Uno de los primeros cinco bancos del Estado español traslada su sede social de Cataluña a la comunidad Valenciana. El primer “acto de guerra” económica contra el resultado del referéndum.
Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN
Jueves 5 de octubre de 2017 15:54
El Consejo del Banco Sabadell acordó en la tarde de este jueves el traslado de su sede fuera de Cataluña. Concretamente se traslada a Alicante, en la Comunidad Valenciana, en respuesta a la posible declaración de independencia por parte del Parlament el próximo lunes. Se trata de la primera entidad financiera que hace efectiva una medida así.
Otras entidades están planteando tomar medidas similares. CaixaBank, la primera entidad bancaria en Catalunya, está estudiando trasladar su sede central a Baleares. Catalana Occidente tambiénn estudia sumarse a esta “operación salida”.
Comienza la guerra económica de los grandes grupos capitalistas contra la voluntad mayoritaria que el pueblo catalán expresó el domingo con el referéndum y el martes con la gran huelga general: la constitución de una república catalana independiente.
Esta decisión coincide con el anuncio del Tribunal Constitucional español de anular la sesión del Parlament, llamada para el próximo lunes, una intervención de facto contra las instituciones catalanas para impedir su funcionamiento. A la vez el gobierno de Rajoy anunció que estudia aprobar un decreto que permita acelerar el cambio de sedes sociales.
El Sabadell toma esta decisión tras la convocatoria de una reunión extraordinaria de su consejo de administración, sin convocar al conjunto de los accionistas, ya que así está contemplado en los propios estatutos de la entidad.
Desde principios de semana las acciones en bolsa de las principales entidades financieras catalanas sufrieron un fuerte descenso. En el caso del Sabadell llegaron a marcar una caída del 4,33% al cierre de la jornada del miércoles. Perdiendo en total un 12,72% de capitalización. Este jueves la respuesta ha sido la contraria, los mercados han premiado al Sabadell liderando las subidas con más de un 6%.
El temor a la proclamación de la independencia y a la pérdida de la seguridad jurídica que proporciona el marco regulatorio del Banco Central Europeo, una vez queden con sede social fuera del Estado español, asusta a las entidades financieras catalanas.
Sin embargo, estas medidas son sobre todo medidas de guerra económica contra el proceso de independencia en curso que es apoyado por millones. La banca es el primer gran sector patronal con poder económico e influencia en el Estado español y tanto CaixaBank como el Banco Sabadell figuran entre las cinco primeras a nivel estatal. Y como tal hace piña junto al Régimen del 78, más aún después de la “llamada a filas” del Rey para que todo el mundo se cuadre detrás del gobierno y las medidas de excepción que trate de imponer en los próximos días.
No será la primera medida, tampoco la más contundente, ni el único sector de la gran burguesía que se lanzaran para boicotear la independencia catalana. Esto plantea la cuestión de cómo se puede enfrentar este arma de guerra de los capitalistas que ya hemos visto en acción en la historia reciente. Como cuando en Grecia tras la victoria del “no” en el referéndum del memorándum de la Troika se produjo la masiva salida de capitales para favorecer la claudicación de Syriza y la traición al pueblo griego.
Entonces Tsipras se negó a tomar medidas elementales de autodefensa contra este tipo de guerra, como el bloqueo de las grandes cuentas, la nacionalización del sistema financiero, de las grandes empresas y el control y monopolio por parte del Estado del comercio exterior. No creemos que Puigdemont, un independentista sí, pero sobre todo un defensor del capitalismo y los intereses de las grandes familias y empresas, vaya a ser distinto.
La CUP ha salido a denunciar las decisiones de estas entidades y ha exigido al Govern que deje de trabajar con entidades como el Sabadell, CaixaBank o BBVA, y convierta el Instituto Catalán de Finanzas en una banca pública. Una propuesta atacada por “radical” por toda la prensa capitalista, pero que lamentablemente se queda muy corta para poder derrotar la ofensiva de la banca y las grandes empresas contra el derecho a decidir.
La diputada de la CUP Eulàlia Reguant, ha explicado que se trataría de conformar un banco público catalán con vinculación con el BCE. Una propuesta completamente alejada de un planteamiento anticapitalista, que alienta la ilusión en que la UE se va a poner del lado de Catalunya y que busca, con poco éxito, transmitir tranquilidad al resto de entidades financieras para que no se sumen a la salida (ya que, teóricamente, seguirían contando con el respaldo del BCE).
Como en Grecia en 2014, en Catalunya no hay posibilidad de vencer a los grandes grupos capitalistas sin medidas contra sus intereses, privilegios y títulos de propiedad. Para combatir la fuga de capitales la CUP, junto a las organizaciones sindicales que el pasado martes paralizaron Catalunya, y en especial los sindicatos de trabajadores de la banca (como los empleados de CaixaBank que el lunes pararon y salieron a cortar la Diagonal) se debería plantear una lucha por la nacionalización bajo el control de los trabajadores de todas las entidades y empresas que anuncien medidas como la del Sabadell.
Reguant, en la misma entrevista, planteaba correctamente que la declaración de independencia del Parlament puede quedar en papel mojado si no hay “control territorial”, refiriéndose al ejemplo de cómo se podrían hacer cargo de aeropuertos y puertos. Pues bien, las fuerzas materiales para poder hacer efectiva la independencia están en quienes hacen mover el país todos los días.
Contra la guerra de la banca, hay que organizar a los trabajadores bancarios y de control de los sistemas informáticos que sustentas los movimientos de capitales (como los de empresas como Heweltt Packard) que bloqueen cualquier movimiento de fuga de capitales y preparen las condiciones materiales para poder hacerse con el control de los fondos de estas entidades.
Lo mismo en el caso de los puertos y aeropuertos. En los trabajadores de tierra, de pista, los estibadores... están las palancas para conseguir que todas estas infraestructuras pasen a ser de la república catalana bajo el control de los trabajadores.
Esta es la única vía para poder efectivizar el resultado del 1 de octubre. Una vía que no es la de Junts pel Sí, que nunca será partidario de que la república catalana nazca de un gran proceso de autoorganización y movilización obrera y popular. Su apuesta es otra, que lo haga de la mediación de instituciones tan reaccionarias como la Comisión Europea (la misma que asfixió al pueblo griego) o de, en caso de enfrentamiento, que éste lo encabecen los Mossos d’Escuadra y el pueblo no sea más que mera base de maniobra, que ponga el cuerpo pero quede al márgen de decidir qué tipo de república.
La vía de Puigdemont no sólo es impotente para conjurar la fuerza del Estado y los grandes capitalistas, sino que además trata de garantizar que si hubiera república catalana ésta fuera un estado de los capitalistas igual que la monarquía del 78.
Que sea la clase obrera y los sectores populares quienes se pongan al frente de esta lucha democrática es, por el contrario, la mejor garantía de que se podrían tomar todas las medidas necesarias para derrotar al Régimen del 78, el Rey, la gran banca y la patronal, y a la vez abrir el camino a que el proceso constituyente que se abriera fuera realmente libre y soberano y la república catalana a conquistar lo fuera de los trabajadores y socialista. Por otro lado la mejor manera de animar la solidaridad y lucha del resto de trabajadores y sectores populares del Estado para una lucha común contra Felipe VI y el Régimen del 78 y abrir el camino a una libre federación de repúblicas socialistas en toda la península ibérica.