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Red Internacional
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ZONA NORTE GRAN BUENOS AIRES. Desde Metalsa denuncian a la patronal, a la burocracia y al gobierno

La Izquierda Diario habló con un delegado de base sobre las últimas suspensiones, la política de la dirigencia de la UOM y la bronca que corre por abajo.

Jueves 23 de abril de 2015 07:30

A cinco cuadras de la emblemática fábrica Lear, en el corazón de zona norte del Gran Buenos Aires, se ubica Metalsa, una autopartista del gremio de la UOM Vicente López que abastece a las principales automotrices, con cerca de 1500 operarios.

En uno de sus sectores trabaja Ignacio Serrano. En el año 2013 fue electo delegado por la mayoría de los compañeros de su sector. Desde ese lugar, empezó a batallar para no dejar pasar los despidos de contratados por agencia y el problema de las enfermedades laborales, ligado a los despidos por ausentismo. Cuenta una realidad no muy distinta a la que cuentan "los indomables" de Lear de cómo eran las batallas cotidianas que daban dentro de su fábrica contra la patronal y la burocracia. Él mismo lo expresa en esta entrevista para La Izquierda Diario.

Al igual que en otras metalúrgicas de la zona, ¿hubo suspensiones en Metalsa en estos días?

  •  La semana pasada la burocracia hizo asamblea en mi sector para informar que íbamos a ser suspendidos. Yo planteé que en realidad ellos no pueden venir a informar suspensiones que los trabajadores nunca decidimos aceptar. Y por otro lado que no debíamos aceptarlas, mucho menos en medio de las paritarias. Porque si empezamos aceptando suspensiones como si hubiera una situación de crisis, estaríamos dando el marco nosotros mismos para que las empresas digan que no pueden dar aumento.

    Efectivamente nos suspendieron así que aparentemente firmaron el acta acatando las suspensiones.

    Días antes fue el paro del 31M. ¿Cómo se vivió en la fábrica?

  •  La seccional de Vicente López se adhirió y lo informaron en asamblea. A mí me parece que no es la manera, porque un paro tiene que ser con discusión en asamblea en cada lugar de trabajo, que incluso tenemos derecho a discutir qué cosas nosotros creemos que hay que sumar al pliego de reivindicaciones. Porque hay una realidad específica de los metalúrgicos; no nos podemos olvidar que la mitad de la clase obrera cobra menos de $5.500 (y que muchos metalúrgicos sufren esta situación), ni que el 40% aproximadamente está en negro. Así que lo del impuesto a las ganancias es un reclamo parcial y lo decidieron de una forma antidemocrática.

    Hay compañeros que ven la necesidad de que la clase obrera se plante frente al gobierno, que el supuesto modelo no favorece a los trabajadores, que hay que llevar adelante medidas, pero también ven que no hay una dirección que organice bien la lucha y que oriente de una forma consecuente. Yo creo que se necesita una dirección independiente de la clase obrera, que surja desde abajo, donde los trabajadores se puedan expresar y donde las medidas que se tomen tienen que ser con movilización, no simplemente paros domingueros. Hoy en día, los medios critican mucho al piquete pero el piquete es un método histórico de la clase obrera, es lo que garantiza que el paro se cumpla aun en aquellos lugares donde no llega la organización sindical que son muchísimos. Entonces, la forma democrática que tiene la clase obrera para llevar adelante su reclamo es a través de los piquetes también.

    ¿Qué pensás del planteo de Caló de amenazar a las empresas con un paro de 36 horas para pedir el 32% de aumento en las paritarias?

  •  Para mí, la burocracia está haciendo política como el tero, que pone los huevos en un lado y cacarea en otro. O sea, está apostando a un escenario en donde parecería que las empresas están en crisis aceptando suspensiones en fábricas como Acindar o Metalsa; y por otro lado, infla el pecho y anuncia un paro de 36 horas. Pero el marco que está generando es un marco para que no se consiga el aumento.

    En los próximos días publicaremos una segunda parte de esta entrevista