El día después de las elecciones estadounidenses la coalición gubernamental en Alemania se sumergió en un caos. El canciller destituyó al ministro de Finanzas y podría haber elecciones anticipadas en marzo.
Jueves 7 de noviembre 12:51
Canciller alemán, Olaf Scholz.
El presente artículo es una traducción de la versión original en alemán publicado en el sitio Klasse Gegen Klasse, que es parte de la Red Internacional La Izquierda Diario en Alemania.
El canciller alemán Olaf Scholz ha destituido a su ministro de Finanzas, Christian Lindner, y ha anunciado que convocará un voto de confianza en el Bundestag (parlamento) el 15 de enero. Sin el Partido Democrático Libre (FDP), partido al que pertenece Linder, el Gobierno dejará de tener mayoría y lo más probable es que haya nuevas elecciones a finales de marzo.
La disputa se ha intensificado en torno a la cuestión del presupuesto federal. Lindner no quería que se endeudara más y crear mejores condiciones de inversión con duros recortes en el presupuesto social y ventajas fiscales para las empresas, con el fin de promover un "nuevo crecimiento económico". El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), al que pertenece Scholz, y los Verdes, en cambio, insistían en declarar la emergencia ante la guerra de Ucrania y suspender ese freno a la deuda. Querían financiar armamento, nuevas entregas de armas a Ucrania y subvenciones a empresas, especialmente a la industria automovilística en crisis, con deudas que ascienden a cientos de miles de millones.
“Con demasiada frecuencia, los compromisos necesarios quedaron ahogados por argumentos escenificados públicamente. Christian Lindner ha bloqueado con demasiada frecuencia leyes que son irrelevantes. Con demasiada frecuencia ha utilizado tácticas políticas partidistas mezquinas. Ha roto mi confianza con demasiada frecuencia”, así justificó el miércoles Scholz su decisión de destituir al Ministro de Finanzas: con palabras claras, casi insultantes y ofendidas.
Lindner, por su parte, que viene de cancelar el presupuesto que ya se había negociado para 2025, culpó a Scholz por el fin de la coalición durante su conferencia de prensa.
Ahora Scholz quiere pedir al Bundestag (parlamento) un voto de confianza el 15 de enero de 2025. Sin el FDP, el gobierno del semáforo (como se llama a la coalición por el color de los tres partidos que la componen) ya no tendrá mayoría y es probable que se celebren nuevas elecciones a finales de marzo. A Lindner le hubiera gustado convocar antes nuevas elecciones, al igual que a la mayoría de los políticos y asociaciones empresariales. La presión será alta para que los partidos que quedan en la coalición abandonen el período de gracia autoimpuesto. Pero, en última instancia, la decisión recae en Scholz. Si la oposición quisiera tirar al gobierno tendría que elegir un nuevo canciller mediante una moción de censura constructiva. Este mecanismo es una variante de la clásica moción de censura en la que el parlamento sólo puede retirar la confianza al primer ministro —forzando, por lo tanto, la caída de su gobierno— si y sólo si ya se ha elegido previamente un sucesor por mayoría de votos. Pero para lograr esto hoy deberían contar con los votos de la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD), y es poco probable que el líder de la oposición, Friedrich Merz de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), se involucre en una maniobra tan arriesgada y costosa.
Scholz quiere aprovechar el tiempo que le queda como canciller para iniciar lo que considera los proyectos más urgentes. En su rueda de prensa mencionó cuatro puntos: 1) subvención estatal de los costes energéticos para las empresas 2) un pacto por la industria del automóvil y para preservar el empleo 3) bonificaciones a la inversión y desgravaciones fiscales para empresas 4) nueva ayuda para Ucrania, también como señal hacia Trump tras su elección.
Para hacer cumplir esto, buscará negociaciones con Merz. Pero a Merz no le interesaría dar al SPD un respiro para intentar presentarse como una fuerza social a favor de los impuestos sobre el patrimonio, las inversiones públicas y las relaciones laborales estables.
La ruptura del gobierno inicia una fase de transición incierta en la que los partidos discutirán sobre cuestiones fundamentales sobre la dirección de la política exterior, económica y social alemana. Con la elección de Trump como presidente de Estados Unidos, los escenarios en la política internacional están más abiertos que en mucho tiempo: ¿pondrá fin al apoyo militar a Ucrania y forzará negociaciones con Rusia? ¿Provocará una mayor escalada en Asia occidental con un rumbo proisraelí aún más severo? ¿Desatará una nueva guerra comercial? ¿Impondrá finalmente aranceles del 10 al 20 por ciento a los productos de la UE, lo que podría dañar enormemente la economía alemana?.
