Viernes 11 de noviembre de 2016
Después del primer estupor por el triunfo del candidato que nadie quería, con varios miles protestando en Nueva York, Chicago, Washington y otras ciudades, las bolsas cayendo en distintos países sobre todo los ’emergentes’, y señales de incertidumbre por parte de gobiernos clave como el francés y el alemán, todos se encaminan a dar ’gobernabilidad’ al futuro gobierno de Trump.
El propio Trump que durante la campaña parecía llevarse el mundo por delante y hasta dijo que si gobernara metería presa a Hilary Clinton, señaló que ya "es hora de unirnos como un solo pueblo". Clinton llamó a sus votantes a "darle una oportunidad de liderar el país" y el presidente Obama que "hará todo lo posible para que tenga éxito", ambos tras haber sostenido durante la polarizada campaña electoral que el triunfo del republicano era "lo peor" que le podría pasar al país.
El punto más alto de este "giro al centro" se dio en la reunión que tuvo lugar en el Salón Oval de la Casa Blanca donde el presidente saliente recibió a Trump en un ambiente de mucha cordialidad. Tras hora y media de conversación, Obama dijo que fue un "excelente encuentro" mientras que el mandatario electo calificó de "muy buena persona" a su interlocutor y dijo saber que puede "contar" con él en su futuro gobierno, "incluyendo su consejo".
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La necesidad del estáblisment de evitar cualquier incertidumbre en torno a la gobernabilidad de la principal potencia del mundo, así como de marginar todo atisbo de movilización, llevó a un rapidísimo reacomodamiento de toda la clase política norteamericana que hasta el día anterior se había opuesto a un triunfo de Trump.
Ayer fue el segundo día de protestas de miles que no olvidan el carácter racista, misógino, antiinmigrante de quien ocupará la Casa Blanca los próximos 4 años. En Los Ángeles hubo 28 detenidos y en Oakland también se registraron incidentes con la policía. Lo que marca cuál podría ser el futuro de la situación política norteamericana marcada por la lucha de distintos sectores sociales frente al nuevo gobierno de la derecha rancia neoconservadora.
Pero incluso los sectores "progresistas" como Bernie Sanders que presentó batalla a Hillary en las internas demócratas ya se manifiestan a favor de dar alguna oportunidad al nuevo presidente. Tras repetir lo que ya dicen todos que Trump logró capitalizar la bronca contra el establishment, señaló que “Si el señor Trump habla en serio de buscar políticas que mejoren las vidas de las familias trabajadoras en este país, otros progresistas y yo estamos preparados para trabajar con él. Hasta el punto que si él persigue políticas racistas, sexistas, xenófobas y anti-ambientales, nos opondremos rotundamente”.
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Luego de una campaña donde se "sacaron los ojos", ahora todo vuelve a su cauce para mantener la gobernabilidad, mientras Trump prepara su gabinete con un claro perfil derechista y conservador como ya informamos aquí. Ya suenan nombres emblemáticos de Giuliani, ex alcalde de Nueva York famoso por su política represora de "tolerancia cero", o Paul O’Neill ex secretario del Tesoro de Bush hijo, famoso en Argentina por impulsar aún más el hundimiento de la economía durante la crisis de 2001-2003. Giuliani ya dio la nota y marcó la orientación que tendrá el gobierno señalando que los jóvenes que están protestando contra Trump son unos "llorones".
Las movilizaciones que se están desarrollando, no han caído del cielo sino que son continuidad de movimientos de protesta social como Occupy Wall Street, el movimiento contra los asesinatos de negros por parte de las fuerzas policiales Black Lives Matter, por un salario mínimo de 15 dólares la hora o por los derechos de las mujeres. Estas nuevas protestas contra el nuevo ocupante de la Casa Blanca pueden ser un aliento para desarrollar los movimientos de protesta social y de resistencia contra las políticas neoliberales y represivas que vendrán.