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Red Internacional
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Opinión. El PJ dirime su interna como partido del orden, pero la fuerza estudiantil desafía la contención

Este sábado se define cómo será la disputa por la presidencia del PJ nacional: por un lado, CKF, por el otro, el riojano Quintela, y Kicillof en el medio. Mientras tanto, el movimiento estudiantil despliega su fuerza en todo el país. Y en el conurbano comienzan a desafiar la contención del peronismo.

Miércoles 16 de octubre 22:33

CFK saluda a La Cámpora en la marcha federal educativa

CFK saluda a La Cámpora en la marcha federal educativa

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Fue después de la última gran marcha federal universitaria que Cristina Fernández de Kirchner volvió a la centralidad de la escena política. Ese día se asomó a un balcón cerca del Congreso, para saludar una columna de La Cámpora. Días después, lanzó su candidatura para disputar la presidencia del PJ nacional que, hasta hace poco más de una semana, era reclamada solo por el gobernador riojano Ricardo Quintela. Esto puso en un lugar aún más incómodo al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que venía atajando piñas por parte de los intendentes de La Cámpora, y que ya se había mostrado en un acto político con Quintela.

"Enderezar y ordenar" fue la propuesta de CFK para reconducir un peronismo que vive una de sus mayores crisis de poder político y de representación, luego de cosechar una amplia derrota ante la ultraderecha de Javier Milei, en gran parte como consecuencia del desastroso gobierno que Cristina conformó, con Alberto Fernández y Sergio Massa. Ahora que el Gobierno del "mayor ajuste de la historia" comienza a perder márgenes de popularidad, tras atacar a los jubilados, a la salud pública y aumentar la pobreza; tanto el peronismo, como las demás fuerzas políticas del régimen, buscan posicionarse de cara a las elecciones legislativas del 2025.

Pero mientras el conjunto de la casta política mira encuestas y abre internas en base a especulaciones electorales, una fuerza social enorme comienza a desafiar las ataduras de la contención, para transformarse en protagonista de la pelea contra el plan de ajuste del Gobierno. Las nuevas generaciones del movimiento estudiantil hicieron una primera experiencia con los diputados traidores (tanto de la derecha, como la UCR y un sector del peronismo) y ahora comienzan a hacerlo también con las conducciones que buscaron apaciguarlo durante todo el año. Y se levantan, organizadas desde las bases, por la conquista de su futuro.

Son más de 80 las facultades tomadas en todo el país, que vienen organizándose en masivas asambleas inter-claustro. Y en varios lugares empiezan a abrir sus puertas a la coordinación con sectores del pueblo trabajador. Éste miércoles, avanzaron en importantes movilizaciones y cortes, como el que se hizo en la avenida General Paz. Pero bastan solo algunos ejemplos para reflejar la profundidad de este proceso organizado, que comienza a desafiar la contención del peronismo en los territorios que domina.

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En la universidad de Avellaneda, conducida por una agrupación afín al intendente Jorge Ferraresi, renunció la presidenta de uno de los centros de estudiantes, porque su corriente se opone a la toma de la facultad. Ferraresi es el principal aliado de Axel Kicillof. Busca para sí, la gobernación de la provincia y para Axel, la presidencia del país; y estuvo en el centro del fuego camporista, por la disputa de los recursos millonarios que se obtienen del puerto del Dock Sud.

En la universidad de La Matanza, los estudiantes lograron imponer la toma, pesar de la seguridad privada del rectorado y de la oposición del peronismo, tanto desde el centro, como desde los sindicatos. Esto se da en un territorio dominado por Fernando Espinoza, con quién también Axel Kicillof se mostró en actos políticos, incluso a pocos días de conocerse una denuncia por abuso sexual.

Pero la negativa a darle espacio a esta fuerza social que busca tomar en sus manos la pelea que no quieren dar los sindicatos, no viene solo del sector afín a Kicillof. En la Universidad de Quilmes, donde les estudiantes lograron deshacerse de una patota libertaria armada con gas pimienta, La Cámpora y otras corrientes afines a la intendenta Mayra Mendoza, primero bajaron la línea de no hacer toma, hasta que se impuso la fuerza estudiantil por abajo y tuvieron que acompañar.

