La política de convertir las islas en campos de migrantes, al estilo de la isla de Lesbos en Grecia, no sólo está bloqueando una alternativa digna para estas personas, sino que está fomentando la radicalización de la extrema derecha y su violencia xenófoba.
Martes 2 de febrero de 2021 20:40
Frente al discurso del Gobierno del Estado español de que en esta crisis “nadie va a quedar atrás”, la realidad viene a confirmar que, de nuevo, salvo el IBEX 35, mucha gente está quedando atrás de forma dramática. Especialmente sectores sociales que ya antes de la pandemia vivían las situaciones más vulnerables, como son las personas migrantes.
Sólo en Gran Canaria están retenidos cerca de 7.000 personas migrantes, de en torno a las 24.000 que llegaron a fines de 2020 a las islas en una de las mayores crisis migratorias de los últimos años. El Gobierno “progresista” ya anunció hace meses que iba a bloquear los traslados a la península justificándose en que generaría “efecto llamada” y por la presión europea. Hacinadas en campamentos improvisados o en los hoteles que están vacíos por la pandemia, mientras se están construyendo grandes campamentos a contrarreloj con fondos europeos para retenerlas por tiempo indefinido, lo cual no es solución ni alternativa alguna.
La finalidad de estos grandes campamentos es la de recluir a las personas migrantes en espacios controlados y alejados de las zonas urbanizadas. Pero la presencia de estas personas sin nada más que su ropa y lo poco que pudieron traer consigo ha desencadenado una verdadera oleada de xenofobia y los ataques racistas. Ya desde octubre del pasado año la extrema derecha se viene movilizando en los barrios donde han alojado a migrantes. Y la situación sigue empeorando. En las redes sociales se organizan ataques racistas, lanzando piedras a los alojamientos y agrediendo violentamente a jóvenes, buena parte procedentes de Marruecos y contra quienes más se dirigen estos ataques de “caza al moro”.
Los medios de comunicación vienen recogiendo la dramática escalada de esta situación con imágenes de las heridas causadas agresiones, así como declaraciones de los agresores que son auténticos discursos de odio alentados por la extrema derecha y de partidos como Vox. Una espiral que se retroalimenta justificada en una “inseguridad” inflada por los bulos racistas: “Si vienen en plan de guerra vamos a defendernos. Las ratas cuando tienen miedo atacan. ¿Que si es injusto? Más injusto es que mi hijo no pueda salir solo a la calle por si le roban el patinete”. Las ONGs o fundaciones religiosas a las que el Gobierno delega la gestión de estos precarios centros y campamentos están dando cuenta de estos hechos y denunciándolos.
Una política criminal del Gobierno “progresista” que cumple con las directrices de la Unión Europea y su racismo imperialista de la “Europa fortaleza”. Miles de migrantes van a ser retenidos en estos campamentos precarios de forma indefinida, lo que también está generando tensiones dentro de los propios campos. Pero que sobre todo está siendo el caldo de cultivo para la radicalización hacia la derecha de sectores de la clase media canaria empobrecida en la pandemia y que están haciendo suyo el discurso xenófobo y racista de la extrema derecha.
La crisis migratoria es un problema estructural del capitalismo anterior a la pandemia y que no hace más que empeorar. Es la contracara de los beneficios e intereses de las grandes multinacionales y de las políticas de los países imperialistas. El “progresismo” tan sólo aspira a ser un “mejor” gestor de este imperialismo, dando discursos en clave humanitaria y hablando de derechos humanos, pero que su traducción en la práctica son situaciones criminales como la que se está viviendo en Canarias.
Asumir la deuda y los rescates financieros a las grandes empresas, a costa de empobrecer a la clase trabajadora y sectores populares es lo que hace Unidas Podemos desde el Gobierno. Lo contrario, es luchar por un programa para dar una salida a la clase trabajadora y las personas migrantes. Para esto hace falta un plan de lucha independiente de los partidos y gobiernos de turno.
Mientras, la extrema derecha plantea su programa racista y de odio de forma mucho más consecuente y cosechando, lógicamente, mejores resultados. La única forma de combatir hasta el final a esta extrema derecha es enfrentando a todos los gobiernos capitalistas e imperialistas, adornados o no de “progresismo”. Exigir la derogación de la Ley de extranjería, la regularización inmediata de todas las personas migrantes, derogar las reformas laborales y terminar con la precariedad. Son medidas urgentes para que la crisis la paguen las grandes empresas capitalistas.