Joe Biden prestó juramento como el 46º Presidente de los Estados Unidos. En su discurso, habló muy poco sobre política o la situación que enfrentan millones de personas. En cambio, habló en términos vagos sobre la necesidad de "democracia" y "unidad" al comenzar su intento de restaurar la fe en las instituciones de Estados Unidos.
Miércoles 20 de enero de 2021 19:13
AP/Julio Cortez
Poco después de que Estados Unidos llegara a 400.000 muertes por coronavirus y fuera sacudido por la toma del Capitolio por la extrema derecha, Joe Biden asumió como Presidente. En una escena distópica, políticos del Partido Demócrata, un sacerdote y celebridades se subieron a un escenario frente a un campo sin público, lleno de banderas en un Washington D.C. altamente militarizado, que ha llegado a ser conocido como "la fortaleza DC". Todos llevaban máscaras.
La toma de posesión de Biden se produce en un contexto en el que millones de personas esperan un cambio y quieren acabar con los problemas que aquejan a la clase obrera y a los oprimidos en los Estados Unidos. Desde erradicar la violencia racista de la policía hasta conseguir derechos básicos como sindicatos, un salario digno, vivienda asequible y el llamado Medicare for All, millones han puesto sus esperanzas de reformas progresivas en Biden. El discurso de unidad trató de ocultar el hecho de que estas expectativas chocan con los intereses del gran capital y con el Trumpismo que, a pesar de que se fue de Washington, todavía goza de un importante apoyo público.
Por primera vez en 150 años, el presidente saliente se negó a asistir a la inauguración. Esta mañana temprano, Donald y Melania Trump fueron llevados a Florida en el avión presidencial Air Force One. El ex vicepresidente Mike Pence, sin embargo, asistió a la inauguración como el último paso en la rehabilitación de su imagen y su re aceptación en el establishment político.
La ceremonia intentó claramente destacar la diversidad racial y complacer, aunque superficialmente, a los mayores movimientos de los últimos cuatro años, Black Lives Matter y la Women’s March (Marcha de las Mujeres). Kamala Harris, la primera mujer y afroamericana en ocupar la vicepresidencia, prestó juramento ante Sonya Sotomayor, la primera latina en la Corte Suprema.
A pesar de los intentos de mantener la continuidad con las ceremonias pasadas, nada en la escena era normal. Todo el espectáculo consistía en apuntalar la imagen de la democracia norteamericana y sus instituciones, que se vieron sacudidas por las protestas de la derecha hace sólo unas semanas.
Desde entonces, Donald Trump y la extrema derecha han sido disciplinados y censurados tanto por las grandes empresas como por la clase política. Ayer, Trump hizo un discurso concediendo la elección y deseándole buena suerte a Biden--- pero también prometiendo que "volverá de alguna manera". Se rumorea que Trump está tratando de organizar su propio partido político. Mientras que la extrema derecha fue disciplinada en el corto plazo, no van a desaparecer y todo indica que Biden lo sabe.
Biden tiene que caminar por una fina línea entre una extrema derecha radicalizada por un lado, y una base cada vez más progresista en el Partido Demócrata por el otro. En los días anteriores a la asunción, sus declaraciones incluyeron algunas políticas y promesas progresistas. Se dispone a emitir órdenes ejecutivas para detener la construcción del muro fronterizo y poner fin a la prohibición de viaje que pesa sobre algunos países musulmanes, y prometió una amplia respuesta de COVID, incluyendo la duplicación del salario mínimo federal, un amplio programa de vacunación, y cheques de 1.400 dólares para todos los que califiquen. Las primeras dos promesas son de corte simbólico y fácilmente realizables, las últimas tres seguramente serán resistidas por el establishment.
Pero estas políticas estuvieron ausentes en el discurso de asunción. En realidad se podría decir que la política estuvo ausente. Fue un discurso vacío... completamente desprovisto de una hoja de ruta de lo que será su presidencia. Fue un discurso construido alrededor de la glorificación de la democracia estadounidense y vacíos llamados a la unidad. Su discurso tenía el único propósito de apagar los fuegos que se desataban sobre la política del país. Pero dado el alcance de la pandemia y la crisis económica, esto es una bofetada en la cara de la gente que está luchando.