La postulación de CFK a la presidencia del PJ y su llamado a reconfigurar al peronismo como partido del orden, ocurrió justo antes de que la juventud del pueblo trabajador comenzara a desafiar a las burocracias estudiantiles y a marcarle la cancha a la CGT con su impronta autoorganizada y combativa.

El próximo sábado, se terminarán de definir las listas para la disputa por la conducción nacional del peronismo. Según trascendió, el viernes Cristina tendría un encuentro con Quintela, quien, tras conseguir el último aval que necesitaba por parte del gobernador Capitanich, mantiene firme su candidatura.

Dentro de Unión por la Patria, está el sector de Juan Grabois que, aunque no participa de las elecciones del PJ, ya se definió por Cristina Fernández de Kirchner. Grabois, que había dicho que Kicillof es "el mejor militante de nuestro campo para ser presidente" de la Nación, esta semana le recomendó no conjurar desgracias cósmicas desafiando a su madre política.

El despertar de un movimiento autoorganizado, con un importante peso hegemónico de cara a la sociedad, podría ponerle límites a la pasividad construida por el peronismo que, una vez más, busca reencausar el descontento social hacia las lejanas elecciones del 2025. Y ninguno de sus principales referentes políticos salió a dar la cara en defensa de lo que construyen por abajo los estudiantes.

La vuelta de CFK, es sobre un programa político que ajusta la tuerca aún más hacia la derecha. "Debemos aceptar que nada está grabado en piedra y que todo debe ser repensado y discutido", plantea la ex vicepresidenta, en su última carta. Y recuerda que "en el documento del 6 de septiembre señalamos algunas cuestiones: modificación de las relaciones laborales y su impacto, nueva estatalidad para un nuevo Estado, reversión del déficit fiscal y cómo hacerlo, revisión y reforma de la educación pública, seguridad, modificaciones en la comunicación social, etc". Así plantea rever todos los derechos conquistados y el conjunto de la órbita pública.

Pero, a pesar de las diferencias internas, es el programa político que comparte el conjunto del peronismo, lo que lo hace impotente para darle una salida a la crisis nacional que sea favorable al pueblo trabajador. Porque no hay un solo sector que esté dispuesto a afectar las ganancias de los grandes grupos económicos, y desconocer las exigencias que impone el Fondo Monetario Internacional. A la vez que cada una de sus corrientes, intentan controlar -por ahora con poco éxito- a la juventud que se rebela en todo el país.

Por su parte, todo el arco de la derecha y sus medios de comunicación afines, intentan hacer pasar este movimiento que surge desde abajo, como una ocurrencia de las agrupaciones de Izquierda. Es verdad que la Izquierda en todo el país, alienta la autoorganización tanto de los estudiantes, como de los trabajadores o de las asambleas barriales. Pero estamos ante un movimiento estudiantil masivo, diverso en ideologías y posturas políticas, que comienza a reclamarse independiente de las autoridades, esas que una vez que consiguieron su parte del presupuesto educativo, abandonaron a su suerte a los docentes y no docentes de las instituciones.

Patricia Bullrich, la ministra gaseadora de jubilados, le reprochó al movimiento que toma universidades de querer “generar una revuelta” como en Chile. Pero es el propio gobierno de la ultra-derecha quien conjuró las fuerzas de un movimiento que, unido a la clase trabajadora, podría llegar a seguir los pasos del pueblo hermano.

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Hace falta recordar que tanto Cristina Fernández de Kirchner, como Alberto Fernández, defendieron en 2019, la embestidura presidencial del pinochetista Sebastián Piñera, cuando el pueblo chileno clamaba su dimisión. Hoy, en este 2024 argentino, los estudiantes gritan en todas partes del país por una "universidad de los trabajadores", y crece una vanguardia que incorpora el canto: "¡Qué cagazo, obreros y estudiantes, como en el Cordobazo!".

Las fuerzas ya están desatadas, la historia una vez más, parece estar en manos de la juventud. Si este movimiento se alía a los trabajadores y trabajadoras, y si se plantea pelear en unidad por los reclamos del conjunto del pueblo, tendrá la potencia para luchar por el futuro.