Durante más de un mes el coronavirus fue primera plana en todos los medios. En el ámbito local el sarampión y el dengue compiten tímidamente por la cobertura. Mientras tanto escasea la información sobre la muerte de 9 niñes wichis por desnutrición.
Lunes 24 de febrero de 2020 11:16
Los medios hegemónicos son parte fundamental de un armado que reproduce falsas concepciones del proceso Salud-Enfermedad y encubre la responsabilidad del sistema capitalista.
Hace más de un mes que ellos nos actualizan, de forma permanente, sobre las novedades del nuevo virus, llamado 2019-nCov. Como si fuese causal del apocalipsis, el coronovairus fue tapa reiterada de todos los diarios. Llegaron recomendaciones de todo tipo. Nos dicen que no “cunda el pánico”, pero ahí están generándolo.
Sin menospreciar esta epidemia, siendo la quinta enfermedad declarada por la
OMS como Emergencia Internacional en Salud Pública, no deja de llamar la atención tanta cobertura.
Si sobre noticias vinculadas a la enfermedad se trata, han empezado muy tímidamente a ganarle lugar al coronavirus versiones locales de enfermedades infecto-contagiosas, como el dengue y el sarampión. El primero causó la muerte de un hombre de 73 años en Avellaneda, la primera reportada desde 2016; el sarampión se llevó la vida de una mujer de 50 años en La Matanza. Causas prevenibles con medidas de saneamiento ambiental dignas y cobertura vacunatoria, nada muy sofisticado, solo políticas acordes.
Diferentes concepciones del proceso salud- enfermedad
Es conocido que el coronavirus afecta a China y otra veintena de países. Pese a ser la Argentina de muy bajo riesgo, la alarma cruzó el Pacífico, envalentonado por los medios.Es también en estos momentos donde se supo de la muerte por desnutrición de al menos 9 niños wichis en la provincia de Salta. Estos hechos no tuvieron siquiera una décima parte de la cobertura del famoso coronavirus.
Hablar del coronavirus, una especie de “accidente natural” como ente causal de enfermedad, resulta más sencillo que exponer cómo las condiciones de indigencia se lleva puesta la vida de les pibes.
Desarrollando formas de analizar el proceso salud - enfermedad, Raúl Rojas Soriano, en su libro Capitalismo y enfermedad, desarrolla tres niveles de análisis.
El primero o unicausal, donde la enfermedad se presenta en un organismo particular producto de determinado agente patógeno que altera las funciones “normales” del organismo. Algo ajeno que irrumpe con ese supuesto estado de bienestar. Así la “cura” es tan simple como sacar “el problema” a través de la intervención biomédica o agregar lo que falta a través de la farmacéutica.
Este modelo, no se pudo sostener frente a la evidencia de las enormes implicancias que tienen las condiciones socio-ambientales para el desarrollo de la enfermedad, y ahí aparece el llamado modelo multicausal. Por ejemplo, para padecer tuberculosis no alcanza con la sola presencia del bacilo de Koch, sino también la desnutrición, el hacinamiento, falta de acceso a servicios de salud, etc, siendo parte causal de la enfermedad. Esta perspectiva le abrió la puerta (al menos en forma teórica) a las ciencias sociales en el estudio y resolución del proceso salud-enfermedad.
Cuando vemos semejante cobertura mediática a la presencia de un virus, sin hacer hincapié a las condiciones materiales de vida (que lleva a los pobres a mayor exposición) es hacerle el caldo al modelo unicausal, no casualmente como decimos hace semanas es primera plana. Los medios, manejados por grandes grupos empresariales, imponen agenda hablando de un virus a secas.
Sin negar su cobertura, pero intentando al menos re pensarla, se recrea la idea de que hay estados de salud que pueden ser interrumpidos por un virus, una bacteria, un cáncer, o la diabetes. Se separa de cuajo la idea de que el proceso salud enfermedad es un continuo, absolutamente determinado por las formas en las que vivimos, producimos y nos reproducimos.
