Para el titular del Arzobispado de La Plata, el excapellán penitenciario y múltiple abusador de menores se mató “después de largos meses de enorme tensión y sufrimiento”. La respuesta de organizaciones de sobrevivientes.
Daniel Satur @saturnetroc
Martes 17 de diciembre de 2019 14:05
Eduardo Lorenzo y Víctor Fernández | Foto Arzobispado de La Plata
Este martes el Vaticano anunció el fin del llamado “secreto pontificio” en casos de abusos sexuales, es decir el supuesto levantamiento de las reglas internas de la Iglesia que garantizan la impunidad y la perpetuación de estos crímenes eclesiásticos extendidos por todo el planeta. Puro doble discurso.
El nivel de cinismo, hipocresía y complicidad de la máxima jerarquía católica con los criminales de sotana no tiene límites. Y allí está para demostrarlo con total claridad el caso del suicidado excapellán general del Servicio Penitenciario Bonaerense Eduardo Lorenzo.
Este lunes, tras conocerse públicamente que había una orden de detención en curso en el marco de una causa por múltiples abusos sexuales agravados y corrupción de menores, Lorenzo apareció muerto en su “suite” de la sede central de Cáritas La Plata, ubicada en la calle 4 entre 49 y 50.
Según confirmó a este medio y a Pulso Noticias la fiscal de turno, Ana Medina, el cadáver del cura presentaba un disparo en el pecho, sobre la tetilla izquierda. A su lado, en el piso, un viejo pistolón calibre 32. Más lejos, sobre una mesa, una nota que decía “cuando me muera comuníquense con...”, seguido de una serie de nombres y números de teléfono (entre ellos el de su abogado y amigo íntimo Alfredo Gascón). Debajo de la nota había otros papeles que serán peritados, según anticipó la fiscal.
Medina es la titular de la UFI nº1 de La Plata. Es quien desde 2008 tenía a su cargo la causa por abusos sexuales cuyo único imputado era Lorenzo. Ella fue quien la archivó en enero de 2009 (sin prácticamente investigar nada) y quien la desarchivó en marzo de este año ante el pedido de los denunciantes y la presión social que generaron las declaraciones públicas de parte de las víctimas.
Paradojas de la vida (o de la muerte) a Medina le tocó en la noche de este lunes estar de turno, tras una licencia de una semana, y ser quien tomara el caso por “averiguaciones de causales de muerte” del hombre que tantos dolores de cabeza le había causado y cuyo cuerpo yacía desde la tarde en una de las habitaciones de la casona de Cáritas.
Podés ver todas las alternativas del caso Lorenzo en esta coproducción de Pulso Noticias y La Izquierda Diario
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En la escena del hecho, entre efectivos de la Policía Científica y colaboradores de la Fiscalía, Medina se cruzó (según ella sin intercambiar palabras) con las dos máximas autoridades de la Iglesia de La Plata, el arzobispo Víctor “Tucho” Fernández y su obispo auxiliar Alberto Bochatey. La presencia de ambos no podía sorprender. Ellos fueron, junto al arzobispo emérito Héctor Aguer y demás jerarcas de la curia platense, convencidos y consecuentes encubridores de Lorenzo. Hasta el final.
Con la muerte de Lorenzo, formalmente, se cierra una causa sobre la que mucho se habló a lo largo de este año, tanto en los Tribunales, como en altas dependencias del Poder Ejecutivo provincial y a nivel periodístico. Por segunda (y última) vez el expediente se archiva. Por segunda vez, judicialmente hablando, el depredador sexual queda impune y sus víctimas sin respuestas.
Comunicado provocador
Mientras Fernández y Bochatey deambulaban con pose apesadumbrada por las instalaciones de Cáritas mientras la Policía peritaba el cadáver y el entorno, la oficina de prensa del Arzobispado platense difundía un comunicado firmado por el propio Fernández y destinado al historial de la vergüenza de la Iglesia católica.
