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Entrevistas. Christian Castillo: “Hay que pensar Malvinas dentro de una política antiimperialista integral”

Sociólogo y docente universitario en la UBA y la UNLP. Diputado nacional y dirigente del PTS.

Liliana O. Calo

Liliana O. Calo @LilianaOgCa

Lunes 1ro de abril 20:45

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Republicanos la entrevista que realizamos a Christian Castillo, sociólogo y docente universitario en la UBA y la UNLP, diputado nacional y dirigente del PTS, al cumplirse los cuarenta años del inicio de la guerra. Nos contaba sobre su primera aproximación y experiencia frente a la guerra, la crisis de la dictadura militar y las consecuencias que dejó la derrota del país frente al Reino Unido. Y pensando en el presente, señalaba “Malvinas no debe ser encarado como un tema aislado sino como parte de una política antiimperialista integral, que solo puede triunfar liderada por la clase trabajadora, y que tiene en el repudio de la deuda externa uno de sus puntos centrales.”

¿Cómo fue tu aproximación al tema de Malvinas? ¿Cuál es tu primer recuerdo de la Guerra?

Mi aproximación es inicialmente vivencial, tengo muy presentes los recuerdos de aquellos días. Tenía 15 años y estaba en tercer año del colegio secundario. Yo iba al Colegio Nacional “Nicolás Avellaneda” en CABA, y ya venía participando de las marchas contra la dictadura y era “contacto” de un compañero un año más grande que era de la juventud del PST, a la que había conocido en los recitales de rock a los que iba asiduamente desde los 13 años, y eran un ámbito de politización juvenil, entre otras cuestiones.

Durante la guerra hubo varias marchas que hicimos de los colegios secundarios a Plaza de Mayo por fuera de las concentraciones generales, organizadas por el activismo que estaba a la vez tratando clandestinamente de dar nueva vida a los centros de estudiantes. En una de ellas recuerdo que fuimos a repudiar la presencia de Alexander Haig, entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos, en el que el gobierno argentino depositaba expectativas para una mediación.

Para muchos de nosotros era claro que estar por la derrota del imperialismo británico en la guerra no implicaba un apoyo político a una dictadura que detestábamos, así como haber estado por la derrota de los Estados Unidos en la guerra en Irak no implicaba apoyar políticamente a Saddam Hussein. Es cierto que en una de las primeras y más masivas concentraciones la mayoría de los manifestantes aplaudió a Galtieri cuando dijo el famoso “si quieren venir que vengan, les daremos batalla”. Pero también lo es que había sectores importantes que coreaban “queremos a los soldados pero a los milicos no” o que las Madres de Plaza Mayo llevaban carteles en sus rondas que decían “las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”. No olvidemos que ya se hacía la marcha de la Resistencia y que el 30 de marzo de 1982, a pocos días del 2 de abril, se había producido la emblemática huelga general con movilización contra la dictadura convocada por la CGT, que tuvo una participación masiva en todo el país. Lo cierto es que la dictadura tuvo que abrir compuertas a la movilización popular durante la guerra, invocando una causa sentida en la población, que ya no pudo cerrar.

La gran mayoría de la población participó en acciones solidarias con los soldados en Malvinas, con colectas, donando alimentos o ropa de abrigo. De ahí la bronca popular cuando se conoció que estas donaciones no llegaban a los soldados que estaban en las islas. Muchas veces me pregunto también sobre la esquizofrenia que habrá significado para un régimen que sostenía estar librando el capítulo argentino de la “tercera guerra mundial” (la “guerra fría” contra el comunismo) y que había enviado asesores a Centroamérica a participar tanto de la represión en El Salvador, Honduras y Guatemala como del entrenamiento de la guerrilla “contra” en Nicaragua, terminar enfrascado en una guerra contra una potencia imperialista de la OTAN y levantando banderas antiimperialistas, reivindicando el apoyo de Cuba y Libia al reclamo argentino o pidiendo ayuda militar a la Unión Soviética. Con movilizaciones en distintos países de América Latina apoyando a nuestro país en base a planteos anti imperialistas, y otras en Gran Bretaña de quienes se oponían por izquierda a su propio gobierno.

¿Cuáles son los fundamentos del reclamo de soberanía argentina? ¿Qué significa para la región desde el punto de vista estratégico?