La enfermedad, hija del capitalismo
Si bien el análisis multicausal del proceso salud enfermedad es un avance, no desarrolla una jerarquía en estas causas. Es algo así como que “todo suma”. Es una tercera concepción del proceso salud-enfermedad, la que desarrolla un cambio cualitativo en el análisis, considerando aún cuando la enfermedad se manifiesta en un individuo concreto, como un fenómeno social “porque existen situaciones diferenciales entre las clases sociales respecto del tipo, frecuencia y gravedad de la enfermedad, así como en la concepción de ésta, en la esperanza de vida y muerte, y en el acceso real a los servicios médicos”.
Si bien hoy nos dicen que la salud es un derecho, en los hechos lo es solo para algunos. En un barrio céntrico la mayoría tendrán una esperanza de vida de 76 años, pero si algune es trans, su expectativa no supera los 40. En las fábricas el dolor de espalda, las hernias de disco. son moneda corriente, y no hay eternas sesiones de kinesiología o medicina alternativa que alivien el dolor, porque no hay tiempo ni plata. Padecer una enfermedad oncológica sin obra social implica colas interminables y reclamos para el acceso a una cirugía o medicación de la que depende tu vida.
Si tenes un infarto y sos pobre estás muerto, si tenes plata quizá podés sobrevivir con un cateterismo.
Así los ejemplos de la existencia de una salud para pobres y otra salud para ricos podrían ser interminables. La diferente accesibilidad es evidente, pero la supera. Es el sistema el que genera un gran número de patologías, condiciona su desarrollo y por último impide a quienes tienen menos recursos la accesibilidad al sistema de salud.
Si nos paramos en las cifras que da el Ministerio de Salud, la mayor causa de mortalidad son producto de las llamadas “enfermedades no transmisibles”. Hablamos de diabetes, enfermedades cardiovasculares, respiratorias y renales, y en menor medida los accidentes viales, suicidios, homicidios, etc. Las primeras, aclara el Ministerio de Salud, comparten las mismas causas: mala alimentación, falta de actividad física, hábitos insalubres como el tabaquismo o el alcoholismo.
No hace falta ser un especialista en materias de salud para notar que el proceso Salud - Enfermedad está digitado por nuestros modos de vida en primera instancia. Es el modelo social capitalista con las malas condiciones laborales, de vivienda, el tan llamado estrés, los contaminantes medioambientales, etc, lo que nos mata todos los días un poquito. O de golpe, como las muertes por aborto clandestinos o los femicidios.
La cura es cambiar el sistema
Entendiendo que no hay enfermedad, ni causa aparente, que no se relacione a las condiciones materiales de vida, producción y reproducción en determinado sector social, ¿cómo pensar mejorar las condiciones de vida si no es cambiando estas bases estructurales?
No son sólo los medios de comunicación quienes intentan ocultarlo, fomentando una visión reduccionista (unicausal) reduciendo la cobertura sobre salud al coronavirus, o avances tecnológicos del cáncer en general, etc, haciendo caso omiso a lo que se lleva puesta la vida de millones, incluso cuando las causas estructurales se expresan al extremo como lo ocurrido en Salta con les niñes wichis.
Fue la política del Macrismo, con un vaciamiento que llevó incluso hasta borrar al Ministerio de Salud. Pero también del actual Albertismo, y de los gobiernos precedentes, con un presupuesto en salud hace décadas a la baja, sin nunca afectar las ganancias millonarias de los grandes laboratorios y la medicina privada, quienes fomentan un sistema que perpetúa la desigualdad social, donde unos pocos los tienen todo y para el resto lo que queda es trabajar y sobrevivir.
Es desde esta perspectiva, que el ejercicio de las ciencias de la salud, se vuelven indisolubles de una mirada socialista. En la salita, el hospital y en la calle.