Más de 100 trabajadores llamados “golondrinas”, entre ellos mujeres y niños, la mayoría provenientes de Jujuy y Salta, siguen varados desde el sábado en el límite de la provincia con San Juan.
Miércoles 18 de noviembre de 2020 23:05
Foto: Diario Los Andes
El maltrato a estos trabajadores no es novedoso después del triste antecedente de principio de este año, cuando una vez garantizada la cosecha, implicó a cientos de trabajadores expulsados de las fincas y varados en la terminal, sufriendo sin abrigos el frío, gastando el poco dinero que hicieron en la temporada para alimentarse y tomar agua y mucho menos con elementos esenciales de higiene y salubridad.
Mientras los gobiernos se pasaban la pelota sin responsabilizarse de la situación precaria en la que pasaron una semana y en la que viajaron a sus provincias, siendo además recibidos en ellas de igual o peor manera como denunciamos desde el FIT en su momento.
Otra vez los trabajadores golondrinas y sus familias, se encuentran varados, en esta ocasión en la frontera entre San Juan y Mendoza, lejos de cualquier localidad y sin ningún tipo de servicio, como baños, agua o alimentos.
Ante esta situación angustiante, los trabajadores realizaron cortes intermitentes en la Ruta 40 reclamando el permiso para poder ingresar. Según expresó uno de ellos en una radio local "Nos tienen en medio de la nada. La gente viene de Orán, La Quiaca y Tucumán. Nos ha contratado una empresa, una finca de San Carlos".
Según informaron desde la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) fueron retenidos por no tener documentaciones en regla. Por su lado, desde el Gobierno provincial afirmaron que no pueden ingresar los trabajadores que no hayan sido contratados previamente por empresarios y/o productores y que no cumplen con el protocolo sanitario ya que superan la cantidad de personas que deberían viajar por colectivo. Por lo que uno de los cinco colectivos, debió retornar a la provincia desde donde venía.
Desde hace meses, el Gobierno de Suarez viene discutiendo cómo garantizar a los grandes productores la mano de obra necesaria para levantar las cosechas, ya garantizada el año pasado convirtiendo el vino en “alimento esencial”. Por lo que tratando de dar respuesta a lo que normalmente garantizan casi 20 mil trabajadores “golondrinas” y sus familias que arriban a Mendoza, elaboraron un protocolo sanitario.
En el mismo, se especifica entre otras cosas, que los trabajadores pueden ingresar sólo portando pasajes de vuelta a su destino, declaración jurada propia y de quien los contrata y acreditar que no se quedarán en condiciones de hacinamiento. Además, certificados médicos que acrediten su estado de salud libre de COVID.
Este protocolo choca con la modalidad de contratación que suelen tener los empresarios, ya que, como se refleja año tras año, la mayoría son contratados de manera informal, sin cobertura social, se alojan en condiciones muy precarias y de hacinamiento con sus familias; y la vuelta a casa, como se mostró a principio de año, nunca es garantizada por los empleadores. Muchos trabajadores vienen en busca de trabajo sin ser contratados previamente y realizan movilidades internas según la hortaliza o fruta a cosechar, movilizándose a veces a otras provincias antes de regresar a los lugares de donde son oriundos.
Valentina Navarro, titular de Agricultura provincial, remarcó antes de comenzada la cosecha, que desde la provincia se va a enviar una nota a Nación para solicitar que se dé cumplimiento a la libre circulación de los camiones que llevan los productos de exportación y que circulan por las rutas nacionales. “Todo lo que es mercadería tiene que tener el libre tránsito garantizado, pero vamos a pedir que se baje una línea para no encontrarnos con sorpresas después”. “Esta es una de las preocupaciones de los productores, sobre todo para aquellos que deben enviar mercadería a Brasil”.
Es decir, que para el Gobierno Provincial, tienen más valor las mercaderías de los empresarios, que más de 100 trabajadores golondrinas varados en condiciones inhumanas sin asistencia alguna, que es prioritario garantizar la libre circulación de las primeras, pero no el ingreso de ellos y sus familias para poder trabajar, los mismos que contradictoriamente necesitan para levantar por migajas sus cosechas.