17 años después de su debut, el ídolo de Racing se despide de su gente hoy 21 de Mayo jugando su último partido como local, cautivando las miradas de propios y extraños.
Leandro Olivo @leandroolivo15
Sábado 21 de mayo de 2016
Foto: sitio de Olé
Si la excepcionalidad de los ídolos radica en dejar una huella en cada lugar concurrido, la historia de Diego Milito va más allá de esta premisa, dejando no solo su marca goleadora en cada club por el que transitó sino aún más, torciendo el rumbo y abriendo el umbral de posibilidades. Mientras que a lo largo de su trayectoria integró equipos que fueron campeones de todo, jugó un mundial con la selección y obtuvo las copas más importantes a nivel clubes, lo que lo diferenció fue haber hecho de las condiciones adversas en las que llegó a cada club, de las grandes sequías sin campeonatos, su base para cambiar la historia y quedar en las páginas grandes del futbol mundial. En cada equipo que Milito jugó, se encargó de romper alguna racha para quedar en los corazones de la hinchada, dejando su impronta a fuerza de goles, calidad y liderazgo. 17 años después de su debut, el ídolo de Racing se despide de su gente este 21 de Mayo jugando su último partido como local, cautivando las miradas de propios y extraños.
Fortuna
Hay un denominador común que acompaña la carrera del Príncipe, aún más que el 22 en su espalda, que fue el haber tenido que batallar contra viento y marea cada vez que tuvo que vestir una nueva camiseta. Es indudable que las condiciones en las que debutó y transitó sus inferiores forjaron su carácter y condición de líder para sus futuras experiencias. Racing atravesaba los peores momentos de su historia a nivel institucional y deportivo, con sentencia de quiebra por parte de su Presidente y la intervención de la Justicia para la clausura del club. El afán por sacarse de encima los 35 años sin títulos y el descenso que amenazaba hicieron de Milito un jugador capaz de mostrar el mayor de los temples en los momentos donde solo los grandes aparecen.
En su paso por Europa la historia se repite de la misma forma, haciendo de su viaje una epopeya. Con la llegada al modesto Genoa de Italia, el joven delantero que ya había sido convocado por Marcelo Bielsa a la Selección, tiene por objetivo no descender a la Serie C. Luego de lograr la permanencia y al año siguiente el ascenso calzándose el mote de ídolo, interviene la Justicia decretando el descenso del equipo genovés. El club no lo puede retener y emigra al Zaragoza, que tras dos temporadas desciende y tampoco logra retenerlo, marcando su vuelta a Italia. El Inter podría ser la excepción que confirma la regla al venir de ganar 4 Scudettos consecutivos, pero no, la libido de la institución de Milán estaba puesta en la conquista de la Champions League, título que no obtenía desde 1965 y se le negaba años tras año.
Virtud
Lejos de tener un comienzo arrasador, en los primeros 65 partidos jugados en Racing solo marcó 6 goles. Las condiciones que mostraba evidenciaban el potencial que luego lo llevaría a lo más alto del futbol mundial, siendo un jugador técnico, talentoso, generador de espacios, veloz, que a pesar de su gran porte llegaba siempre un segundo antes que el defensor rival, pero sin la determinación dentro del área que lo caracterizaría. Luego del campeonato con Racing, los números empiezan a cambiar y las que antes iban a los palos, ahora inflaban la red.
Con la llegada a Europa marca un quiebre y logra sostener un promedio de casi 20 goles por temporada, arrastrando como karma el segundo puesto en la tabla de goleadores en cinco ocasiones, una en la Serie B, otra en Liga española y tres en la Serie A de Italia. La suma de sus condiciones técnicas con una efectividad arrasadora ponen a Milito a la altura de los más grandes delanteros de la época, el cual a pesar de su bajo perfil y poca prensa, logra forjar una relación idílica con los tifosi del club genovés y del Inter.
Diego con la camiseta del Zaragoza
Como cristalización de su poderío ofensivo, los partidos por la semifinal de la Copa del Rey y la instancia definitiva de la Champions League contra el Bayern Münich marcan la consagración del Príncipe como parte de la historia grande. Corría el año 2006, el Zaragoza venía de eliminar al Barcelona (el mismo que luego ganaría Champions y Liga) con un doblete clave de Diego y el próximo rival sería el Real Madrid de los “galácticos”. Ni la elegancia de Zidane, ni las gambetas de Ronaldo, esa noche todas las miradas fueron para el 22 que anotó cuatro goles para obtener el pase a la final y dejar a la Romareda enardecida ante su inmensidad.
