Como parte de nuestra sección “por las revistas” publicamos para conocimiento de lxs lectorxs de Ideas de Izquierda la traducción de un reciente artículo de Rob Wallace –biólogo evolutivo, ecólogo e investigador en filogeografía en la Universidad de Minnesotta, y uno de los más reconocidos académicos dedicados al estudio de la relación entre la producción industrial de alimentos, el agronegocio, la destrucción ambiental y la generación de patógenos pandémicos. Publicó Grandes granjas, grandes pestes (Capitán Swing, 2015) y Dead Epidemiologists (2020), entre otros. En marzo publicamos “Covid y circuitos del capital” en el cual, junto con su equipo, daba una visión detallada y de conjunto de la pandemia desde un punto de vista anticapitalista (en particular del modelado de entrar y salir de la cuarentena planteada por el Imperial College, en la cual se referenciaron muchos gobiernos) y lo entrevistamos recientemente sobre la pandemia, la crisis ecológica, el rol de las megagranjas y la producción industrial de alimentos. El artículo que acá reproducimos, continuidad de otro que se puede encontrar acá, analiza las implicancias de las nuevas cepas descubiertas por estos días y el papel de las determinaciones sociales propias de los intereses de clase tomando el caso de Nueva York.
Esperaba que hoy fueran mis primeras vacaciones desde que comenzó el brote de COVID. Pero el virus nunca duerme y, con las disrupciones sociales y biomoleculares del brote, cada vez lo hacen menos las personas también. Un amigo me pasó la arenga anti cuarentena de cierto médico local. Quizás no tan atroz como el célebre Van Morrison, que nos dice lo que se supone que debemos sentir:
No más cuarentena
No más amenazas
No más científicos del Imperial College inventando hechos deshonestamente...
No más cuarentena
No más poner la lana sobre nuestros ojos
No más celebridades que nos digan
Que nos digan lo que se supone que debemos sentir
O de Morrison interpretado por Eric Clapton:
Párate y libérate [Stand up and deliver]
Dejás que te metan miedo
Enlentecer el río
Pero ni una palabra de eso era verdad
Si no hay nada que puedas decir
Puede que no haya nada que puedas hacer
Párate y libérate
Párate y libérate
Dick Turpin [1] también llevaba un tapabocas
En una línea similar, el médico afirma dudosamente que, además de ser más transmisible, la nueva variante británica del SARS-CoV-2 de la que todo el mundo está hablando en Twitter, también es menos patógena. Así que deberíamos dejar que se propague, dice, “quemando la madera seca en el bosque”, para desarrollar la inmunidad colectiva que las ineficaces vacunas no pueden lograr. Que las cuarentenas mismas han causado un exceso de muertes no relacionadas con COVID-19.
Ese es el camino a seguir, dice el buen médico, juramentado a no hacer daño. Millones más potencialmente muertos –“madera seca”– por una inmunidad de rebaño elusiva que ni se acerca a la especificidad y eficacia que ofrecen las vacunas, aunque sea una que no ofrezca inmunidad esterilizante [2].
La atenuación determinada que sostiene el médico es una noción que atrasa cuarenta años. Los modelos de evolución de virulencia muestran que cuando los patógenos acceden a más sujetos susceptibles de infección, a medida que lo permiten los episodios repetidos de propagación global, podrían muy bien quedar seleccionados aumentos en la virulencia.
Mientras tanto, los aumentos en la mortalidad sin brotes durante una pandemia son una función de los sistemas de Salud enfocados en el lucro, que confunden sacarle a la gente hasta el último centavo con salud pública. O de los conservadores británicos que pretenden modelar el Servicio Nacional de Salud a partir de “países de mierda” [Trump dixit, N. del T.] que monetizan el seguro médico.
Los países que se mantuvieron abiertos durante la pandemia tuvieron más muertes y peores resultados económicos. Economía o salud es una falsa dicotomía impuesta por estos regímenes. Los países que atacaron sus brotes con campañas de supresión ahora cuentan con una mayor producción económica. Con sus poblaciones libres para pasear o asistir al partido de rugby en el estadio sin barbijos [Nueva Zelanda, por ejemplo, N. del T.]. El juramento que yo usaría es algo diferente al hipocrático: “manténgase alejado de mi hijo, doctor”.
El rebaño como laboratorio
Investigadores en biología molecular informan que la nueva variante británica (B.1.1.7 o VUI-202012/01) parece haber desarrollado 14 mutaciones no sinónimas [mutación de nucleótidos que altera la secuencia de aminoácidos de una proteína; N. del T.] sin precedentes, incluido un reemplazo de aminoácido (N501Y en el dominio de unión al receptor del gen spike) asociado con mejores uniones a las células blanco.
