Algunos nombres propios de la literatura tienen la fuerza suficiente como para aferrarse a la vida de millones de personas. Para ser un pedazo de todos (o de muchos), ya sea por haber sido primera lectura –de las que dejan marcas indelebles grabadas a fuego– o simplemente por ser un sinónimo de historias, aventuras, relatos, lugares, situaciones, personajes, colores y sabores.
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