La final de la Champions fue una noche impensada, casi onírica. Ni el más optimista podía haber imaginado tal cosecha, pero el Príncipe ya había demostrado que le sobraban credenciales para hacerse cargo. Hizo todo lo que tenía que hacer, aguantarla cuando había que aguantarla, poner cuando había que poner pero principalmente estar en el lugar indicado en el momento en que el partido lo pedía. Con 2 goles en su cuenta personal, Milito se consagró como rey y el equipo de Mourinho conquistó la ansiada “orejona”, completando la Triple Corona (ya había ganado Liga y Copa Italia) y una temporada brillante. El reconocimiento que se manifestaba en cada tribuna que lo vio desparramar rivales, se correspondería con el de la FIFA que lo premiaría como el mejor jugador de la UEFA del 2010, el mejor jugador de la Champions, de la Serie A, llegando a los 30 goles en 54 partidos y siendo convocado por Maradona para jugar el Mundial.
Canal YouTube de Cristian Tarzi
Retorno
Si bien es necesario recurrir a las estadísticas para hacer una reconstrucción de la trayectoria de Milito, al momento de hablar de su relación con Racing y su retorno, sería insuficiente quedarnos con esos datos. Curtido al calor de las historias más delirantes durante las inferiores producto de la crisis institucional, en el 2001 es uno de los protagonistas del plantel que obtiene el campeonato. Torneo que se gana a la par de las jornadas del 19 y 20 de Diciembre, las cuales enaltecen la épica de la conquista, jugándose la última fecha en la misma semana que pasaron 7 Presidentes por el sillón de Rivadavia. Diego fue parte de ese plantel que hacía olvidar al menos por 90 minutos que los pobres éramos cada vez más pobres y los ricos nos sacaban hasta lo que no teníamos.
Con la gloria en sus espaldas y la humildad intacta, una década más tarde pega la vuelta al club que lo vio nacer. Milito, volvió y revolucionó a Racing, sumándose a un equipo que hacía 13 años que no salía campeón. Pero dejó mucho más que un título en las vitrinas, el 22 cambió la forma en que los hinchas percibían su propia pasión, dejando atrás años de sufrimiento y pesar, poniendo a Racing en lo más alto del fútbol Argentino y continental. Potenció a sus compañeros, generando una identidad de juego y lo que es más difícil, una identificación del plantel con el club afuera de la cancha. Lo que fue el “Paso a Paso” del 2001, resabios de un club fracturado que hasta en lo más alto tenía que cuidarse de no partirse, en el 2014 fue #RacingPositivo con Milito como paladín. Ya no se trataba de cortar una racha y dar una alegría sino de acostumbrarse a la victoria, acostumbrarse a revertir resultados, ganar clásicos, ganar contra todos, contra años y años de sufrimiento que habían amoldado a una generación. No se trataba de optimismo vago y voluntarista, sino la necesidad de ser un abnegado de la victoria y buscarla por todos los medios. El capitán volvió a Racing y trajo a los jóvenes una idea que estaba perdida en el repertorio: la idea del ídolo, ese ser que personifica las pasiones y grandezas, en el que reposar en la mayor de las adversidades porque se sabe que todo lo puede, esa irracionalidad que hacía vibrar partido a partido por el solo hecho de verlo adentro de la cancha. Este sábado vamos a ver su última función y aunque seguramente alguna lágrima se derrame, nos despedimos con el convencimiento de que dejó algo más que su presencia y que queda al servicio de todos los que nos llenamos de su fútbol, dejó un nuevo Racing.
Foto: cuenta de Twitter RacingPositivo
Lo que se le presentó como adversidad, logró convertirlo en fortuna, haciendo de la negatividad una oportunidad, para hacer de su obra un mito. Con el retorno como virtud, El príncipe se encargó de recuperar de cada club, lo más grande que supo ser en su historia, haciendo de la memoria un presente arrasador. Pero los hechos no se repiten a su imagen y semejanza sino que la vuelta significa trascendencia y logra sobrepasar la expectativa hacia nuevos horizontes. Ante el peso de la historia de las generaciones pretéritas, El príncipe puede narrar un nuevo aquí y ahora, haciendo de su virtud un imperativo universal.