En Tucumán, son muchas las mujeres que trabajan en los llamados dispositivos alimentarios, en distintas zonas y localidades de la provincia a modo de voluntarias. ¿Por qué ellas que trabajan en comedores escolares, infantiles, comunitarios, cocinas comunitarias, centros de cuidado y nutrición infantil, merenderos, no reciben remuneración alguna?
Jueves 17 de junio de 2021 07:30
En la provincia las mujeres que trabajan en distintos tipos de comedores, a lo largo y ancho de las localidades y departamentos, lo hacen como voluntarias. Ellas llevan a cabo una tarea de sostén fundamental, cuyo rol es garantizar un plato de comida en muchos casos a familias enteras.
Las llamadas tareas de cuidado o tareas de reproducción, son tema de debate del feminismo en Argentina en las últimas décadas. Con la creación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, el debate comenzó a escucharse además en los discursos de ministras, funcionarias y asesoras. Hace más de un año el gobierno dice que está elaborando una “ley de cuidados”, donde se prevería la creación de un Sistema Integral de Cuidados con Perspectiva de Género.
Mucho se habla de los cambios de paradigma, de la creación de dispositivos para analizar, cuantificar, etc. Pareciera que el estado querría hacerse cargo de las tareas de cuidado, domésticas y de reproducción que representan un 16% del PBI del país. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Por qué las mujeres que trabajan en comedores escolares, infantiles, comunitarios, cocinas comunitarias, centros de cuidado y nutrición infantil, merenderos, no reciben remuneración alguna? ¿Por qué las más de 500 mujeres que garantizan en Tucumán la alimentación de más de 200 mil familias, lo hacen gratis y el Estado no las reconoce como trabajadoras?.
Pareciera que el gobierno reproduce el mal que en teoría quiere combatir, cuando les dice a estas mujeres que cocinen grandes cantidades de comida, todos los días, que sostengan esta política pública de la que tanto Manzur como Jaldo hacen mucho alarde. ¿Sera que deben trabajar cocinando y limpiando gratis solo porque son mujeres? ¿O además es porque pertenecen a los sectores populares?.
Las tareas de cuidado son mayoritariamente responsabilidad de las mujeres, un rol basado en mandatos patriarcales que utiliza el capitalismo para evitar costearlos y de los que se benefician empleadores privados y estatales.
Por un lado nos encontramos con la retórica del Gobierno nacional de Alberto Fernández, por otro con la realidad: las mujeres de estos espacios se levantan todos los días muy temprano para garantizar no solo la alimentación de su familia sino de barrios enteros, juegan un rol clave en sus comunidades, poniéndose a la cabeza de resistir crisis económicas y ahora pandemia, contienen y ayudan a niños, jóvenes y ancianos.
¿Qué porcentaje del PBI ocupará este trabajo voluntario no remunerado? Lo cierto es que este voluntariado adquiere distintas formas a lo largo y ancho de la provincia. Algunas lo hacen a modo de trabajo por ser beneficiarias del Potenciar Trabajo, por el que cobran solo $12.600 mensuales, otras son empleadas municipales no registradas que cobran entre $4000 a $8000 pesos, mientras el salario mínimo vital y móvil es de $25.572, y la canasta básica alimentaria ronda los $62.958.
La mayoría de estas mujeres suelen ser sostén de familia, y la prioridad es por supuesto llevarle comida a su familia, por un lado, pero por otro, existe una profunda solidaridad de clase, quieren ayudar a las demás personas de su barrio que pasan por dificultades semejantes a la suyas.
En cualquiera de los casos, si bien los comedores barriales son autónomos, reciben un subsidio del Estado a través del Ministerio de Desarrollo Social, para poder sostener la cocina a diario, y poder garantizar un derecho mínimo e indispensable como lo es el de la alimentación, derecho al que hoy miles de personas en Tucumán y en todo el país, no pueden acceder debido al alto costo de los alimentos y la enorme desocupación.
Entonces si es un derecho que el Estado debe garantizar ¿Por qué estas mujeres trabajan gratis? Bajo el argumento de la “responsabilidad social”, el gobierno sostiene esta situación. Como si fuera igual la responsabilidad que tiene un Gobierno que paga millones al FMI, que deja pasar despidos y que aplica un ajuste sobre la población, que la “responsabilidad civil” de las organizaciones sociales, o los individuos.
La historia de los comedores comunitarios en Tucumán está vinculada con las altas tasas de desnutrición infantil en la provincia. Muchos de estos comedores surgieron de manera autónoma en el 2001, al calor de las asambleas populares y el movimiento piquetero, otros abrieron en los 90, cuando el menemismo destruyó miles de puestos de trabajo y llevo a muchas familias trabajadoras a la pobreza al privatizar muchos servicios que gestionaba el Estado.
Otros incluso abrieron en los 70, ante el cierre de 11 ingenios en la provincia llevado a cabo por la Dictadura de Onganía en el 66, que llevo a índices históricos de desocupación y pobreza. Estos comedores se abrieron de la mano de la resistencia, la clase trabajadora organizo su supervivencia.
La conclusión que se desprende de los aspectos más históricos, es la consecuencia visible: la pobreza estructural en Tucumán. Sin duda alguna, a lo largo de décadas, en momentos de crisis y ajuste, las mujeres son las primeras en ponerse al frente. Pero, ante esta relación entre las tareas de cuidado y la situación laboral y de pobreza de las mujeres, cabe una pregunta más: ¿Las iniciativas propuestas por el Gobierno nacional dieron una respuesta concreta a esta desigualdad?