Este 29 de mayo, se cumple un nuevo aniversario del Cordobazo, con la clase obrera en la calle.
Viernes 29 de mayo de 2020 01:05
Gustavo Barrera
Estamos atravesando un momento particular de la clase obrera en Córdoba. Hasta hace unas semanas atrás, el peronismo de la provincia estaba decidido a sacar tajada del primer aniversario de su amplio triunfo electoral, donde ganaron nuevamente la provincia, y luego de 20 años, la capital. Para este triunfo contaron con el apoyo abierto del kirchnerismo.
Parte medular de su plan es avanzar en el recorte de conquistas que mantienen sectores importantes de las y los trabajadores en la provincia. La necesidad de estos ataques radica en dar respuesta a una muletilla que usan reiteradamente las patronales, el llamado “Costo Córdoba”, que es repetida incansablemente por los representantes del llamado “Partido Cordobés”. Se trata de la coincidencia de los sectores más conservadores tanto del radicalismo como del peronismo, que se han alternado el poder desde 1983.
Se ha creado todo un mito donde supuestamente, entre otras cosas, los altos salarios y conquistas que posee un sector importante de trabajadores sería responsable de que no lleguen más inversiones y se genere así, más trabajo. Entonces se repiten constantemente distintas excusas: la tarifa de la luz sería cara por los altos sueldos de empleados de EPEC; los impuestos serian excesivos porque tienen que mantener a muchos empleados con salarios altos, el transporte sería de pésima calidad debido a que los colectiveros trabajan siete horas, por lo cual el servicio deja de ser rentable, y así sucesivamente.
Lo cierto es que estas conquistas se mantuvieron con fuertes peleas y resistencia de las y los trabajadores. Los medios masivos, escribas de las patronales en muchas oportunidades, transmiten la idea que se trataría en realidad de privilegios. Acusan a la UTA y Luz y Fuerza de tener convenios anacrónicos y que no están adaptados a los nuevos tiempos.
Tal vigencia mantiene el Cordobazo, luego de que, 50 años después, el objetivo de los gobernantes y patronales sea tirar abajo los convenios logrados tras la nueva correlación de fuerzas que abrieron las jornadas de mayo del ´69. La persecución de los militares y las bandas paraestatales, que tuvo entre sus objetivos precisos a los dirigentes y activistas de estos gremios, no fue suficiente para doblegar a los trabajadores. Tampoco lo fue la fragmentación sobre la clase obrera que se impuso desde el menemismo a esta parte.
El Gobierno de Schiaretti y Llaryora tiene pies de barro
Pero más allá del repaso histórico, están saliendo a la luz la fragilidad con la que se mantienen el gobierno provincial y municipal. La recaudación está cayendo en picada producto de la parálisis general, pero afecta en particular a Córdoba por el alto endeudamiento en dólares. La sombra del default persigue a Schiaretti que, producto de la devaluación, vio triplicar su deuda en dos años. Los vencimientos más fuertes comienzan en 2021 y ya comenzó la emisión de bonos para pagar a distintos proveedores del Estado.
Si este ataque al conjunto de los trabajadores estatales triunfa, va a significar el aval tácito para que las patronales del sector privado ataquen en toda la línea a sus trabajadores. Estamos frente al preámbulo del plan conjunto de la burguesía y el gobierno. Los despidos ya se cuentan por miles, hay decenas de locales comerciales que cierran cada día. También, crecen de forma alarmante los índices de pobreza. Los referentes de las organizaciones populares que tienen comedores, coinciden en que hubo un fuerte incremento de personas que asisten a los mismos.
El gobierno intentó una policialización de la provincia, con la excusa del cumplimiento estricto de la cuarentena, reprimió a trabajadores, como en Jesús María, o intento judicializar e impedir distintas protestas, como la de la red de precarizados, la asamblea Ni Una Menos o el Polo Obrero.
Hubo distintas movilizaciones, como la del SUOEM al Concejo Deliberante o la de choferes de UTA al municipio, que tuvieron la imputación de decenas de manifestantes, esto mientras se ataca o directamente no se pagan los salarios.
Algo empieza a cambiar
La impresionante caravana de alrededor de 3 mil autos, en apoyo al personal de salud imputado por el brote del geriátrico de Saldán, y en reclamo por mejores condiciones de trabajo, fue el hecho que termino de inclinar la balanza.
La multitudinaria manifestación de los trabajadores municipales, organizada de manera semiclandestina, fue reflejo de esto. Se multiplican acciones contra la reforma jubilatoria que se aprobó con un centro vaciado y un operativo policial pocas veces visto.
Según editorialistas de La Voz, la principal preocupación en Casa de Gobierno pasa por “que las diversas protestas gremiales y sectoriales que se esparcen por Córdoba se unifiquen en un único reclamo.”
El gobierno es consciente de que la clave para su plan es mantener en la inmovilidad y la división a todos los sectores populares. Para esto cuenta con grandes amigos en las conducciones gremiales que, “hacen como que pelean” para después intentar llevar a los trabajadores detrás del peronismo cordobés. Siempre van a encontrar, en el macrismo un “mal peor”. Lo paradójico es que las propuestas de los candidatos de Macri en Córdoba, son idénticas a las que lleva adelante Schiaretti. El paro por sectores y la protesta judicial es una vía muerta. Urge realizar aquello que tanto temen Schiaretti y el intendente Llaryora, un paro general en toda la provincia que unifique las demandas del conjunto del pueblo trabajador incluyendo a pequeños comerciantes arruinados por la crisis, trabajadores precarios sin representación sindical y desocupados.
¿Integrarse al Cordobesismo o crear una alternativa independiente?
El kirchnerismo cordobés aparece desdibujado en este momento. Por un lado, se encuentran aquellos que vienen militando desde los primeros gobiernos kirchneristas, quienes siempre tuvieron una relación oscilante entre el enfrentamiento y la subordinación al peronismo cordobés, siempre de acuerdo a las necesidades de Buenos Aires. Eso llevó a que bajaran la lista en mayo del año pasado y contribuyeran al amplio triunfo de Schiaretti. Es sabido que el favor no fue correspondido por el gobernador en la elección presidencial, elección donde su supuesta prescindencia fue un claro juego a favor de Macri. Estas oscilaciones lo han dejado totalmente diluido como opción política.
Por el otro están quienes, luego de la muerte de De la Sota, se cobijaron bajo el ala del Senador Carlos Caserio. Bloque “albertista” que hasta ahora lo único que ha realizado son amagues de rebeliones internas, contenidas con promesas de nuevas cuotas de poder político al interior del peronismo.
Todo sector que salga hoy a pelear, encontrara a las tradicionales fuerzas progresistas, que muchas veces fueron oposición, y a la vez contención, al “partido cordobés”, o bien diluidas en el peronismo o totalmente dispersas.
Esto plantea la necesidad de que el Frente de Izquierda-Unidad, que tiene trayectoria y fuerza acumulada en la provincia, golpee como un solo puño, no sólo con las respectivas corrientes al interior de los gremios, peleando por un paro general activo, sino también para elevar los reclamos fortaleciendo una alternativa política que pueda unificar a todos estos sectores que, más allá de la tradición política de la cual provengan, vean atacadas sus condiciones de vida y de trabajo.
Las fuerzas para derrotar el ajuste y los planes del gobierno está, a 51 años del Cordobazo, en la memoria de esa gesta popular, que tiró un gobierno militar, forjada por la unidad obrero-estudiantil. Ese fantasma que recorre Córdoba es tan fuerte, que no pudo ser domesticado ni derrotado a pesar de los ataques y las represiones.