Hace pocos días se realizó una audiencia pública en los Tribunales de la capital santafesina, presidida por el juez Jorge Patrizi, donde el Defensor General de la provincia, Gabriel Ganón, denunció el colapso del sistema carcelario.
Sábado 6 de diciembre de 2014
Gabriel Ganón declaró que “todos los derechos de los internos de la cárceles son vulnerados”, y que esto se debe al “desgobierno de la provincia en materia de seguridad” y la “pésima política de administración de justicia”.
Según un informe del Servicio Público de Defensa Penal que se realizó entre abril de 2012 y marzo de 2013, se constata que en las unidades penitenciarias de Santa Fe había alrededor de 2.733 personas privadas de la libertad, de las cuales 2.649 eran hombres, 89 mujeres, y 58 menores, entre ellos 10 alojados en Las Flores y 48 en el IRAR. De este total, el 28% de los reclusos no tenían condena. En dependencias policiales como comisarías, subcomisarías, celadurías y alcaidías había alrededor de dos mil presos más.
A las condiciones edilicias precarias y la superpoblación de las celdas, se le suman la falta de mantenimiento, la conexión eléctrica deficiente y los sanitarios que despiden olores nauseabundos. Los presos no tienen a su disposición las herramientas elementales de limpieza, y las raciones alimentarias son deficientes. En las cárceles de mujeres abunda la infección de cucarachas, ratas y alacranes. A esto hay que agregarle, además, las pésimas condiciones sanitarias para aquellos que padecen HIV, y que las madres que permanecen con sus hijos no reciben en forma adecuada la atención ni las vacunas correspondientes.
El informe también hace mención a los casos reiterados de tortura y malos tratos que sufren los reclusos, con prácticas aberrantes, como enfrentar a los presos en disputa por los alimentos, como denunciamos aquí. Entre otras prácticas, está “el armado de causas administrativas para restar puntos que demoren la posibilidad de las salidas transitorias”, sobre todo hay un ensañamiento sobre aquellos que están por lograr ese beneficio. “Las requisas en los pabellones son uno de los momentos en los que se despliega con mayor virulencia la violencia de los penitenciarios hacia los internos”. Además, la requisa es aprovechada para plantar elementos como armas blancas y celulares para retrasar la salida transitoria.
El momento de las visitas es otro punto recurrente del hostigamiento penitenciario, donde los penitenciarios roban y destrozan los objetos que llevan los visitantes. “Las amenazas y los sistemáticos maltratos a los visitantes son una de las agresiones psicológicas que mayor sufrimiento produce en los detenidos”.