Cuatro postales que demuestran que la clave del negocio narco son los puertos… y la policía.
Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Jueves 9 de junio de 2016
Julio de 2008. Está por cumplirse un año de gestión de Hermes Binner, cuya campaña prometía “Buenos tiempos”. Cerca de la ciudad portuguesa de Oporto son incautados 625 kilos de cocaína escondidos en un cargamento de ajo que fue embarcado en el Puerto de Rosario.
Julio de 2010. Fuerzas de de Seguridad de Portugal detectan un cargamento de carbón vegetal que en su interior contenía 762 kilos de cocaína. Habían salido del Puerto de Rosario. En los Tribunales de la ciudad se inicia una causa a Patricio Daniel Gorosito, un testaferro del entonces titular de la AFA, Grondona. Pero la causa queda paralizada.
Marzo de 2012. Se encuentra en Portugal un cargamento del mismo carbón vegetal con 380 kilos de clorhidrato de cocaína de máxima pureza. Cinco argentinos intentan retirar el cargamento al día siguiente y son detenidos. Entre ellos, el rosarino Matías Hernán Franchetti, el barrabrava de NOB asesinado éste lunes en Rosario. Otros dos cargamentos similares se incautaron en tránsito, sumando más de 1000 kilos. La causa se conoció, desde ese momento, como Carbón Blanco.
Septiembre de 2015. El Partido Socialista lleva 8 años en el poder. Un allanamiento a un depósito fiscal en la ciudad de Rosario encuentra un cargamento de arroz impregnado con entre 20 y 40 kilos de cocaína, que iban a embarcarse con destino final a Europa. La embarcación iba a salir, otra vez, por el Puerto de Rosario.
Cuatro postales de la Rosario narco y en todas ellas un mismo actor: el Puerto, concesionado por treinta años a la empresa Terminal Puerto Rosario. El titular de la misma es el empresario Jordi Pujol Ferrusola, hijo primogénito del ex presidente de la Generalidad de Cataluña Jordi Pujol. La familia Pujol está investigada por innumerables casos de corrupción en el Estado Español, entre ellos, una causa por lavado de dinero proveniente del narcotráfico. En Rosario, Pujol, a nombre de Terminal Puerto Rosario, aportó a la campaña electoral de Binner en 2007 –cuyo tesorero era el actual gobernador- a pesar de que la ley prohíbe expresamente los aportes de empresas concesionarias de servicios u obra pública. Buenos tiempos.
El poder ejecutivo provincial jamás osó siquiera revisar la concesión del puerto. Más aún: estuvieron a punto de otorgar la concesión del puerto de Santa Fe a un grupo de empresas que tienen desde gerentes presos por tráfico de drogas, hasta participación en el caso de las “manzanas blancas” y acusaciones de haber dejado salir más de 3000 kilos de cocaína de otros puertos que gestionan en América Latina. Incluso, una de las empresas de este grupo llamada House to House llegó a prestarle un auto al agente Stiusso para que huyera, acompañado de un gerente de la misma, a Uruguay. Tampoco la justicia provincial pareció muy interesada y de hecho, la causa de Carbón Blanco demuestra que se dejó correr una organización que exportaba miles de kilos de cocaína.
De la misma manera, Bonfatti y otros funcionarios del Partido Socialista defendieron hasta el último minuto a Hugo Tognoli, el ex jefe de policía condenado por complicidad con un narcotraficante. Norma Castaño, cuyo hijo había sufrido un uso problemático de drogas, envío cartas a Bonfatti y a Binner en 2010 revelando que Tognoli era cómplice del narco que le vendía a su hijo. La respuesta de los funcionarios fue promoverlo a Jefe de Policía. Cuando el asunto logró ser noticia, todavía Bonfatti defendía a su subordinado. Cuando, durante el juicio, la hija de Norma Castaño sufrió un atentado, de la que, afortunadamente, salió indemne, ningún funcionario de la Casa Gris hizo declaraciones ni se tomaron medidas para garantizar la seguridad de los testigos.
Desde la caída de Tognoli, cinco veces se removieron las cúpulas de la policía de Santa Fe, sin que nada cambie. El que se va, cuestionado o sospechado de corrupción, deja su lugar a otro cuestionado o sospechado de corrupción que luego renuncia cuestionado o sospechado de corrupción. En este laberinto de podredumbre estatal, no parece haber salida por el lado de las reformas.