En el marco de la lucha internacional de mujeres del 8 de marzo, recordamos una de películas independientes olvidadas más significativas sobre la lucha colectiva de las mujeres obreras.
Jaime Castán @JaimeCastanCRT
Martes 6 de marzo de 2018 19:23
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“La sal de la tierra” o “The Salt of the Earth” en su título original, es una película estadounidense de 1954 dirigida por Herbert J. Biberman que narra los acontecimientos ocurridos durante la histórica huelga minera de 1951 contra la Empire Zinc Company en Grant County (New Mexico) y el papel protagonista de las mujeres en la misma. Aunque en la película la compañía es nombrada "Delaware Zinc" y la localidad de los hechos “Zinctown”. De un estilo neorrealista el film parece por momentos un documental, con una narración simple, pero abordando distintas problemáticas y lanzando mensajes de profundo calado.
En estos días de auge del movimiento combativo de las mujeres y frente al cine comercial hollywoodiense, “La sal de la tierra” es un magnífico testimonio histórico y un cine social con un fuerte alegato feminista. A días de la celebración de la 90 Edición de los Premios Oscar, donde se ha valorado el cine actual y comercial del último año, hemos podido ver películas donde las mujeres ocupan un espacio importante, pero dentro de perspectivas profundamente individualistas o incluso repitiendo viejos estereotipos.
Como ejemplos de lo anterior podríamos nombrar a “Lady Bird”, que calificándola de “conservadora” nos quedaríamos cortos; o “Three Billboards Outside Ebbing, Missouri”, donde si bien el personaje protagonista Mildred Hayes (interpretada magníficamente por Frances McDormand) es interesante, a ratos nos parece recordar al rol más que trillado de tipo duro al “estilo Clint Eastwood”, eso sí, con la novedad de que es un personaje femenino.
Rescatamos de este modo la película de Herbert J. Biberman, ya que a pesar de la escasez de medios y de tener ya 64 años, ha envejecido de forma magnífica, porque derrocha fuerza, con un mensaje combativo y de esperanza. No es casualidad que el personaje protagonista se llame así: “Esperanza”.
Una película rompedora hecha a contracorriente
Antes de entrar a hacer un pequeño comentario sobre el contenido de la película, es importante comentar el contexto en el que fue realizada. En plena época del “macartismo” y de las “cazas de brujas” en EEUU, la película y los participantes en ella fueron duramente perseguidos. Tanto el director Herbert J. Biberman, como el guionista Michael Wilson o el productor Paul Jarrico formaron parte de las “listas negras” de Hollywood. De hecho, para tratar que la película no pudiera ser realizada, deportaron en pleno rodaje a la actriz principal, Rosaura Revueltas, quien interpretaba a Esperanza Quintero, teniendo que terminar la película en el extranjero.
Estas dificultades se unían a los obstáculos en los medios disponibles, como refleja el reparto de la película. De todas las actrices y actores, tan sólo cinco eran profesionales, el resto era población local o miembros de la “International Union of Mine, Mill and Smelter Workers”, organización que además ayudo en la financiación de la película. Tal es así, que el papel principal de Ramón Quintero, esposo de Esperanza y líder de la huelga, fue interpretado por Juan Chacón, quien era en la vida real el presidente del sindicato local.
«¿Cómo iniciar una historia que no tiene principio?»
Con estas palabras empieza a narrar en voz en off la protagonista de la historia, Esperanza Quintero, reflejando la dificultad de expresar años y años de injusticia social.
Dentro del relato de los meses y meses que duró la huelga, se entremezclan varias cuestiones y planos. Desde la vida dura y humilde de las familias mineras, pasando por el rol imperialista en la región de los EEUU, la discriminación que sufren los obreros mexicanos con respecto a los “anglos” (o blancos de origen anglosajón) hasta la discriminación y opresión que sufren las mujeres. El mensaje final: la unidad obrera y la solidaridad se impone en su lucha contra la desigualdad, enfrentando no sólo las opresiones y explotaciones externas que ejerce la compañía, sino también derrumbando los prejuicios y discriminaciones dentro de la propia clase obrera.
Sin dar demasiados detalles para no revelar contenidos de la película, tan sólo destacar el contenido feminista y rompedor de una película que, no lo olvidemos, es de 1954. Al inicio del conflicto las mujeres apoyan a los mineros, pero son relegadas a un papel secundario, ocupándose de las tareas reproductivas y del cuidado de los hijos. Sin embargo, conforme se desarrolla la historia y la huelga, las mujeres van cobrando un protagonismo cada vez mayor al tiempo que los roles de género se van alterando profundamente.
Las mujeres van rompiendo su rol de sumisas para tratar no sólo de apoyar las reivindicaciones de sus maridos y del sindicato minero, sino también de imponer sus propias reivindicaciones y demandas. A su vez, son las propias mujeres las que ponen en cuestión las actitudes machistas de sus compañeros y esposos, así como del sindicato. De esta manera, la película muestra cómo la experiencia colectiva en la lucha por una vida digna desarrolla la conciencia de unas familias obreras que se fortalecen a partir de la solidaridad.
Terminamos citando un diálogo que tiene Esperanza, la protagonista, con su marido Ramón, cuando éste no acepta y no reconoce a su esposa como compañera en la lucha:
«¿Por qué tienes miedo de aceptarme como amiga? … Es verdad, no lo sabes. ¿Es que no has aprendido nada de esta huelga? ¿Por qué temes que yo luche a tu lado? ¿Aún crees que puedes tener dignidad si yo no tengo? … Sí, hablo de dignidad. Los patronos te menosprecian y por eso los odias, te dicen “quédate en tu sitio sucio mexicano”. ¿Por qué me dices a mí que me quede en mi sitio? ¿Te sientes mejor si hay alguien inferior a ti? ¿A quién tendré que pisotear yo para sentirme superior? ¿Y de qué me servirá? No quiero que nadie se sienta tan inferior como yo, quiero levantarme y luchar para que todos avancemos. Si no lo entiendes eres un tonto, porque no puedes ganar esta huelga sin mí ¡No ganarás nada sin mí!».