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Red Internacional
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Saqueo en la milla 201. Depredación del mar: la pesca ilegal arrasa con los ecosistemas

A 500 kilómetros de Comodoro Rivadavia, frente al golfo de San Jorge, en la “milla 201”, más de 500 barcos poteros de China, Taiwán, Corea, España y Portugal, depredan la zona conocida como el Agujero Azul o Frente del Talud , una región de gran biodiversidad, codiciada por la pesca del calamar Illex argentinus.

Miércoles 22 de marzo de 2023 22:39

Todos los años, entre febrero y abril, más de 500 barcos poteros (por pota, el nombre específico que se le da a un tipo de cefalópodo) pescan de manera predatoria el calamar o la merluza negra, dos especies con un alto valor en el mercado mundial.

Estos barcos atraen a sus presas, de noche, con luces dirigidas al fondo del mar para enredarlos y recolectarlos. Algunos utilizan técnicas de arrastre: arrojan al agua redes encadenadas del tamaño de una cancha de fútbol, devastando todo lo que se les cruza en el fondo y dañando la hidrósfera para siempre.

Esta técnica tiene importantes cantidades de captura incidental que se descarta. Mamíferos y aves marinas, tortugas, tiburones y otros ejemplares que no cumplen con sus requisitos comerciales por su pequeño tamaño o por no ser la especie objetivo se tiran por la borda muertos o moribundos, en un acto considerado como uno de los impactos ambientales más graves de la pesca comercial moderna.

El daño ambiental no distingue millas. Lo que pasa en la 201 incidirá en el Mar Argentino, pero ambientalmente es una pesca altamente destructiva. Una devastación ecológica que, estiman, se lleva desde 300 mil toneladas a 700 mil toneladas de peces al año.

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Según los Informes de Cadena de Valor del Ministerio de Hacienda de la Nación a junio de 2019, los moluscos representaron el 13% de las capturas nacionales, con una participación relativa del calamar Illex equivalente al 16%.

La industria pesquera es el octavo complejo exportador del país. Por ejemplo, entre 2014 y 2015 se capturó 1 000 000 de toneladas de Calamar. 300 000 toneladas por buques argentinos, y 700 000 de extranjeros, por fuera de la Zona Económica Exclusiva Argentina.

Luego del langostino y la merluza Hubbsi, el calamar Illex es el tercer mayor producto del mar exportado por la Argentina , siendo sus principales mercados de destino España, China y Tailandia.

La industria pesquera como vemos con el ejemplo de la milla 201no escapa a lo que señalan Juan Duarte y Santiago Benítez Vieyra en el prólogo de La Ecología de Marx de John Bellamy Foster donde señalan que “Latinoamérica constituye una geografía en la cual esta lógica predatoria se traduce en procesos de destrucción y saqueo extractivista promovidos por intereses imperialistas acentuados a partir de las décadas de auge neoliberal, que avanzan dejando territorios y poblaciones arrasadas como verdaderas “zonas de sacrificio…”.

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La pesca como actividad económica y la depredación de los bienes comunes con el desarrollo de la industria capitalista

La pesca es más antigua que la humanidad. Los paleontólogos han encontrado evidencia de que nuestros antepasados Homo habilis y Homo erectus pescaron peces de lago y río en el este de África hace un millón de años. La pesca para la venta en lugar del consumo se desarrolló junto con la aparición de sociedades urbanas divididas en clases hace unos cinco mil años.

En The Ecological Rift (Monthly Review Press, 2011), John Bellamy Foster, Brett Clark y Richard York muestran cómo el irresistible impulso del capital para expandirse "desencadena una serie de fracturas y cambios, las fracturas metabólicas se crean y abordan continuamente, por lo general solo después de alcanzar proporciones de crisis, cambiando el tipo de fractura generada... [y posteriormente] surgen nuevas crisis donde supuestamente cambian”. Esto sucedió con los peces a finales de la Edad Media, cuando las industrias capitalistas se desarrollaron por primera vez, en la adecuada descripción del historiador –que citan los autores– Henry Heller, "en los poros del feudalismo".

