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ARABIA SAUDITA. Con ayuda de Trump, la monarquía saudí sobrevive al asesinato de Khashoggi

Mientras que Turquía afirma que el cuerpo del periodista fue desmembrado y disuelto por saudíes, Trump pretende desviar el foco hacia Irán para terminar de salvar a la monarquía Saudí.

Juan Andrés Gallardo

Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1

Viernes 2 de noviembre de 2018 16:26

Un asesor del presidente de Turquía dijo este viernes que el equipo que asesinó al conocido periodista saudí Jamal Khashoggi en Estambul descuartizó su cuerpo para disolverlo y deshacerse de él más fácilmente.

Lo que parecía ser un escándalo que podía llevarse puesto al príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, terminó en una mezcla de versiones de supuestos servicios de inteligencia y altos mandos saudíes que habrían actuado sin el conocimiento de Salman.

Es una versión ridícula y que nadie cree, pero es apoyada por EE.UU. y Trump en particular que dijo que podría imponer algunas sanciones a Arabia Saudita por el asesinato del periodísta pero que de ninguna manera modificaría la alianza que mantiene con la monarquía.

El apuro del príncipe heredero por sacarse de encima el problema, echando la culpa a algunos de los miembros de su círculo cercano, solo es comparable con la necesidad de Trump de eliminar el tema en medio de la campaña por las elecciones legislativas que se realizarán el martes en Estados Unidos.

Así Trump fue dando crédito a cada una de las inverosímiles versiones de Salman, y luego optó por desviar el tema hacia la imposición completa de sanciones contra Irán. El país persa es el señalado por Trump como uno de los principales enemigos de Estados Unidos y tanto le sirve para sacar del radar de las noticias a la monarquía saudíta como para hablarle a su base nacionalista de cara a las elecciones de medio término.

Para dejar en claro que busca el impacto electoral del tema, este viernes publicó una imagen en su Twitter como si se tratara de una publicidad de película en la que anuncia las saciones que está por lanzar contra Irán.

La operación es tan evidente que cuenta con el respaldo de Israel, otro de los aliados claves en la región, e interesado en limar el poder regional que Irán ganó en los últimos años. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu salió a decir que repudiaba el asesinato de Khashoggi pero que había que garantizar la estabilidad en Arabia Saudita, y que el principal enemigo y problema en la región era Irán.

Este objetivo es compartido tanto por Estados Unidos, como por Israel y Arabia Saudita. Éste último incluso mantiene una guerra genocida contra la población de Yemen, utilizando tecnología estadounidense, como parte de su pelea indirecta con Irán, que apoya a los grupos que hace unos años se hicieron con el poder, tras desplazar al títere de Arabia Saudita.

Trump aprovechó el asesinato de Khashoggi para exigirle a Salman que baje la intensidad de los ataques a Yemen, un tema que ya se ha vuelto espinoso con críticas tanto en la ONU como en el interior de EE.UU. Por fuera de eso, mantiene su total apoyo a la monarquía y desvía el eje hacia Irán.

En esa linea se expresó el Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, que dijo el jueves que pasarán "unas semanas más" antes de que Washington tenga evidencia suficiente para imponer sanciones a Arabia Saudita. Es decir patear el conflicto para después de las elecciones en Estados Unidos y a su vez esperar a que se enfríe el tema en el resto del mundo.

Pompeo también habló sobre Irán y confirmó las sanciones en su contra para hundir los ingresos de Teherán, y golpear lo más posible su poderío regional.


Juan Andrés Gallardo

Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario

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