A propósito de Mariátegui. Teoría y revolución y Redescubriendo a Mariátegui.
Este 2023 se han publicado dos libros acerca del pensador peruano José Carlos Mariátegui: Mariátegui. Teoría y revolución (Buenos Aires, Ediciones IPS) de Juan Dal Maso y Redescubriendo a Mariátegui. El coloquio de México (1980). Textos, discusiones y documentos (Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos) editado por Martín Cortés y Diego García. Dichas publicaciones revisten una importancia medular, no solo en cuanto a los estudios mariateguianos conciernen, sino también, a la contribución dentro de la historia intelectual del marxismo latinoamericano. El tono polémico, crítico y transformador de la obra de Mariátegui lo posiciona como pieza clave de su tiempo, extrapolándose de igual manera a repensar la realidad en idéntico tono.
Mariátegui. Teoría y revolución de Juan Dal Maso constituye un análisis fresco y actual acerca del pensador peruano. En primer lugar, el autor se hace cargo de una pregunta fundamental: ¿Por qué Mariátegui hoy? En efecto, ¿Qué importancia tiene hoy, a casi cien años de la partida del autor de los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, la figura intelectual y política de Mariátegui? Más allá de un mero trabajo intelectual, este libro propone pensar al peruano desde su arista más clara, pero a la vez, la más incómoda para algunos sectores: su marxismo convicto y confeso. Como bien señala Dal Maso, ciertas lecturas que han hecho de su legado una disputa han querido “despojar” el marxismo de Mariátegui, dejándolo muchas veces como un “librepensador”, casi cercano a corrientes demoliberales. Sin embargo, recorrer a Mariátegui desde sus escritos más conocidos, así como también los de segundo orden, pone en evidencia no solo reflexiones de época, sino también, un espíritu que articula sus análisis desde una visión declaradamente subjetiva. “No soy un espectador indiferente del drama humano. Soy, por el contrario, un hombre con una filiación y una fe” declaró en la advertencia de su primer libro, La escena contemporánea. A partir de esta declaración es necesario realizar su recorrido intelectual, puesto que cada tema, cada análisis posee aquella filiación y aquella fe. Mariátegui. Teoría y revolución consta de ocho capítulos debidamente trazados, que hacen posible, no solo revisar la opinión de Mariátegui acerca de ciertos temas, sino también, la propuesta de Dal Maso sobre los mismos. En dicho sentido, resultan interesantes ciertos contrapuntos que el autor otorga entre Mariátegui y algunos de sus contemporáneos, como es el caso de Gramsci, Trotsky, Luxemburgo, etc.; y de algunos más recientes, como es el caso de Álvaro García Linera y Luis Vitale. De esta manera, Mariátegui es inscrito y puesto en combate teórico dentro de su propio linaje intelectual. A su vez, la audacia teórico-práctica del Amauta hace posible reconocer sus potencialidades y limitaciones que el propio proceso histórico le impuso.
Una de las cuestiones que se ha transformado en espacio de debate es lo referente a la visión internacionalista y la nacionalista en el imaginario político-intelectual de Mariátegui. Mientras algunas voces lo posicionan en una postura exclusivamente “nacional-popular”, donde sus intereses estaban puestos en el devenir del problema nacional, otros han querido poner el acento en su postura internacionalista, eclipsando las cuestiones locales, y dejándolo como un sujeto “ciudadano del mundo”. El recorrido que Dal Maso realiza de los estudios tanto nacionales como internacionales del Amauta, muestran un pensamiento que deambulaba entre ambas coordenadas, sin excluirse o contraponerse. Para Mariátegui la cuestión del indio es fundamental como parte del “problema nacional” del Perú, pero esto no se entiende sin el devenir que toma el contexto internacional que para él es fundamental y necesario. Su contexto generacional le permite absorber ambos espacios, sentirse parte de un mundo que cambia, tanto en aspectos locales como mundial. Sus conferencias de 1923 en la “Universidad Popular González Prada”, bajo la rúbrica “Historia de la crisis mundial”, muestran –como bien señala Dal Maso– el análisis meticuloso del pensador marxista, donde conviven la política, la economía y la cultura como dimensiones simultáneas para entender la realidad.
