Más allá de la Paternal, Nápoles, el Estadio Azteca o la Bombonera, existe otro sitio sagrado para el maradonianismo: Mar del Plata, el lugar donde hizo su primer gol, se despidió de Boca y ganó su última copa. El recuerdo de sus hitos veraniegos.
Juan Ignacio Provéndola @juaniprovendola
Martes 15 de enero de 2019 00:00
Su primer gol en un estadio que no existe más
Diego Maradona necesitó cinco partidos para hacer su primer gol en Primera y apenas tres minutos para marcar el segundo. Ambos ocurrieron el 14 de noviembre de 1976 en un estadio que no existe más: el viejo General San Martín de Mar del Plata. Diego tenía 16 años.
Antes de que fuera descartado por la posterior construcción del Mundialista y finalmente demolido para levantar un hipermercado, el viejo estadio San Martín supo ser primero la casa de la Liga Marplatense, luego el anfitrión de los torneos de verano y más tarde el lugar donde los equipos locales recibían a sus rivales en los Torneos Nacionales. Como San Lorenzo de Mar del Plata a Argentinos Juniors en aquel Nacional ’76. En el mismo sitio donde Kimberley había goleado a Independiente en 1970 o Alvarado se jugó el ascenso a la A contra Arsenal en 1992.
Diego ingresó después del entretiempo, con el partido igualado a uno. Jugó con la remera número 15, dato que los numismáticos podrán leer como “diez y medio”. En 42 minutos metió dos disparos en el travesaño, tiró un caño y asistió a Carlos Álvarez, quien esa tarde hizo tres tantos. Y se guardó los tres minutos finales para ponerle su firma a aquel día histórico con dos golazos: uno de zurda, conectando un centro al pie, y otro de cabeza, por encima del arquero.
Fueron los dos primeros de alrededor de 350 goles que marcó en toda su carrera (algunos enumeran 345, otros 352; la cifra, aunque enorme, es imprecisa). El inicio de un idilio con la red que lo llevó a ser goleador de cinco campeonatos locales con Argentinos –cuatro de ellos consecutivos- y el artillero histórico de la Selección hasta la explosión de Messi.
Si toda leyenda necesita un mito de origen, la de Maradona cumplió con el manual: no sólo el estadio donde hizo sus primeros dos goles ya no existe más, sino que tampoco quedan registros fílmicos de tamaño momento fundacional. Es que, en verdad, nunca los hubo: en aquel entonces se transmitía por televisión un solo partido, y el de esa fecha fue el 2-0 de Boca a River en el Monumental, anticipo de lo que ocurriría por el mismo torneo un mes más tarde en la primera de las tres finales oficiales que ambos equipos disputarían en su historia, la única que hasta el momento ganó el xeneixe.
Apenas quedan algunas crónicas de la época y unas fotos que registraron los diarios locales, únicos medios interesados en cubrir un partido al cual fueron apenas 1300 personas para un estadio para 30 mil. Y, cuando todo parecía dicho, el periódico marplatense La Capital aportó el año pasado una novedad: la imagen que hasta ese entonces se divulgaba como perteneciente a su segundo gol, en verdad corresponde a una de las jugadas previas que acabó en el travesaño.
Despedida en San Valentín
Maradona jugó varios partidos como profesional en Mar del Plata, aunque aquel de los goles iniciáticos fue el único en el estadio San Martín. Los demás se desarrollaron en el Mundialista, como por ejemplo el de 1980, nuevamente ante el San Lorenzo marplatense y anotando otro gol para un triunfo de Argentinos Juniors (fue 2-1).
Pero así como la ciudad significó el primer sitio donde marcó un gol como profesional, también fue el lugar donde se despidió del equipo que lo hizo debutar en Primera. Fue el 14 de febrero de 1981, Día de los Enamorados para todos menos para los hinchas del Bicho, quienes estaban al tanto de los rumores y cantaban: “Diego no se va”. Argentinos enfrentaba a la selección de Hungría en uno de estos torneos de verano de aquella época en los cuales era común ver a equipos del bloque comunista de Europa entreverándose con los locales.
El partido acabaría en un discreto empate 1-1 que nadie recuerda con especial afecto o devoción. En gran parte porque la actuación de su protagonista principal, Diego Maradona, fue regular. Acaso, tal vez, su cabeza estaba más en lo que terminaría sucediendo tres días después: la firma de su traspaso a Boca, negociado por los dirigentes de ambos clubes entre las arenas y reposeras de Mar del Plata. Diego jugó ese partido sin saber que iba a ser el último con Argentinos, y que apenas ocho días debutaría en el Xeneize.
