Los regímenes comunistas (estalinistas) de Europa Oriental colapsaron entre fines de los 1980 y principios de 1990. Checoslovaquia, luego de la Revolución de Terciopelo, comenzó a avanzar hacia la restauración del capitalismo.
Jueves 30 de noviembre de 2017
Luego de más de 40 años de existencia, los países autoproclamados socialistas de Europa Oriental comenzaron a transitar el camino que los iba a llevar a la economía de mercado y al régimen republicano burgués. La perestroika y la glasnost, las reformas motorizadas por Mijail Gorbachov desde mediados de la década de 1980, sumado a la "Doctrina Sinatra", a partir de la cual cada país miembro del Pacto de Varsovia debía decidir sus asuntos internos y fijar sus horizonte político sin depender de Moscú, hicieron a un lado la "Doctrina Brezhnev", que implicaba la intervención del ejército rojo si algún país satélite pretendía instrumentar reformas que discutieran la autoridad de la “ortodoxia” socialista soviética.
El 25 de octubre de 1989 el portavoz oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores Soviético, Gennadi Guerasimov, en una declaración oficial decía: “Nosotros tenemos hoy la "Doctrina Frank Sinatra". Él tiene una canción I did it my way… Cada país decide sobre cual camino a seguir”. Días después de esta declaración caía el Muro de Berlín.
A partir del “dejar hacer” de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) es que se produjeron las revoluciones denominadas “El Otoño de las Naciones”, que fueron provocando el derrumbe de los regímenes socialistas de Europa Oriental. En Polonia, Alemania Democrática, Checoslovaquia, Hungría y Bulgaria se dieron transiciones al capitalismo de manera pacífica. En Rumania el histórico “Conducator” Nicolae Ceausescu y su esposa Elena Petrescu fueron expulsados del poder y ejecutados por los restauradores en diciembre de 1989. Muchos procesos que habían empezado como movimientos antiburocráticos, sin un claro objetivo, terminaron siendo claramente direccionados, como fue el caso de Yugoslavia, hacia la restauración capitalista.
La Revolución de Terciopelo
A principios de 1977 se hizo pública “La Carta del 77”, que fue una declaración redactada por Vaclav Havel(1), pero firmada por una gran cantidad de artistas, científicos, intelectuales y políticos, en donde se reclamaba que en Checoslovaquia se respetara y llevara a la práctica la adhesión de este país a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos:
“A centenares de miles de hombres se les niega la libertad, son obligados a vivir bajo terror ya que son obligados a vivir bajo el miedo de perder su trabajo, si manifiestan sus opiniones… Instrumento para limitación o total supresión de derechos humanos, es el sistema de opresión mantenido por personas poderosas del Partido gobernante en todos los sectores de la vida, de las organizaciones y de las instituciones”(2).
Vaclav Havel
Poco tiempo después Vaclav Havel fue puesto preso (desde 1979 a 1984) y esta circunstancia no hizo más que acentuar su fama de disidente, adentro y afuera del país, convirtiéndolo en el indiscutido líder del movimiento antiburocrático, pero a la vez en dirigente de la restauración hacia el capitalismo.
Manifestación por la liberación de Havel
En 1987 Mijaíl Gorbachov había realizado una visita a Checoslovaquia “aconsejando” a los líderes del comunismo checoslovaco, Gustáv Husák y por Miloš Jakeš, llevar adelante las reformas económicas y la liberalización política que se estaban implementando en la URSS. Sin embargo este “mensaje” fue ignorado por los líderes del Partido Comunista de Checoslovaquia, quienes prometieron mantener al régimen dentro de la ortodoxia “comunista”.
A fines de 1987, hubo una masiva manifestación por el Día Internacional de los Derechos Humanos que no hacía más que reflejar un reclamo democrático del pueblo checoslovaco que tenía sus fundamentos en la Carta del 77. Un año después, con motivo del 20 aniversario de la Primavera de Praga, se realizaron a lo largo del país varias manifestaciones en contra de la invasión soviética, reivindicando el espíritu revolucionario de aquellos días y denunciando el control político del presente. Durante el mes de noviembre de 1989, luego de la caída del Muro de Berlín, comenzaron a desarrollarse actos y marchas realizadas por estudiantes. El día 16, en la ciudad eslovaca de Bratislava, la policía reprimió una manifestación de estudiantil, lo cual hizo que aumentara el malestar contra el gobierno. Durante esos días de mediados de noviembre se formó el Foro Cívico, organización que agrupó a la mayor parte del arco político opositor (restauracionista) a la burocracia checoslovaca.
El martes 21 de noviembre el secretario general del Partido Comunista de Checoslovaquia, Milos Jakes, condenó a los grupos disidentes y reivindicó al comunismo como la única alternativa válida para el futuro del país por medio de un mensaje televisado. Sin embargo, como una suerte de respuesta, dos días después continuaron las manifestaciones callejeras multitudinarias en Praga, Bratislava, Brno, Kosica y Ostrava, hasta que el 27 del mismo mes se realizó una huelga general, con gran apoyo de la población, que no hacía más que dejar al descubierto la carencia de legitimidad del gobierno.
Afiches contra Milos Jakes
Ante la situación arriba detallada, el último intento de mantener al régimen fue un desesperado llamado a la URSS con el fin de solicitar el apoyo militar de Moscú, pero la respuesta fue negativa. La opción de resistir usando tropas contra la población fue descartada y entonces el gobierno aceptó abandonar el poder modificando la constitución en la mañana del 29 de noviembre, eliminando el monopolio del poder ejercido por el Partido Comunista y abriendo el juego a un modelo multipartidario.
Esta vez, a diferencia de lo sucedido en la sublevación obrera de Alemania Oriental en 1953, la Revolución Húngara de 1956, la Primavera de Praga en 1968 y la Primavera Croata en 1971, la Revolución de Terciopelo tuvo un carácter restaurador.
Los reclamos democráticos se fusionaron con la economía de mercado y el resultado fue una rápida implantación del régimen republicano burgués. Seguramente los pasos dados unos pocos años antes por la URSS, en ese sentido, habían marcado una fuerte tendencia dentro de los regímenes comunistas de Europa Oriental. En 1993 Checoslovaquia terminó dividiéndose en dos repúblicas: Chequia y Eslovaquia.
En definitiva, la Revolución de Terciopelo como el resto de los levantamientos enmarcados en el “Otoño de las Naciones”, puede entenderse como el último acto de un largo proceso de transformaciones antiburocráticas derrotadas, que combinado con importantes retrocesos de la clase obrera occidental posibilitaron el avance de la ofensiva neoliberal en Europa Oriental.
Notas:
1. Nació en 1936 y falleció en el 2001. Hijo de un empresario burgués fue uno de los líderes de que encabezaron la lucha contra el régimen comunista checoslovaco. Escritor y dramaturgo se convirtió en el primer presidente de la Checoslovaquia no comunista y luego lo sería también de la República Checa.
2. Extracto de la Carta de 1977.
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