La presión de la competencia mundial ha sumido a la industria automovilística en particular en una grave crisis, como lo demuestran las amenazas de cierre de fábricas de VW. Las asociaciones empresariales piden un cambio profundo en la política industrial y financiera. Y así, en las elecciones federales estarán sobre la mesa conceptos muy fundamentales: el SPD y los Verdes dependen de amplios paquetes de inversión financiados con deuda. Quieren proporcionar a la industria en crisis miles de millones en ayuda para su reestructuración tecnológica y financiar la actualización. En su discurso, Scholz enfatizó que la ayuda a Ucrania y el Estado de bienestar no deben enfrentarse entre sí. Pero las posibilidades de que la economía vuelva a funcionar asumiendo cantidades masivas de deuda son al menos inciertas dada la dura competencia en los mercados globales y las políticas agresivas de Trump.
A la CDU/CSU y al FDP les gustaría ver ataques mucho más directos contra la clase trabajadora, alivio fiscal para las empresas, recortes del gasto social y, en particular, del dinero de los ciudadanos. También es probable que añadan a su repertorio nuevos ataques a los salarios y las pensiones. En términos de política exterior, Merz -un ferviente transatlántico- pide una política aún más intensificada con más entregas de armas a Israel y Ucrania, incluidos misiles Taurus que también pueden alcanzar zonas rusas. Al mismo tiempo tanto la coalición gubernamental como la oposición se enorgullecen de seguir expandiendo la Fortaleza Europa contra los migrantes y abogan por más deportaciones y restricciones.
Independientemente de quién forme el próximo gobierno, ya se puede predecir que adoptará un rumbo aún más duro en política exterior e interior. La elección de Trump lo cambiará todo. Esto no lo pueden ocultar ni siquiera las cautelosas palabras de Scholz que expresó "su esperanza de una cooperación constructiva" con el nuevo gobierno. Particularmente con un cambio de Estados Unidos en la política de Ucrania, la cuestión de la actitud de Alemania hacia Rusia, China y Estados Unidos podría surgir nuevamente. Por primera vez en las elecciones federales, es probable que veamos no sólo diversos matices de orientaciones transatlánticas, sino también debates fundamentales sobre la orientación del imperialismo alemán, acompañados de campañas de difamación y represión, particularmente contra el movimiento palestino. El espectro de posicionamientos se extenderá a ideas claramente soberanistas de BSW (Alianza Sahra Wagenknecht, encabezada por la ex lider del partido de la izquierda Die Linke que rompió y tomo parte del programa soberanista de la derecha obteniendo buenos resultados en las últimas elecciones) y la extrema derecha de AfD, que buscan un papel independiente para Alemania de la OTAN en el mundo y un compromiso con Rusia. El reciente fracaso de las negociaciones de coalición en Sajonia con BSW muestra que el desacuerdo sobre la orientación de la política exterior hace cada vez más difícil formar un gobierno. Sin embargo, la elección de Trump y un cambio en la situación en Ucrania podrían reorganizar los acuerdos y desacuerdos entre las distintas tendencias políticas.
El partido DIE LINKE (la izquierda) ya se ha posicionado en los últimos días, con la visita de su nuevo líder Jan van Aken a Ucrania que es lo suficientemente oportunista como para apoyar cualquier política de la OTAN. La copresidenta del partido Ines Schwerdtner también abogó por mantener la coalición de gobierno actual y por endeudarse para inversiones. Esta es la respuesta de la izquierda institucional a Trump para que Alemania pueda seguir actuando, es decir junto a las necesidades de capital.
Dado que ningún partido implementará políticas para la clase trabajadora, surge aún más la pregunta de cómo las fuerzas de izquierda pueden presentar una perspectiva independiente. Teniendo esto en cuenta, queremos renovar nuestra propuesta de presentar candidaturas socialistas, revolucionarias e independientes para las elecciones federales. En vista del curso de guerra de la coalición del semáforo y de la oposición de la CDU, en vista de la política de austeridad masiva que promete Friedrich Merz, en vista de los miles de millones en regalos para las corporaciones por parte del SPD y los Verdes, así como de una política racista y militarista y ante la ofensiva autoritaria, se necesitan más urgentemente que nunca las voces de los jóvenes y de todos aquellos que muestren una perspectiva completamente diferente. Queremos utilizar candidaturas revolucionarias para construir la resistencia a las políticas gubernamentales actuales y futuras y al ascenso de la extrema derecha. Queremos utilizarlas para difundir las ideas socialistas y una perspectiva revolucionaria que son las únicas capaces de contrarrestar la falta de perspectivas de futuro positivo de los partidos burgueses. No hay tiempo que perder para esto.
Marius Rabe
Miembro de ver.di (Sindicato Unidos de Servicios) y redactor de Klasse gegen Klasse, Münich, Alemania.