John Bellamy Foster señala en “Marx y la fractura en el metabolismo universal de la naturaleza” que “Como Marx destacó en El capital que el rompimiento del ciclo de la tierra en la agricultura capitalista industrializada constituía nada menos que “una fractura” en la relación metabólica entre los seres humanos y la naturaleza”, podemos decir que la industria capitalista de la pesca y el capitalismo en general está profundizando esta fractura en la relación entre los seres humanos y la naturaleza.

Y señala Foster citando a Marx que “La producción capitalista, por consiguiente, no desarrolla la técnica y la combinación del proceso social de producción sino socavando, al mismo tiempo, los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador”. Esta definición hoy la podemos trasladar al conjunto de las industrias, incluida la pesquera.

Cuando la pesca intensiva y la contaminación socavaron los procesos naturales y los entornos que habían mantenido las poblaciones de peces de agua dulce durante milenios, la industria pesquera cambió geográficamente, moviéndose para explotar diferentes tipos de peces en diferentes lugares.

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En el siglo XXI, se repite el saqueo de los bienes comunes del mar, como sucedía allá por el siglo XVI cuando barcos de Francia, España y Portugal saqueaban “las minas de oro de la pesca de Terranova” como decía Francis Bacon. En la segunda mitad del siglo XVI, "los buques franceses de Terranova representaban una de las flotas más grandes del Atlántico. Estos aproximadamente 500 barcos tenían una capacidad de carga combinada de 40. 000 toneladas [56. 000 metros cúbicos], y movilizaban a 12. 000 pescadores cada año”.

Así también, los vascos de Francia y España dominaron la caza comercial de ballenas en Europa durante siglos. Cazando en la Bahía de Vizcaya, buscaban principalmente a las ballenas de Groenlandia o boreales y las francas, que los balleneros de aguas profundas cazaron más tarde hasta casi su extinción.

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La depredación de los bienes comunes y la problemática de los océanos que afecta a la humanidad

Las problemáticas de los océanos son muchas: contaminación por plástico, por hidrocarburos, sobrepesca, pesca ilegal, la necesidad de expansión de las áreas marinas protegidas. El 5 de marzo, los países miembros de la ONU aprobaron, tras años de negociaciones, un tratado de protección de los océanos. Allí se adoptó el compromiso de proteger el 30% de los mares del mundo para el 2030.

La mayoría de esta ciudad-flotante se reabastece en el puerto de Montevideo, donde según denunció la ONG Océanos Sanos, se desembarca en promedio un muerto por mes de las bodegas de estas unidades producto de las duras condiciones de trabajo a bordo.

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Argentina es uno de los países con mayor soberanía marítima del mundo debido a su extensión territorial, lo cual la ubica dentro de los 25 países con mayor soberanía marítima en el planeta. Cuenta con 4725 km de litoral marítimo y una Zona Económica Exclusiva (ZEE) de más de 1,5 millones de km2.

¿Qué es la zona económica exclusiva o ZEE?

Se denomina así a la franja marítima que se extiende desde el mar territorial, es decir,12 millas marinas desde la línea de base (establecidas por la Ley n.º 23 968) hasta las 200 millas náuticas (casi 370 km), donde cada estado ribereño tiene soberanía sobre la administración de recursos, explotación, exploración y conservación de los recursos vivos y no vivos que se encuentran en el agua, lecho y subsuelo marino.

Saqueo y pesca ilegal, una muestra del carácter predatorio del capitalismo

La pesca ilegal es la tercera actividad ilícita más lucrativa del mundo (detrás del narcotráfico y la venta de armas). Se estima que alrededor de 26 millones de toneladas de pescados y otros recursos marinos son capturados ilegalmente todos los años para abastecer un mercado negro que mueve hasta US$23 000 millones.

Esta actividad no solamente tiene consecuencias devastadoras para la biodiversidad de los océanos, sino también para la economía de las comunidades costeras que viven de la pesca y para la seguridad alimentaria de toda la humanidad.

Los océanos generan la mayor parte del oxígeno que respiramos, absorben una gran cantidad de emisiones de carbono, regulan el clima y alimentan a la población mundial. Sin embargo, el 66 % de los océanos se encuentra deteriorado.