La cepa también alberga tres deleciones y un codón de parada adicional en el locus ORF8, un gen que se mostró previamente en el SARS-2, pero no en el SARS-1, que participa en la regulación negativa de la inmunidad CMH de clase 1 [3]. El codón de parada permite mutaciones adicionales cadena abajo en la secuencia ORF8.
¿Cuál es la fuente de los cambios rápidos en este linaje del sur de Inglaterra? Quizás otras especies hospedadoras. La OMS informa que la cepa puede haber convergido en fenotipos moleculares encontrados en el SARS-2 que se propagaron a los humanos de vuelta desde granjas de visones. La evolución intrapaciente, particularmente en pacientes inmunodeficientes que sufren cargas virales elevadas o pacientes con COVID de largo plazo, también puede impulsar una rápida evolución molecular.
Pero para destacar el impacto de la gobernanza en estas dinámicas, a principios de esta semana llamé a esta variante la cepa BoJo, en honor a Boris Johnson, ya que la negligencia concertada de su gobierno permitió que el virus se metiera en el tipo de selección interdémica [4] que permite a los patógenos el espacio de trabajo para tal experimentación evolutiva.
Por lo tanto, junto con la inmunidad de rebaño, ahora necesitamos introducir la noción de multiplicidad de rebaño. Cuantas más personas se infecten, mayor será la posibilidad de que el virus desarrolle soluciones para nuestras diversas intervenciones. Minimizar la propagación, entonces, debería ayudar a reducir las combinatorias evolutivas sobre las que el virus puede jugar a ser un científico de laboratorio.
El epidemiólogo Andrew Lover, por ejemplo, tuiteó la hipótesis de que el virus, aun causando síntomas, podría evolucionar en dirección a evitar la detección biomédica:
La mayoría de los test rápidos de malaria (“PDR”) apuntan a una proteína llamada HRP-2 (proteína rica en histidina 2). En 2010, se encontraron algunos parásitos “bichos raros” a los que les faltaba esta proteína y, por lo tanto, eran “invisibles” para los test rápidos… El rascado de cabeza y la secuenciación descubrieron que no expresaban la proteína blanco (que se consideraba “esencial”)... El trabajo posterior sugiere una fuerte presión evolutiva. Los parásitos no detectados... no se tratan y, por lo tanto, es mucho más probable que se transmitan.
Si la detección [de COVID-19] disminuye, entonces es menos probable que las personas con estas infecciones sean “capturadas”, aisladas y que se haga seguimiento de los contactos.
Puede haber otras formas de salir por debajo de la detección. El último paper [5] de nuestro equipo, escrito por primera vez por el biólogo evolutivo de la Universidad de St Thomas Kenichi Okamoto, ofrece una segunda posibilidad –aunque relacionada–. El sigilo se selecciona al nivel de la historia de vida de la infección, en los atributos específicos de cada etapa del desarrollo, crecimiento, maduración, reproducción, supervivencia, y en la vida útil de la infección.
De hecho, mi interpretación es que nuestro modelo puede ofrecer exactamente una explicación para la aparición de la cepa BoJo: las cuarentenas neoliberales de pacotilla permiten que el virus evolucione de una manera que no lo hacen las campañas de supresión del tipo China, Vietnam o Nueva Zelanda.
Aunque nuestro modelo no aborda explícitamente las cuarentenas totales que reducen el suministro de sujetos susceptibles, centrándose en las intervenciones tempranas que modelamos como llevadas adelante instantáneamente, concluimos que:
Generalmente, el aumento del esfuerzo de aislamiento selecciona una nueva cepa [asintomática] para que se propague en la población huésped, hasta que la eficacia del aislamiento sea lo suficientemente alta como para que el control de la enfermedad se produzca antes de que un mutante asintomático pueda evolucionar…
El parámetro espacial definido por el aislamiento, la cuarentena, la propagación viral y la evolución de la historia de vida de la infección se puede complicar:
Cuando la cuarentena también afecta la evolución y la propagación del virus, encontramos que el aumento de los esfuerzos de cuarentena puede tener efectos divergentes. A veces, una mayor eliminación de hospedadores sintomáticos selecciona una cepa asintomática, pero esto puede mitigarse con una cuarentena más eficaz... Por el contrario, [también podemos ver] el efecto opuesto: mayores esfuerzos de cuarentena interactúan con niveles de aislamiento que seleccionan virus asintomáticos para impulsar una alta prevalencia.
Las complicaciones pueden incluir giros y vueltas en la forma en que interactúan las intervenciones de salud pública:
Incluso en los últimos escenarios, los efectos conjuntos del aislamiento y la cuarentena no siempre son consistentes. Por ejemplo, ... la interacción entre altos niveles de cuarentena y aislamiento disminuye a medida que aumenta la eficacia del aislamiento.
