Un rápido vistazo al mural de Diego Rivera “El hombre en el cruce de caminos”, advierte un momento histórico y político complejo; imágenes que evocan tiempos de guerra y revolución.
Viernes 18 de agosto de 2017 23:36
Un rápido vistazo al mural de Diego Rivera “El hombre en el cruce de caminos”, advierte un momento histórico y político complejo; imágenes que evocan tiempos de guerra y revolución.
Hace 83 años fue destruido el mural El hombre en el cruce de caminos, pintado en el Centro Rockefeller en Nueva York por Diego Rivera. Vuelto a pintar en el Palacio de Bellas Artes en México, es uno de los murales más polémicos del pintor por su alto contenido político.
Un trabajador, es la imagen central que “divide” uno de los murales más polémicos de Diego Rivera, El hombre en el cruce de caminos.
Ni la mirada más distraída podría no detenerse en esta composición de imágenes multifacéticas, que sin duda son expresión de un tiempo convulso. Incluso hasta podría llegar a pensarse que es un collage: el universo y la naturaleza; soldados, la guerra y el capitalismo; máquinas, obreras y obreros; protestas, la Revolución de 1917, Marx, Lenin, Engels, Trotsky…
En 2014, se dio a conocer en una exposición los bocetos originales del mural El hombre en la encrucijada, cuya primera exhibición fue en el Centro Rockefeller, encargado por el multimillonario a Diego Rivera en 1932, época de la Gran Depresión. Los primeros bocetos que se entregaron guardan similitud con el que ahora se encuentra en el palacio de Bellas Artes. Sin embargo, un elemento especial de la obra no fue puesto en los bocetos: la figura de Vladimir Lenin.
Al exhibirse el mural en el Centro Rockefeller, la familia Rockefeller es cuestionada por pagar a Rivera por pintar ideas comunistas ¿Cómo iba a mostrar Rivera la primera revolución obrera triunfante en disputa con el capitalismo, en un recinto emblemático de la sociedad burguesa? Diego Rivera se negó a borrar a Lenin del mural, por lo que fue destruido.
La familia Rockefeller había pedido que el tema del mural fuera “la sociedad construyéndose”. ¿Qué diría, el mural logra expresar y contextualizar la realidad sociedad de esa época? Más de una interpretación puede haber sobre el mural, lo cierto es que el capitalista de todos los tiempos censurará todo lo que le sea ajeno a sus intereses, así sea la obra de arte más lograda.
“El hombre en la encrucijada”
Tras la polémica, Rivera rehízo el mural con la mayor libertad en Bellas Artes y lo concluyó en 1939. Ahí plasmo su afinidad política con el socialismo, poniendo a Lenin, pero también a Trotsky, Marx, Engels y Bertram D. Wolfe, con quien mantenía una relación cercana.
El mural también llamado El hombre que controla el universo con sus variadas escenas, guarda la proporción y simetría sobre estos “dos mundos” en tensión.
Al mirarlo de frente, el lado socialista queda representado del lado derecho y el capitalismo en el izquierdo. Y si giramos la mirada y lo hacemos desde el trabajador al centro, controlando una gran máquina, entrecruzado por dos elipses, del macrocosmos y el microcosmos, en su base la naturaleza, los mundos quedan invertidos, el socialismo a la izquierda y el capitalismo en la derecha.
Las primera imagen de la sociedad capitalista, es una fiesta; en su opuesto, se encuentra Lenin y varios obreros tomándose las manos.
Enseguida, las imágenes se vuelven más antagónicas. Del lado izquierdo, la Revolución de 1917, Trotsky cargando una manta con trabajadores y cercano a ellos, Marx y Engels; a su espalda la estatua de un César degollada con una esvástica a sus pies, mientras los obreros y campesinos avanzan a la Revolución con el Palacio Rojo al Fondo.
Del lado derecho, un grupo de espectadores mirando hacia la lupa, detrás de ellos Darwin como símbolo del dominio de la ciencia. A los pies del César, una protesta es reprimida por la policía y por los cielos, sobre vuelan los aviones militares y avanzan los soldados a la Primera Guerra Mundial.
El antagonismo pintado era el color de la época. El mural El hombre en la encrucijada, primer nombre que inspiró la idea de Rivera, recuerda un arte político capaz de ser expresión de su tiempo y voz del futuro.
Mariana Morales
Socióloga UNAM - Profesora la Facultad de Economía UNAM