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Por su parte, Kohei Saito señala en una entrevista en Ideas de Izquierda que “la producción de masas y el consumo bajo el sistema capitalista ha influenciado enormemente el paisaje global y es causa de la crisis ecológica”. Desde este ángulo, el 31 % de las poblaciones de peces están sobreexplotadas y en 40 años han desaparecido el 49 % de las especies marinas. Y esta degradación va en ascenso a raíz de la contaminación, del aumento de la temperatura del agua causada por el cambio climático y de la acidificación del océano debido a que está absorbiendo, de la atmósfera, dióxido de carbono en exceso.

No puede haber ninguna duda hoy, en el Antropoceno, de que el capitalismo está creando grietas antropogénicas en especies, ecosistemas y la atmósfera, generando una crisis socio-ecológica en nuestro tiempo, en última instancia, atribuible a las contradicciones del sistema de acumulación. La pesca no es la excepción.

Una salida anticapitalista y socialista a la crisis ecológica

Foster plantea que “a medida que la economía mundial continuó creciendo, la escala de los procesos económicos humanos comenzó a rivalizar con los ciclos ecológicos del planeta, abriendo como nunca antes la posibilidad de un desastre ecológico en todo el planeta”. Y agrega: “El sistema capitalista ha fallado. Ahora, la humanidad, en línea con la libertad como necesidad, tendrá que avanzar en la lucha para construir un mundo nuevo más sostenible y más igualitario, confiando en los medios materiales que están a la mano, lo que es nuevo y creativo que podemos aportar en un orden más colectivo”.

Marx en sus Manuscritos de 1844 se refiere al comunismo como la “verdadera solución del conflicto que el hombre sostiene con la naturaleza y con el propio hombre, la unidad esencial plena del hombre con la naturaleza, la verdadera resurrección de la naturaleza, el naturalismo consumado del hombre y el humanismo consumado de la naturaleza”.

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Marx veía una incompatibilidad fundamental entre la producción sostenible y el capitalismo: a través de la producción de mercancías –explicó– el capitalismo crea una ruptura metabólica, alterando las condiciones necesarias para un intercambio duradero entre los seres humanos y la naturaleza. Si bien describió este fenómeno en relación con el agotamiento de los nutrientes del suelo por la agricultura capitalista, hoy somos testigos de la misma ruptura metabólica que ocurre en varios sistemas terrestres y afecta nuestro clima, agua y aire.

La irracionalidad de este modo de producción, al estar basado en la explotación del trabajo, en la mercantilización, despojo y destrucción de la naturaleza, en el crecimiento ilimitado de producción y consumo –pensado desde la ganancia empresarial y no las necesidades de las personas– lo hace incapaz de mantener una relación armónica con el sistema tierra.

Y agrega Foster en este trabajo trayendo a Marx al debate que “Por eso es necesario retomar la sustentabilidad, es decir, la preservación de “toda la gama de condiciones permanentes de la vida que exige la cadena de las generaciones humanas.” En su definición más exhaustiva de la naturaleza de la producción bajo el socialismo afirmó: “La libertad, en este terreno, sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo (…) con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana”.

Como señalaba la declaración de las juventudes de la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional (FT-CI) “La única manera de atacar las causas de la catástrofe ambiental global que nos amenaza es que en la lucha se implique la mayoría de la población con la clase trabajadora al frente. Si la relación de la sociedad con el resto de la naturaleza está mediada por la producción, es revolucionando la producción como se puede regular racionalmente el metabolismo con la naturaleza. Por ello la clase trabajadora, la única clase auténticamente productora de la sociedad, es la única clase que puede actuar como articulador de una alianza social capaz de activar el “freno de emergencia” ante el desastre al que nos está llevando el capitalismo”.


Ariel Iglesias

Nació en Buenos Aires en 1969. Es docente (jubilado). Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Escribió en Ideas de Izquierda "La Educación en el país de los soviets"; "Chubut: Crónica de un triunfo popular contra la Megaminería". Escribe y edita La Izquierda Diario+ en Chubut.