Estados Unidos aplicará nuevos y gruesos aranceles a los envíos de acero y aluminio enviados desde México, con la finalidad de evitar que China esquive los gravámenes a través del transbordo; lo cual puede fortalecer la seguridad económica capitalista de América del Norte.
Jueves 11 de julio
Estados Unidos intensificó su guerra comercial con China al imponer aranceles al aluminio y al acero importados desde México, según anunció el gobierno de Joe Biden, demostrando el sometimiento y la dependencia del gobierno mexicano ante el imperialismo cuyo corazón se encuentra en EE. UU. Lael Brainard, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, detalló, que el acero que no haya sido fundido y vertido en México, EE. UU. y Canadá estará sujeto a un arancel del 25 %, mientras que, para el aluminio será del 10 % de aranceles, que hayan sido fundidos o moldeados en China, Rusia, Bielorrusia o Irán.
Con el argumento de combatir los “efectos negativos” del mercado de productos chinos y de que las autoridades estadounidenses temen que se esté usando a México como “puerta de acceso”, desde hace unos meses se habían puesto en la mira 544 fracciones arancelarias sobre los envíos de países con los que no tiene un acuerdo comercial, como es el caso de China y la India; aplicando aranceles que oscilan entre el 5 al 50 %, entre los que destacan paneles solares, chip, semiconductores, pero también textiles, madera, plástico, productos químicos, calzado, cerámicos, vidrio, metal, material de transporte y eléctrico, entre otros.
Además, los importadores de productos a Estados Unidos deberán proporcionar un certificado de análisis a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense (CBP, por sus siglas en inglés) que especifique el país donde el acero utilizado en la fabricación de dichos artículos fue fundido y vertido.
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En una declaración conjunta de los presidentes de EE. UU., Joe Biden, y de México, Andrés Manuel López Obrador, refieren que ambos países están tomando medidas clave para “proteger” los mercados norteamericanos del acero y el aluminio del “comercio injusto”. En el caso del mandatario mexicano, declaró que pidió a EE. UU. un trato especial al acero que provenga de Brasil, debido a que México importa bastante materia prima del país sudamericano.
Al respecto, México exige a los importadores que proporcionen más información sobre el país de origen de los productos de acero, lo que se suma al arancel de 25 % en 205 fracciones, con base en el comportamiento de las importaciones de acero y aluminio desde países sin tratado. Según dice el mandatario mexicano: “México tiene la posibilidad de importar acero y otros bienes a EE. UU. y Canadá y se beneficia con eso porque se establecen plantas, fábricas en nuestro país. Y hay inversión, se generan empleos […] Somos los principales socios comerciales de EE: UU. y está creciendo mucho la exportación de México a EE. UU”.
Lo que el gobierno no menciona es que, junto con estas “ventajas”, también están presentes las implicaciones del nivel salarial en México, que sigue siendo comparativamente más bajo que en muchos otros países de la región, así como de Estados Unidos. Además, la precarización de la fuerza laboral es favorecida por el accionar de las direcciones sindicales burocráticas, como ya se ha observado en la frontera norte durante el TLC y, recientemente, el TMEC.
Finalmente, hay que mencionar que, de 2018 a 2023 (periodo asociado al proceso del nearshoring) las cadenas productivas de estas industrias han sido afectadas por los conflictos geopolíticos y comerciales, lo que ha restado competitividad y ha afectado, en su mayoría a los consumidores.
Diana Palacios
Profesora egresada de la Normal Superior, colaboradora en IdZMx