sólo te sacan derechos, el derecho a la libertad, sino el derecho a cualquier reclamo sobre tus condiciones de vida. Un informe del Servicio Penitenciario es legalizado por un juez y punto, terminó tu vida ahí. No tenés derecho a nada. El juez se vale del informe del Servicio Penitenciario, ellos son la autoridad dispuesta por el Estado y su palabra vale y la tuya no, por lo tanto estamos muertos en vida” nos brinda otro desgarrador relato otra de las personas privada de su libertad.
La realidad de las cárceles nos lleva a preguntarnos si realmente tienen por objetivo la idea de reinserción o si es ésta responde a la lógica del sistema capitalista para legitimar un sistema de explotación y exclusión de las mayorías. Mayorías que son las destinatarias de las cárceles, donde “de higiene no hay nada, donde vivís entre las ratas, dormís en el piso con este frío…” según lo refleja uno de los alojados en una Unidad de Florencio Varela.
Por todo esto, es necesario la realización urgente de test a toda la población carcelaria, la desinfección integral de todos los penales y terminar con el hacinamiento, otorgando el derecho constitucional a la excarcelación de todos aquellos con penas no efectivas por delitos menores y no violentos.
No resulta casual que surjan cada vez más reclamos y protestas que en este caso, exceden a las descascaradas paredes de las cárceles, frente a un capitalismo estéril que ofrece cada vez menos respuestas a las necesidades de las mayorías en el medio de una pandemia mundial.