Democracia y unidad vacías
La palabra que más sonó en la ceremonia fue "democracia", que según ellos ha sido probada y sacudida por Donald Trump. De hecho, Joe Biden abrió su discurso diciendo: "Hemos aprendido de nuevo que la democracia es preciosa. La democracia es frágil. Y en este momento, amigos míos, la democracia ha prevalecido". Cada orador habló de la "fuerza" de la democracia norteamericana --- así como la necesidad de fortalecerla, apreciarla y revigorizarla en la presidencia de Biden. La idea central fue la supuesta vuelta a la normalidad.
En su discurso, Biden pidió el fin de la "guerra incivil". Continuó diciendo, "la política no tiene por qué ser un fuego ardiente", llamando a los estadounidenses a unirse a pesar de los desacuerdos. Prometió ser un presidente para todos y escuchar a todos, incluyendo a los votantes de Trump. Esta unidad, para Biden, se basa en la historia y en una identidad como estadounidenses. Demás está decir que en un país profundamente dividido y polarizado, la unidad no es más que una quimera.
Irónicamente, Biden dijo que "Para superar estos desafíos, para restaurar el alma y asegurar el futuro de EE. UU., se requiere mucho más que palabras". Requiere la más evasiva de todas las cosas en una democracia: la unidad." Pero de hecho, palabras fue lo único que tuvo para ofrecer. Muchos presidentes usan su discurso de inauguración para señalar las políticas que buscan aprobar, Biden no. Mencionó la pandemia sólo cuatro veces en su discurso. La unidad y la democracia, sin embargo, fueron mencionadas 14 y 15 veces, respectivamente.
"Entiendo que muchos de mis compatriotas vean el futuro con miedo y temor. Entiendo que se preocupan por sus trabajos. Pero la respuesta no es volverse hacia adentro, retirarse a las facciones competidoras.... Podemos hacerlo si abrimos nuestras almas en vez de endurecer nuestros corazones." Abrir nuestras almas no paga la renta ni pone comida en la mesa.
La falta de contenido del discurso fue un cálculo intencional: Biden y su equipo saben que tendrá que enfrentarse a su base para satisfacer a Wall Street. Al cambiar el foco de atención de la política a nociones abstractas, Biden se apoya sobre el bipartidismo como una cubierta para sus próximas traiciones a sus (ya lúgubres) promesas de campaña.
Otro objetivo claro de esta "unidad" y "democracia" es restaurar la hegemonía estadounidense en el extranjero; proyectar la imagen de un Estados Unidos fuerte y capaz dispuesto a liderar el mundo una vez más. En este ámbito, Biden y Trump están de acuerdo: las prioridades son disciplinar a China y alinear a los aliados de EE.UU. para sostener la hegemonía imperialista americana. Biden ya ha anunciado que reconocerá a Juan Guaido como el líder de Venezuela, y está tomando el mando justo en el momento en que los EE.UU. se preparan para reprimir la caravana de inmigrantes de Honduras.
La antidemocrática democracia de EE. UU.
Esta glorificación de la "democracia" estadounidense es a la vez risible y una ilusión peligrosa para la clase obrera y los oprimidos. Como hemos visto en los últimos meses, sus instituciones desde el Colegio Electoral, a la Corte Suprema, al Senado, son completamente antidemocráticas por diseño. Biden no está interesado en crear un sistema más democrático, sino más bien en relegitimar las instituciones que han sido empañadas por los años de Trump. Enmarcando los últimos meses como un triunfo de la democracia sobre la extrema derecha, pinta a Trump como una anomalía y se propone reforzar el poder represivo del Estado en sus ataques contra la extrema derecha.