Bajo un escenario que modela intervenciones más dinámicas que cambian con el número de casos sintomáticos:
Aunque muy sutil, en algunos casos niveles de aislamiento de modestos a intermedios, junto con una cuarentena baja, redujeron modestamente la prevalencia de la nueva cepa, mientras que en otros, el aumento de los esfuerzos de aislamiento es lo que redujo la prevalencia de la cepa.
La estructura social de la evolución de la COVID
Los modelos prácticamente recapitulan el enfoque inglés-norteamericano de cuarentena alternante que produjo la cepa BoJo, ya sea entre los asistentes a los pubs en Gran Bretaña o, en la versión del agronegocio, en los visones daneses:
Cuando la intensidad de la intervención rastrea la prevalencia de infecciones sintomáticas, la cepa más sintomática se elimina con bastante facilidad a medida que aumentan los esfuerzos de aislamiento y, a medida que se relajan los esfuerzos de cuarentena tras una reducción en la prevalencia de infecciones sintomáticas, el nuevo virus [asintomático] puede escapar a la supresión.
Los modelos incluso dan cuenta del problema de detección que planteó Lover. El equipo de Okamoto escribe:
Cuando la capacidad para detectar infecciones asintomáticas es limitada, mayores esfuerzos de cuarentena promueven la evolución y propagación de una cepa asintomática... Un resultado clave [de modelar intervenciones dinámicas] es que, en comparación con el caso en el que los esfuerzos de intervención son constantes en el tiempo, las diferencias cualitativas en los comportamientos dinámicos se deben mucho más a la capacidad de detección de la nueva cepa que a las diferentes probabilidades de que el nuevo virus cause infecciones asintomáticas.
Esa falla en la detección podría ser una cuestión de la propia evolución del patógeno, como plantea Lover, pero –nuestra contribución aquí–, podría situarse completamente en el campo: una falla en el lanzamiento de una campaña de salud pública que testee a todos, incluidas las personas pobres que no pueden pagar el test o, como describen los ecologistas de salud pública Deborah Wallace y Rodrick Wallace, son marginados de las intervenciones comunitarias incluso antes de que lleguen la COVID y sus test:
Nuestros datos aquí muestran que en la actual ciudad de Nueva York, los viejos enemigos de la salud pública y la longevidad ejercen su fuerza con renovado vigor: pobreza, desempleo, falta de educación, viviendas deficientes y segregación. Este contexto entrelazado de factores [socioeconómicos] y salud pública forma el escenario en el que entró la pandemia de COVID-19.
Las políticas públicas a nivel federal, estatal y municipal que prepararon este escenario cobraron fuerza desde Nixon hasta Barack Obama y Donald Trump a nivel federal; desde Nelson Rockefeller hasta Andrew Cuomo a nivel estatal; y de Lindsay a través de Bill de Blasio a nivel municipal, con la cooperación de las legislaturas.
Estos fallos calculados en la gobernanza estructuraron durante mucho tiempo los resultados de la COVID de una manera social (y espacialmente) desigual en los cinco distritos de la ciudad de Nueva York:
Manhattan y Brooklyn fueron... los dos distritos con las conexiones más estrechas entre los factores socioeconómicos (SE) y entre los factores SE y los marcadores de salud pública, incluida la tasa de mortalidad prematura, los indicadores de COVID y la tasa de mortalidad por diabetes... Las conexiones estrechas indican una rigidez frágil, quebradiza, un sistema que no puede adaptarse con flexibilidad a un impacto…
Aunque en la figura 2.1b surge un patrón claro de concentración de mortalidad prematura en el centro sur del Bronx, todo el distrito sufre tasas elevadas de mortalidad prematura. La Figura 2.2b muestra claramente que todo el municipio sufre de tasas elevadas de mortalidad por COVID, aunque el patrón geográfico puede subestimar la aflicción total debido al subtesteo sobre los cadáveres. Este mismo subtesteo, que explica las extrañas asociaciones de las tasas de casos de COVID con los factores SE (dirección opuesta a las asociaciones en Manhattan) y la falta de asociación entre las tasas de muerte y los factores SE, refleja la falta de responsabilidad de las autoridades del Bronx.
Los modelos de Okamoto rastrean los impactos de estas disparidades sociales en las combinaciones de intervenciones de salud pública que probablemente impulsan la evolución del SARS-2:
[C]uando la capacidad para detectar casos asintomáticos es baja, ya que el virus evolucionado se vuelve cada vez más asintomático (particularmente hacia el huésped [inmunológicamente] resiliente [o socialmente más rico]), el efecto de incrementar los esfuerzos de cuarentena cambia desde una supresión exitosa a facilitar la evolución de la cepa asintomática en esfuerzos de aislamiento intermedio.