Los fundamentos más históricos se remiten a la herencia territorial del Estado argentino de los dominios anteriormente españoles. Malvinas expresa una de las situaciones coloniales condenadas por la ONU y, estratégicamente, implica la existencia de una base de la OTAN a pocos kilómetros del continente y con una ubicación central para la ocupación del continente antártico. La derrota argentina en la guerra reforzó la decisión británica de mantener la ocupación del territorio y aumentar su presencia militar. Lo cierto es que la dictadura actuó motivada por tratar de desviar el creciente descontento popular en su contra, confiando en que Estados Unidos no jugaría a favor de Gran Bretaña debido al apoyo que la dictadura le había dado al imperialismo yanqui en Centroamérica.

Es cierto que el plan militar de ocupar Malvinas para después negociar las condiciones de la soberanía existía desde hacía tiempo, pero no creo que la decisión pueda separarse de la debilidad a la que se enfrentaba Galtieri, en medio de una crisis económica en aumento y un descontento popular creciente, lo que da cuenta del carácter aventurero de la decisión tomada por la Junta Militar. Los militares hicieron un cálculo facilista que se vio desmentido por los hechos. Ni siquiera incautaron los bienes de las empresas inglesas presentes en Argentina. Enviaron al frente a soldados conscriptos con bajo nivel de preparación para un enfrentamiento de estas características contra soldados profesionales, y la dirección militar de la guerra fue muy deficitaria, por decir lo menos. Fue pura improvisación de fuerzas armadas capaces para reprimir a su propio pueblo pero ineptas para enfrentar militarmente a una potencia imperialista como Gran Bretaña, más allá de la valentía que mostraron los pilotos de la Fuerza Aérea y otros combatientes.

Dicho esto, no es que para los británicos la operación fuera sencilla en un comienzo. Gran parte del gabinete de Thatcher opinaba que enviar la flota a Malvinas era una aventura, y fue por casualidad que los aviones argentinos no hundieron al buque británico que era central para la logística de la operación. Así mismo Thatcher se benefició de la cobertura que le dieron los Estados Unidos, tanto brindándole inteligencia como apoyo político ante el crimen de guerra que significó el hundimiento del crucero General Belgrano, que se encontraba fuera de la zona de exclusión, realizado con la intención de impedir la búsqueda de una salida negociada que estaba realizando Belaúnde Terry. Visto en el terreno internacional, la victoria británica le permitió asentarse al gobierno thatcherista y avanzar con sus políticas neoliberales en su país y a nivel internacional. También tuvo un efecto de disciplinamiento hacia los países oprimidos en momentos en que existía una importante crisis de deuda, que tendría su principal expresión en la moratoria decretada por México en agosto de 1982. Esta dimensión internacional de la guerra es dejada de lado en muchos análisis.

¿Qué política tuvieron los gobiernos constitucionales pos dictadura frente a Malvinas?

Así como la derrota argentina en la guerra aceleró la descomposición del régimen dictatorial creó a la vez una conciencia derrotista respecto de cualquier enfrentamiento con una potencia imperialista. Los gobiernos constitucionales reforzaron esa conciencia para justificar sus concesiones al imperialismo en todos los terrenos, empezando por el de la deuda externa. Alfonsín, que en campaña había planteado que iba a separar la deuda legítima de la deuda ilegítima y coqueteó con una moratoria y un club de deudores, terminó aceptando el total de la deuda contraída por la dictadura, incluyendo la estatización de la deuda privada realizada por Cavallo y siendo los propios bancos los que decían cuánto era lo que se debía. Después de un tira y afloje inicial aceptó las condiciones impuestas por el FMI y se sometió a los planes Brady y Baker, que terminaron en la hiper inflación. Para los soldados ex combatientes no hubo prácticamente reconocimiento alguno. Solo utilizó el calificativo de “héroes de Malvinas” para referirse a los “carapintadas” liderados por Aldo Rico y justificar la ley de obediencia debida. En el caso de Menem el pro imperialismo fue completo. La política de “seducción” de los kelpers acompañó las “relaciones carnales” con el imperialismo yanqui y la condición de “aliado extra OTAN” para nuestro país, incluyendo el envío de tres naves a la primera Guerra del Golfo como parte de la coalición encabezada por Estados Unidos. A la vez, producto de una gran lucha de los ex combatientes les dio reparaciones económicas parciales buscando contener sus reclamos, como parte de su política para tratar de cooptar distintos movimientos que podían ser críticos a su orientación más general. Esta política no tuvo cambios centrales en el gobierno de De la Rúa. Después de la rebelión del 2001, los gobiernos kirchneristas tuvieron un giro discursivo en el tema Malvinas cuestionando la política de Menem en este terreno pese a que habían sido parte de ese mismo gobierno en la gobernación de Santa Cruz en los ’90. La misma Cristina Fernández había defendido en la Convención Constituyente de 1994 lo hecho por el menemismo en el terreno económico, como expresión de la supuesta capacidad para gobernar del peronismo. Con Macri hubo una búsqueda de mayor acercamiento con Gran Bretaña, pero sin resultados, ya que a diferencia de lo que ocurría antes de la guerra, cuando la clase dominante y el sistema político británico estaban divididos sobre qué hacer respecto de las Malvinas, hoy hay consenso en mantener el control británico de las islas en base a una mayor presencia militar. El gobierno de Alberto Fernández por su parte ha reforzado retóricamente el reclamo de soberanía pero prácticamente como un acto ritual.

