Se cumple un nuevo aniversario del comienzo del genocidio de los pueblos originarios más grande de la historia mundial.
Lunes 12 de octubre de 2015
Galeano en su libro Memoria del fuego 1: los nacimientos, describe la llegada de Colón al Nuevo Mundo. A partir de sus relatos nos invita a conocer parte del mundo moderno, aquel mundo que unió por primera vez los continentes. En 1492 comenzaba el genocidio de los pueblos originarios más grande de la historia mundial. También el colonialismo, la dominación política, económica y cultural de los pueblos americanos. El imperio español fue el más extenso del continente americano: controlaba los centros mineros de México y Perú.
A pesar de que América resultó ser un continente desconocido, los países colonialistas implantaron su cultura, religión, desarticulando la organización económica y social de los grupos originarios. Para esto elaboraron distintos mecanismos de deslegitimación social para imponerse como potencias en un mundo mercantilista en ascenso: las potencias que más oro y plata poseían dominarían al mundo.
Cuenta Galeano que al llegar Colón pronuncia tres veces los nombres de Isabel y Fernando, Rodrigo de Escobedo labra el acta. Colón pregunta a los nativos si conocen el Reino del Gran Kahn (Asia) y de donde proviene el oro que llevan colgado de las narices y las orejas. Bajo la generalización del término “indios” se negó la diversidad de culturas y lenguas de los pueblos originarios americanos.
El oro, la plata, las pieles de lagarto y serpientes y seres jamás vistos se presentan en 1493 en Barcelona ante los reyes católicos. Mientras en Roma, en el Vaticano, un valenciano se convierte en el papa Alejandro VI. El representante de dios en la tierra reconoce los importantes esfuerzos de los reyes católicos para expulsar de sus tierras a judíos y musulmanes un tiempo antes. Dice Galeano: "como si fuera un pollo que se puede cortar, otorga a Isabel de Castilla y Fernando de Aragón todas las tierras descubiertas o por descubrir a perpetuidad. Luego, dos años más tarde, con el acuerdo de Tordesillas los reyes católicos conceden una parte del territorio a Portugal".
La evangelización como práctica colonial surge un tiempo después en el contexto de la Reforma y la Contrarreforma. Si bien con llegada de Colón a Haití ya se producen quemas de “indios” que no adoraban las imágenes de Cristo y la virgen, el objetivo de la trasmisión de la religión católica fue después. En estos tiempos iníciales, la iglesia premiaba la conquista de la “musulmana” Granada y los Estatutos de Limpieza de Sangre y el Edicto de Expulsión de los Judíos promulgado por los Reyes Católicos en 1492. La sangre cristina se impuso como principio racista iniciándose en territorio español un mecanismo de exclusión que llevaría al genocidio en América. Galeano ensaya: 1499, Granada: “Es lento al avance de la cruz tras la victoria de la espada… Miles y miles de españoles de cultura judía han sido ya condenados al destierro. A los moros también se les dará a elegir entre el bautismo y el exilio; y para los falsos conversos arden las hogueras de la Inquisición”.
1500 en Florencia, Leonardo Da Vinci dibuja el mundo con las tierras americanas: “Imagina el cuerpo de América, que todavía no se llama así y la dibuja como un a tierra nueva y no como parte de Asia”, escribe Galeano. Américo Vespucio en 1502 nombró a América Nuevo Mundo y un tiempo después se denomina América por su nombre.
De esta forma América entra en el imaginario de los poderos europeos de la época. Una América que comenzó a poblarse mucho antes que los países europeos den cuenta de ella. Una América pre española amplia, gigante y diversa que habitan el territorio desde hace 30/15 mil años. Una larga historia cultural que la escuela de hoy también mayormente invisibiliza, enseñando sólo las “grandes culturas” previas a la conquista (Aztecas e Incas).
El proceso de conquista y colonización es descripto con detalle por Galeano mostrando la variedad de grupos, lugares y políticas llevadas a cabo por los colonizadores. Los conquistadores se extendían por todos los territorios (Cortes, Pizarro, Mendoza, Gray, Gaboto, Magallanes, entre otros). Mientras en Madrid en 1528 Carlos V, cuenta Galeano, devuelve los favores a los banqueros de Augsburgo que pagaron su trono imperial otorgando Venezuela a los gobernadores alemanes.
La colonización hispano-portuguesa inició lentamente la creación del mercado mundial capitalista. Desde la conquista, en América se combinaron distintos procesos económicos desiguales. Además de la explotación de los metales preciosos, se desarrolló la minería y las producciones de las haciendas. La economía de los pueblos originarios de base comunal fue modificada por la producción de materias primas destinadas al mercado mundial.
El capital generado por el mercantilismo volvía a América en forma de capital que se invertía en la minería y en actividades agropecuarias. Parte de la riqueza se extraía, también, de los modos tributarios que generaban importantes excedentes. Sobre estas bases con el tiempo, se generó una clase dominante basada en la encomienda, la aparcería y el comercio de esclavos. El Estado Español construía sobre ellos una gran red burocrática de control. También nuevas formas de producción asalariada muy penosa en las minas y las producciones agrícolas. Galeano escribe: “todo se vende en este reino, hasta las banderas enchastradas de barro y sangre, y todo se cotiza por la nueves. Se cobra una barra de oro por dos hojas de papel”.
Con la conquista y la mirada del papado se fortalece el tráfico humano. El comercio de esclavos fue muy importante para las potencias colonialistas europeas. La corona española autorizó este negocio en las colonias, otorgando licencias e impuestos por esclavos vendidos a Portugal, Holanda e Inglaterra. Esto estimuló el auge azucarero basado en las plantaciones esclavistas. De esta forma los países colonialistas impulsaban con una lógica racista la explotación de millones de esclavos: “El barco llevaba esclavos de Guinea para vender en Lima” escribe Galeano. La viruela, el sarampión, la malaria, la desnutrición y el trabajo en condiciones inhumanas también mermaron a las poblaciones originarias.
Con el tiempo se establece el capitalismo dependiente en América latina y la influencia de los nuevos imperialismo que disputaban nuevos lugares con el control del contrabando: durante el siglo XIX sería el llamado siglo de oro inglés y, en el siglo XX, las políticas imperialistas de Estados Unidos con el invento de la doctrina de “América para los americanos”.
Más allá de las retóricas de los estados capitalistas sobre la multiculturalidad, interculturalidad y el pluriculturalismo, los pueblos originarios siguen reclamando por su territorio que sigue siendo robado, por la libertad para expresar sus cosmovisiones, enfrentan el saqueo del medio ambiente, piden por tus tierras, se organizan y resisten.
Hernán Perriere
Nació en Bahía Blanca, es historiador (UNS) y docente. Integra el PTS y colabora con la sección historia de La Izquierda Diario.