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Red Internacional
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Opinión. El León domado y el retorno de lo reprimido

La libre competencia de Milei, una propuesta de retorno al reino animal para las grandes mayorías.

Miércoles 10 de julio 10:15

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Escribía Engels ya en 1875-1876:
“En los países industriales más avanzados hemos dominando las fuerzas de la naturaleza, para ponerlas al servicio de la humanidad; con ello multiplicamos infinitamente la producción, de un modo que un niño produce ahora más que cien adultos ¿y cuál es el resultado? Un creciente sobretrabajo, y una mayor miseria de las masas, y, cada diez años, un gran derrumbe. Darwin no sabia que amarga sátira escribía sobre la humanidad y en especial sobre sus compatriotas, cuando mostró que la libre competencia, la lucha por la existencia, que los economistas celebran como la máxima conquista histórica, es el estado normal del reino animal. Sólo la organización consciente de la producción social, en la cual la producción y la distribución se llevan a cabo de manera planificada, puede elevar a la humanidad por encima del resto del mundo animal en lo que se refiere al aspecto social, tal como la producción en general lo hizo con el género humano en el aspecto específicamente biológico”.

Un estado de salvajismo alambrado y militar.

Qué podemos decirle de esto al rey León Milei, dos siglos después. La libre competencia de Milei, siquiera arranca en un estado de igualdad. El Pacto de julio, la inviolabilidad de la propiedad privada, es lo que alambra la propiedad de los que no compiten. Porque ya ganaron. No hay retorno al estado selvático más que para los expropiados, a decir del manifiesto comunista, la propiedad privada “está abolida para las nueve décimas partes de sus integrantes, existe precisamente en la medida en que no existe para nueve décimos”.
Y lo que más preocupa a Milei, por eso la importancia de la ley y sus ataques a Marx: “el proletariado no se constituye por la pobreza engendrada naturalmente, sino por la provocada artificialmente”

¿Por qué el retorno de lo reprimido? La selva no es para todos.

Cerca de la segunda guerra, Einstein preguntaba a Freud si era posible para la sociedad escapar de la guerra, de ese “estado salvaje” donde se desata la psicosis de destrucción para beneficio de unos pocos, y si la pulsión de vida, la cultura, la construcción de un proyecto de sociedad, podían reprimir (en el sentido psicológico del término) y finalmente superar, esas tendencias autodestructivas individuales. “Estado salvaje” de competencia o proyecto colectivo, siguen siendo parte de los problemas actuales de nuestra época.
El modelo de sociedad que defienden los liberales de Milei, implica para las grandes mayorías un retorno a ese estado de naturaleza salvaje, del libremercado como decía Engels, donde solo pueda sobrevivir el más fuerte, el que logra imponerse con la fuerza y se muestra capaz de devorarse a los demás, un estado de darwinismo social. Contra toda forma de proyecto colectivo y de pertenencia social, dicen, que prime la competencia entre individuos fragmentados.
Y para ese modelo de sociedad, dicen, el Estado es un límite, una falsa discusión, porque necesitan y usan al Estado como administrador de las desigualdades sociales y a su aparato represivo para garantizar el ejercicio de esas desigualdades. Milei, y los dueños de la Argentina, quieren al Estado, ya no en su rol de encubridor de las contradicciones, de apaciguador, sino en su papel de defensor “a palos” de esas contradicciones.
Mientras tanto el peronismo, que podía hablar de igualdad, con un 40 por ciento de pobres, mira atónito lo que pasa y deja pasar los ataques. Sin combatir el capital es imposible que los dueños del país, se dispongan, como mínimo, a negociar algo, por eso en los últimos 40 años sus gobiernos fueron impotentes para enfrentar la política de ajuste de la burguesía argenta, o como reconoce Cristina, “ellos siempre ganaron”.

¿Y qué pasa con la subjetividad?

La política de exaltación de la competencia y el individualismo ha tenido un efecto importante sobre la subjetividad de la clase trabajadora, pero no podemos quedarnos con la foto, o limitarnos a la expresión del síntoma. La subjetividad se construye en el movimiento real de las contradicciones sociales.
Contra los diagnósticos cerrados de la “derechización” de la sociedad, especialmente entre la juventud, los resultados de las elecciones en Francia muestran, aún distorsionadamente, la volatilidad de la subjetividad en épocas de crisis. Del triunfo seguro de la extrema derecha, a la división en tres tercios, donde el ala “izquierda” el nuevo Frente Popular, conformado por socialistas, comunistas y ecologistas, son el tercio mayoritario, y las plazas de Francia cantan la internacional.

La vuelta a escenarios estratégicos y la vuelta de la política.

Décadas después de la caída del muro de Berlín, el capitalismo ya no puede mostrarse como un proyecto triunfante, y más bien, muestra su verdadera cara, generando mayores contradicciones y polarización. Cada vez más importante el rol de la política, de la táctica y de la estrategia.
Los tiempos que vienen son auspiciosos, en el sentido de que abren escenarios de lucha política por el futuro, por el presente y también, por qué no, por el pasado de la humanidad.
Tomar partido en esta pelea es de vital importancia.