El texto decía “queridas hermanas y hermanos de la Comunidad arquidiocesana, ante la muerte de nuestro hermano Eduardo Lorenzo, que se quitó la vida después de largos meses de enorme tensión y sufrimiento, solamente nos cabe unirnos en oración por él para que el Dios de la vida lo reciba en el amor infinito. El mismo Señor nos ayudará a comprender algo en medio de este misterio oscuro, y nos enseñará algo aún a través de este dolor”.
Poco después, ante una catarata de insultos de usuarias y usuarios de las redes sociales, el comunicado fue eliminado de las cuentas oficiales del Arzobispado. En la mañana de este martes a curia platense volvió a difundirlo, ahora “ampliado” con otro párrafo, igual de provocador. O más.
“Acompañamos con la plegaria a sus familiares, amigos y a quienes lo apreciaban como sacerdote. Más allá de que no se había concluido un juicio por las acusaciones presentadas, también oramos por quienes puedan haberse sentido ofendidos o afectados por él. En breve intentaremos anunciar el horario de la Santa Misa por su eterno descanso”, dice el comunicado que finaliza con un “los abrazo a todos con afecto en Cristo” y la firma de Fernández.
Las palabras del arzobispo, mano derecha de Jorge Bergoglio en Argentina desde hace muchos años, no requieren de mayor análisis. Un liso y llano encubrimiento oficial post mortem, rayano con la apología del delito.
La voz de víctimas sobrevivientes
Durante todo el proceso judicial que tuvo a Lorenzo como imputado, la jerarquía católica combinó de forma planificada el encubrimiento al cura con el ninguneo, el desprecio y hasta la persecución hacia víctimas, denunciantes y testigos. Este medio lo fue demostrando en todo momento. Y todo ello con la complicidad de altos funcionarios judiciales y políticos de la provincia de Buenos Aires.
Frente a semejante aparato encubridor, cobra enorme valor la lucha constante y consecuente de las organizaciones de víctimas y sobrevivientes de abusos en la Iglesia.
Ante la noticia del suicidio de Lorenzo, la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina (que integran parte de los querellantes) denunció que “la muerte no repara el daño” y que “lo único que repara el daño causado a las víctimas es la justicia”. A su vez afirmó que la muerte del cura “confirma que los sobrevivientes dijeron y dicen siempre la verdad”.
La Red agrega que Lorenzo “llevó a cabo un acto final a la medida de las características señaladas en la pericia” psicológica oficial que se le hizo a pedido de la fiscal Medina. Y que este desenlace “fue posibilitado por la dilación de la Justicia, intolerable para los sobrevivientes, y por la maniobra de su defensa que permitió que permaneciera libre a pesar del pedido de prisión”.
En respuesta a lo difundido por el Arzobispado de La Plata, la Red afirma que “las únicas víctimas son los sobrevivientes del cura Eduardo Lorenzo”.
En coincidencia, la Asociación Iglesias Sin Abusos (ISA), cuya referente es la platense Julieta Añazco, se solidarizó “con los sobrevivientes y las víctimas del presbítero Eduardo Lorenzo que, ante su suicidio, se encontrarán sin justicia”.
Para ISA, la impunidad de Lorenzo es “consecuencia de la dilación del proceso judicial y la falta de medidas pertinentes, como su detención, necesarias para prevenir eventuales acciones que puedan dañar a sí, a terceros o la marcha del proceso”.
El comunicado de Iglesias Sin Abusos lleva la adhesión de otras organizaciones y especialistas en la materia.
Como ya se dijo acá este lunes, la fiscal Ana Medina deberá determinar si, efectivamente, fue Lorenzo quién decidió quitarse la vida o si su muerte se produjo por acción de una tercera persona. Ambas hipótesis son posibles. Por un lado, pese al encubrimiento sostenido del Arzobispado, el cura se estaba quedando cada vez más solo y sin el poder que supo detentar durante décadas. Por otro, al haber acumulado demasiada información y vínculos poderosos, no se puede descartar que alguien de su entorno lo haya obligado a callar para siempre.
Mientras tanto, la máxima autoridad de la Iglesia de La Plata decidió sostener post mortem el encubrimiento y la complicidad con los crímenes del ahora fallecido sacerdote. Encima lo hace pasar por víctima. Y hasta le organizará misas de homenaje.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).