¿Qué posicionamientos surgieron en la izquierda frente a la guerra? ¿Era posible estar del lado de Argentina sin apoyar a la dictadura?

Mientras la posición del Partido Comunista, que antes y después de Malvinas bregaba por la “convergencia cívico-militar”, sostenía el planteo de “paz con soberanía”, la posición mayoritaria en la izquierda trotskista de nuestro país fue (principalmente el PST y Política Obrera) estar en el campo militar argentino contra el imperialismo británico, sin dar apoyo político a la dictadura, proponiendo una política alternativa para derrotar a Thatcher, en base a considerarla una “guerra justa” de un país semi colonial frente a una potencia imperialista integrante de la OTAN.

En este marco se produjo entre estas fuerzas una polémica por la posición ante los actos convocados como parte de la visita al país durante la guerra del Papa Juan Pablo II, uno de los pilares junto a Reagan y Thatcher de la ofensiva neoliberal. Una visita que fue parte de una presión política internacional para forzar la capitulación argentina. El PST criticó al PO, correctamente a mi entender, por haber llamado a participar en dichos actos con la política de “cambiarle el contenido”. A su vez el PO cuestionaba al PST, también con razón a mi juicio, por no denunciar con énfasis el carácter aventurero de la acción de la dictadura. Por otro lado hubo otros sectores de izquierda, sobre todo en la intelectualidad, que sostuvieron su oposición a la guerra, basándose en el carácter dictatorial del gobierno argentino y la denuncia de su utilización demagógica del nacionalismo. Parte de estos sectores sacaron la conclusión que la caída de la dictadura fue gracias a la victoria imperialista, cuestión que disminuye el papel de la resistencia al régimen genocida previa a la guerra, que lo había ido debilitando, y a la vez no da ninguna importancia al retroceso en la conciencia antiimperialista de la población que implicó el triunfo británico. Personalmente creo que era correcto estar por la derrota británica en la guerra pero a la vez había que ser completamente crítico de la Junta Militar, denunciando el carácter aventurero de la acción emprendida por la dictadura, bregando porque la movilización desarrollada producto de la guerra superase y derrotase al propio régimen militar.

¿Cuál es la importancia de Malvinas en el presente? ¿Qué significa pensar las Malvinas hoy?

Creo que es relevante, en primer lugar, en tanto existe hoy en Malvinas una base de la OTAN que es una amenaza para cualquier proceso de lucha antiimperialista que se desarrolle en nuestro país o en otro del Cono Sur. Sigue siendo un reclamo anti colonial completamente legítimo. A la vez creo que muestra que el fin de esta situación colonial no vendrá de un golpe de mano aventurero como el que intentó dar la dictadura ni por la genuflexión frente al imperialismo de distintos gobiernos posteriores. Malvinas no debe ser encarado como un tema aislado sino como parte de una política antiimperialista integral, que solo puede triunfar liderada por la clase trabajadora, y que tiene en el repudio de la deuda externa uno de sus puntos centrales.

La victoria británica tuvo un efecto de disciplinamiento hacia los países oprimidos en momentos en que existía una importante crisis de deuda, que tendría su principal expresión en la moratoria decretada por México en agosto de 1982. Esta dimensión internacional de la guerra es dejada de lado en muchos análisis.

Acerca del entrevistado

Christian Castillo es sociólogo y docente universitario en la UBA y la UNLP. Dirigente Nacional del PTS. Publicó Estado, Poder & Comunismo (Imago Mundi, 2003) y La Izquierda frente a la Argentina kirchnerista (Planeta, 2011), así como decenas de artículos sobre teoría y política.


Liliana O. Calo

Nació en la ciudad de Bs. As. Historiadora.

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