El concepto de unidad también se está desplegando de forma intencionada y cínica. Biden ciertamente llamará a la unidad contra las políticas "divisivas" como la demanda de nuestros derechos básicos: el derecho a la asistencia sanitaria o a un medio ambiente limpio en el que vivir. Es una palabra clave para Biden que busca "bipartidismo"--- a un Partido Demócrata que a pesar de tener los votos le dará la espalda a las demandas progresistas. Busca un consenso bipartidista, lo que seguramente significa que cualquier concesión que Biden ofrezca será por la gran presión ejercida por su base social que ya, en el último año, ha mostrado su disposición a movilizarse en las calles.
Una débil unidad
El hiper enfoque en la democracia y la unidad también revela lo débil que es la presidencia de Biden. A un país en crisis económica, política y sanitaria, Joe Biden le ofreció palabras vacías. ¿Por qué? Porque está tratando desesperadamente de mantener la coalición anti-Trump que lo llevó a la presidencia y se expandió a medida que Trump se volvió más errático y se inclinó hacia la supremacía blanca conspirativa de la extrema derecha.
Biden fue elegido por una amplia coalición que incluía a todos, desde el ex presidente repubicano George W. Bush hasta Bernie Sanders y la dirección del Democratic Socialists of America (DSA). Era el favorito de Wall Street, a pesar de cierta inquietud capitalista por el exceso de gastos. Fue capaz de tejer esta coalición con la única promesa que se exhibe hoy en día: que volvería a legitimar las instituciones, calmaría el tumultuoso terreno político, y traería la estabilidad para que el capitalismo y el imperialismo puedan seguir funcionando como de costumbre. Su promesa central: nada cambiará fundamentalmente.
El problema es que millones de personas quieren un cambio, de hecho, millones de personas necesitan un cambio debido a la crisis económica y la pandemia. Casi medio millón ya han perdido sus vidas. Y estas masas pueden chocar con la administración Biden.
Biden está tratando de usar la zanahoria de la unidad y el garrote de los ataques de la extrema derecha a la democracia para mantener su coalición. Pero las grietas ya están empezando a mostrarse. Biden prometió $2000 a todos los estadounidenses, pero sólo proporcionará $1,400. Esto enfureció a muchos de sus votantes progresistas, y provocó críticas del ala progresista del Partido Demócrata. Por otro lado, The Wall Street Journal criticó la medida, diciendo que estaba gastando demasiado. Esto es indicativo de las presiones sobre Biden como presidente.
Claro, en las próximas semanas y meses puede dar algunas concesiones, pero como demostró hoy, no es un reformista. Si queremos un cambio, tendremos que luchar por él. Biden y los demócratas quieren que nos sentemos y confiemos en que, porque han tomado el poder todo estará bien. Pero tanto la historia como el momento actual muestran que esto es una mentira. No podemos confiar en este partido del capital para proteger a la clase obrera más de lo que podemos confiar en el otro partido del capital. Debemos organizarnos y luchar tanto por nuestras demandas como contra los próximos ataques de Biden.
La frágil unidad burguesa que se creó con el asalto al Capitolio presenta en realidad una oportunidad para la clase obrera y los oprimidos. Millones de personas están hambrientas de cambios, y eso puede alentar a la clase obrera y al movimiento antirracista a no sentarse a esperar que los políticos progresistas negocien con el establishment y Wall Street por sus derechos o a luchar eficazmente contra la extrema derecha y decidir ganarlos en las calles. La Izquierda debe ser un factor en la reorganización de la clase obrera y el resurgimiento del movimiento Black Lives Matter; es hora de promover un gran movimiento nacional que tome el camino de la movilización y unifique todas las luchas, que todos los agravios y dificultades impuestas a la clase obrera, los negros, la gente de color, los inmigrantes, las mujeres, la comunidad LGBTQ+ se conviertan en un solo grito para conquistar todas nuestras demandas. Este es un primer paso para crear las condiciones para una lucha que puede llegar lejos, una lucha dirigida a desafiar al imperialismo bipartidista y arrancar el sistema podrido de raíz.
Tatiana Cozzarelli
Docente, actualmente estudia Educación Urbana en la CUNY.