Irse de Boca en la playa
A pesar de su vinculación emocional con Boca, Maradona jugó para ese equipo menos de un año durante su primer período. Se puso la camiseta de ese club el 22 de febrero de 1981 ante Talleres de Córdoba (el mismo rival contra el que había debutado profesionalmente cuatro años y medio antes) y se despidió el 6 de febrero de 1982 frente a River.
Este último partido fue en el marco de un torneo de verano, y por lo tanto, nuevamente en Mar del Plata, ciudad a la que el destino llevaría a Maradona recurrentemente a hechos cruciales de su carrera.
Boca había pagado el pase más importante que jamás se había visto en la historia del fútbol local, pero doce meses después no pudo solventar ni la transacción con Argentinos ni el sueldo de Maradona. Ambas cifras estaban en dólares y sometidas por la “tablita de Martínez de Hoz”, un mecanismo de la última Dictadura que llevó el valor de la divisa por las nubes para beneficio del sector financiero y de numerosos especuladores que actuaban en complicidad con el Estado de facto.
Nuevamente a Diego le tocó jugar su último partido en un equipo con la atención depositada en otras circunstancias. El fichaje por parte de Barcelona desvelaba a Maradona, quien en su función final con Boca debió padecer la marca de uno de los jugadores que más lo tuvo a maltraer en toda su carrera: Mostaza Merlo.
El encuentro, jugado en el estadio José María Minella, sería para River, que venció por 1-0. El gol lo marcó Ramón Díaz, compañero de Maradona en la selección que meses después jugaría el Mundial de España. Y un futuro némesis personal: una versión repetida señala que Díaz no fue convocado por Carlos Bilardo para Italia ’90 (época en la que el riojano era figura del Mónaco tras rutilantes pasos por la Fiorentina y el Inter) por las objeciones que Diego puso a su convocatoria.
Vuelta a la Selección y su última copa
Entre Boca, el Barcelona, Napoli y la selección, Maradona cosechó a lo largo de su carrera una docena de títulos. El primero fue el Mundial Sub19 de 1979 en Japón con la camiseta argentina, y el último catorce años después con la misma insignia pero más cerca no sólo en el tiempo, sino también en el espacio: se produjo el 24 de febrero de 1993 en el Mundialista de Mar del Plata.
La principal ciudad balnearia de nuestro país vuelve una y otra vez del pasado para traerle buenos recuerdos al Diez, quien en aquellos días aciagos tanto para su carrera como para la selección pudo disfrutar la última de las alegrías supremas de todo futbolista: consagrarse campeón y levantar un trofeo.
Se trató, en este caso, de la última de las dos ediciones de la Copa Artemio Franchi, galardón reconocido oficialmente por la FIFA y antecedente de la posterior Copa de las Confederaciones. El propósito era enfrentar a los campeones de América y Europa y así fue como jugaron Argentina, ganador de Chile ’91, y Dinamarca, vencedor en Suecia ’92.
Maradona venía de purgar su primera suspensión por doping, la cual lo tuvo alejado de las canchas casi un año y medio hasta julio de 1992, cuando fue contratado por el Sevilla que dirigía Carlos Bilardo. El partido por la Copa Artemio Franchi contra Dinamarca en Mar del Plata fue su regreso a una selección que ese año lo necesitaría como nunca, sobre todo en el recordado repechaje ante Australia para clasificar al Mundial de Estados Unidos ’94.
A pesar del fabuloso marco que ofrecía el Mundialista marplatense (con 40 mil espectadores deseosos de ver la vuelta de Maradona a la selección), el encuentro comenzó adverso para Argentina, ya que los escandinavos se pusieron al frente gracias a un gol en contra del defensor Néstor Craviotto a los doce minutos del primer tiempo.
Sin embargo Claudio Caniggia empardó el marcador a la media hora de juego y el resultado se mantuvo hasta el final del cotejo, obligando a definir por penales. Allí Maradona anotó el suyo y Caniggia erró el propio, pero Sergio Goycochea contuvo dos para la victoria argentina por 5-4. De ese modo la selección se quedó con una copa alzada ante la vista de todos por Diego en Mar del Plata, la ciudad donde marcó su primer gol profesional, luego se despidió de Boca para ir al Barcelona y finalmente celebró su último título profesional en el fútbol.