En dicha condición, los dos primeros capítulos son un detallado análisis de la visión que Mariátegui tuvo de la crisis económica, política e institucional del modelo capitalista europeo tras la Gran Guerra y su consiguiente proceso de estabilización. De esta manera, el autor identifica claramente cómo Mariátegui fue dando cuenta de una serie de fenómenos que ocurrían en Europa de manera simultánea como lo fue la misma crisis, la guerra, la revolución y el fascismo.
El capítulo tercero, titulado “Artes y revolución” aborda uno de los puntos esenciales del pensamiento mariateguiano: la cuestión de las artes y su relación con la política. Para Dal Maso, este punto no puede ser reducido a una mera expresión de época en torno a las vanguardias, ni menos a la “utilidad” funcional del arte a la política. Lo que pensó Mariátegui fue algo más complejo, referente al estudio de las expresiones vanguardistas y sus potencialidades políticas. La posibilidad de interpretar la realidad, y desgarrarla en razón a un proyecto político. En tal sentido, el arte no constituyó para Mariátegui un mero acompañamiento de la actividad política. Por el contrario, entendió el arte como praxis política en sí, como condición medular de todo proceso de transformación.
En los capítulos cuarto, quinto y sexto se abordan cuestiones medulares en torno a los estudios mariateguianos, a saber, las problemáticas del proyecto político del Amauta en el Perú de la segunda década del siglo XX. Una de las cosas relevantes de Mariátegui fue el diálogo que fabricó entre su marxismo y las comunidades indígenas peruanas. En medio de la efervescencia indigenista de esos años, Mariátegui se propuso analizar el problema del indio y de la tierra como factores “estructurales” de la formación de la nación peruana. ¿Cómo pensar en comunidades que se encuentran fuera del relato nacional? Aquello implicó para el intelectual peruano la necesidad de vincular teóricamente al sujeto indígena con la organización obrera moderna y las agrupaciones vanguardistas del periodo. Esto no se trataba de meras síntesis que armaban teorías esquemáticas, sino más bien, el intento por aprehender el movimiento propio de la especificidad histórica. Como bien señala Dal Maso, en dicho planteo, “no sistemático, seminal, aparece la potencia de su pensamiento”. Cuestiones relevantes al estudiar la relación entre Mariátegui y la III Internacional, en cuyas “tensiones” se fueron evidenciando caminos diversos y concepciones divergentes.
Los últimos dos capítulos evocan tanto el marxismo de Mariátegui como las interpretaciones que ciertos autores han tenido del pensador peruano. Realizando un recorrido por las cuestiones filosóficas, Dal Maso analiza las problemáticas centrales que atraviesa el “marxismo” de Mariátegui, cuyas coordenadas no solo se preocuparon de la aplicabilidad de la teoría a la realidad, sino por, sobre todo, de un trabajo relacional entre ambas cuestiones, entendiendo en ello la vinculación de un proceso histórico y cultural determinado.
Por su parte, Redescubriendo a Mariátegui presenta una serie de documentos y artículos en torno al Coloquio “Mariátegui y la revolución latinoamericana” realizado en 1980 en Culiacán, Sinaloa en razón a la conmemoración de los 50 años de la muerte del Amauta. Dirigido por José Aricó, el encuentro reunió a una pléyade de intelectuales que venían hace un tiempo configurando diversos análisis en torno al pensador peruano. En la introducción Martín Cortés y Diego García, sus editores, dan cuenta de la articulación, características e importancia que la actividad tuvo dentro del contexto latinoamericano. Si bien, como señala Fernanda Beigel, con el coloquio de Sinaloa estamos ante una nueva generación de estudios mariateguianos, fácilmente identificables con la noción “generación” de intelectuales preocupados por el pensamiento del Amauta, también es cierto –como bien señalan Cortés y García– que dicha generación no reviste el sinónimo de “homogeneidad”. En efecto, el texto da cuenta de los diversos debates que se efectuaron dentro del coloquio, evidenciando una multiplicidad de análisis que abordaron la obra de Mariátegui desde diversas ópticas. Y esto no resulta sorprendente, puesto que el autor de la Escena contemporánea fue capaz de confeccionar un pensamiento siempre en movimiento, entre la ortodoxia y la heterodoxia del marxismo, así como también entre lo nacional y lo internacional, lo estético y lo político, el dogma y la herejía. El coloquio mexicano se presenta así, como un momento intelectual que se entrecruza con el drama de las dictaduras en el Cono Sur, sus respectivos exilios y la “crisis” del marxismo europeo. Mariátegui pasa a ser un horizonte crítico para seguir pensando en un marxismo crítico y dinámico.