Este cambio se produce porque las cepas que causan más infecciones asintomáticas son más difíciles de suprimir incluso cuando los esfuerzos de cuarentena son altos, mientras que los virus con menos probabilidades de causar infecciones asintomáticas se controlan más fácilmente aumentando los esfuerzos de cuarentena. Una vez más, vemos cómo estos efectos se magnifican cuando la probabilidad de ser asintomático es alta para los hospedadores resilientes, dado que el hospedador resiliente también es más probable que esté sujeto a mayores esfuerzos de aislamiento y cuarentena.
Sin una supresión de la enfermedad de espectro completo, estas cepas asintomáticas evolucionadas recientemente pueden regresar a poblaciones tanto más susceptibles a los peores cursos clínicos como desconectadas de la atención médica, el testeo y, a fuerza de verse obligadas a desplazarse, de la auto cuarentena. Pero como observan los Wallace, los ricos tampoco están protegidos:
El castillo de Prospero, las regiones prósperas de Manhattan, junto con los condados de Putnam y Hunterdon, está, a la fecha de este escrito, bloqueado y teletrabajando solo durante las primeras etapas de la pandemia de COVID-19.
La experiencia del siglo pasado, desde la segunda ola de la ‘gripe española’ –mejor descrita como la influenza porcina de Kansas– hasta los muchos brotes posteriores de influenza, sugiere que, con el tiempo, las paredes de ese castillo de hecho se romperán, que la mezcladora dinámica indexada por el campo de conmutación vincula todas las entidades geográficas de la Región Metropolitana de Nueva York entre sí a mucho menos que seis grados de separación. El “teletrabajo” del decreciente número de trabajadores estadounidenses ricos solo puede ralentizar, pero no detener, ese proceso dinámico.
Los modelos de Okamoto muestran un panorama general de que en tanto las intervenciones asociadas a medidas de corte social, que son distribuidas más uniformemente en su alcance, son diligentes la búsqueda del aislamiento y la cuarentena, pueden sofocar tales sorpresas:
En general, encontramos que una mayor uniformidad en el riesgo de transmisión y en los esfuerzos de aislamiento y cuarentena entre huéspedes vulnerables y resilientes generalmente reduce la prevalencia del virus más asintomático.
Hay complicaciones y salvedades, como se espera, en un espacio de parámetros tan complicado, especialmente bajo intervenciones dinámicas, pero es una conclusión en la que los Wallace convergen en términos específicos a la economía política de los Estados Unidos:
La Gran Reforma no ganó fuerza hasta después del Incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist [6]. No ganó ascendencia hasta los programas del New Deal para amortiguar los efectos de la Gran Depresión. Hacer realidad otra reforma será igualmente un trabajo largo, laborioso, peligroso, a menudo tedioso y desmoralizadoramente frustrante.
Sin esta nueva Gran Reforma, los viejos enemigos de la salud pública y el bienestar dejarán a la gente de Nueva York y de Estados Unidos como presa fácil de las pandemias y la mortalidad prematura entre pandemias: pobreza, desempleo, bajo nivel educativo, vivienda deficiente e insuficiente, y la guerra contra fuerzas contrarias como sindicatos, científicos ambientales y de salud pública, grupos de derechos humanos y votantes.
Incluso ahora, la cultura en general está irritada por los cáusticos fracasos de la clase política, con la nueva administración siguiendo la incompetencia trumpista con la austeridad bipartidista.
A partir de melaza y humor negro y duro, se está cargando una banda sonora de COVID diferente. Iggy Pop se pone de pie y dice [deliver,juego de palabras con la polisemia de la palabra, que también puede traducirse como “liberate”; NdelT.];: "COVID-19 / Está en la escena ... / El abuelo está muerto / Tengo a Trump en su lugar / Oh, qué rutina / Estoy perdiendo la cabeza // Pequeño virus sucio / Durmiendo dentro de nosotros ... / / Tiene diecinueve años / Pero aún puede matarte.
Resumiendo el año, Curren$y describe el espacio público de una manera muy diferente a Morrison y Clapton:
Tienes que ver con quién fumas
Con quién vas a casa
Ser inteligente sinónimo de germofóbico
Con tanta calentura como acaba de ponerse
Perdí a un socio por el virus
Y hace un mes lo vi cruzando la cuadra
Como si los asesinatos no fueran suficientes
Esta mierda jodiéndonos
Estos policías corruptos le pondrán esposas a tu cadáver
Por eso toco el corte
Escondido en la cuna viendo peleas de UFC
Sin el ruido de la multitud para alimentarlo
Su Dick Turpin tenía razón al enmascararse al apresurarse a través de los eventos de superpropagadores llamados Estados Unidos e Inglaterra.
Traducción: Juan Duarte
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