Se ha señalado la importancia y punto de inflexión que este encuentro tuvo con relación a los estudios mariateguianos, sin embargo, salvo escasas publicaciones sobre este, el desarrollo del evento, sus exposiciones y debates se encontraban sin publicar. Una especie de “mito” del cual mucho se habla, pero poco se conocía. “El coloquio de Sinaloa –señalan sus editores– constituyó un acontecimiento relevante sobre la reflexión crítica latinoamericana, tanto por su profundidad e intensidad con que fue abordada la figura de Mariátegui como por su capacidad de mostrar, en la heterogeneidad de las figuras presentes, la potencia del debate teórico-político de la región, enriquecido por los diversos países representados como por los intercambios con europeos y norteamericanos”. En efecto, estamos en presencia de una actividad que marcó el inicio de una serie de puntos sobre el pensador peruano que hasta el día de hoy se siguen reflexionando y discutiendo. Si en un primer momento Aricó pensó en cinco puntos centrales de discusión (“Mariátegui y la experiencia europea en su definición del socialismo”, “El marxismo de Mariátegui”, “Mariátegui y la realidad latinoamericana”, “Mariátegui y la cuestión nacional peruana” y, “Mariátegui en la formación del movimiento social peruano”), a estos se sumaron “Mariátegui y la revolución mexicana” y “el problema artístico”. Los siete temas dan cuenta de diversos intereses que se encuentran también condicionados por las cuestiones propias del continente y de la realidad política-intelectual del momento. En una época donde la “crisis de marxismo” se preguntaba acerca de la utilidad de Marx para pensar realidades específicas, la figura de Mariátegui emerge desde un horizonte renovador y crítico.
Por lo anterior, el libro evidencia los diversos momentos y movimientos que dieron vida al coloquio en cuestión, junto a los intereses sobre la obra de Mariátegui que configuraron un espacio de disputa y polémicas. Basta considerar el secundario interés que el coloquio presentó a las cuestiones estéticas en el pensamiento del peruano en contraposición a los temas específicamente políticos. Cuestión que se presentó polémicamente dentro de la misma actividad. Esto evidencia la selección e importancia que se les dio a ciertos aspectos de la obra de Mariátegui por sobre otros, y a su vez, pone de manifiesto un pensamiento que era urgente entenderlo de manera múltiple y relacional.
Estas polémicas se extienden también a los comentarios que algunos asistentes realizaron con posterioridad al evento, como fue el caso de César Lévano, Oscar Terán y Alberto Flores Galindo, siendo este último quien señalara que el congreso se dividió entre quienes iban a conmemorar los 50 años de la muerte de Mariátegui por medio de concesiones al “retorismo y el mal gusto”, de aquello interesados por “discutir” la obra del Amauta. Independiente de aquella aseveración, la incorporación de estos comentarios contribuye a una perspectiva más amplia de lo que significó el coloquio, haciendo posible evidenciar las discusiones que en estos estudios se irían posicionando a largo plazo.
En ambas publicaciones podemos dar cuenta de un pensamiento altamente crítico y dinámico como lo fue el de Mariátegui. Vale la pena considerar acá las palabras de cierre del evento de México realizadas por Aricó, donde señaló que la fuerza de Mariátegui se encontraba en la “multiplicidad de costados desde donde lo podemos tomar.” Una multiplicidad que permite ingresar desde diversos temas y lugares para, desde allí, ir configurando la construcción y ritmo de un pensamiento siempre en movimiento.
Artículo publicado originalmente en el Boletín N° 2 de la Asociación Gramsci Argentina.
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