Reseña de "El Gaucho Indómito. De Martín Fierro a Perón, el emblema imposible de una nación desgarrada", de Ezequiel Adamovsky (Ediciones Siglo XXI).
Viernes 14 de abril de 2023 00:06
La ley se hace para todos,
mas sólo al pobre le rige.
La ley es tela de araña
en mi inorancia lo esplico:
no la tema el hombre rico,
nunca la tema el que mande,
pues la ruempe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos.
El gaucho Martín Fierro. Hernández, José
¿Como asir un emblema cultural que se escurre, inestable, incongruente, voluble pero ciertamente indómito? ¿De qué manera captar lo contencioso, antagonista, rebelde pero también híbrido, tensionado, ambivalente y desgarrado de la figura del gaucho? ¿Cómo entender la contradicción flagrante de su estampa como emergente y figura nacional de la argentinidad tironeado “desde arriba y desde abajo”?
A 150 años de la publicación de El Gaucho Martín Fierro, el libro de José Hernández convertido en poema nacional y traducido a 49 idiomas, la editorial Siglo XXI reeditó recientemente El Gaucho Indómito. De Martín Fierro a Perón, el emblema imposible de una nación desgarrada de Ezequiel Adamovsky. Doctor en historia e investigador del CONICET, el autor viene trabajando hace tiempo sobre historia cultural argentina con libros como La marchita, el escudo y el bombo: una historia cultural de los emblemas del peronismo (2016), pero también en la temática de la divulgación histórica recreando su inquietud por ampliar el círculo de especialistas como en su libro Historia de la Argentina, biografía de un país (desde la conquista española hasta nuestros días) (2020). De este modo, El Gaucho Indómito… constituye una investigación cultural profunda, detallada y obsesiva; su desenvolvimiento narrativo, su ritmo y diafanidad permiten que sea leída por públicos no especializados. La incorporación de fotos, cuadros, afiches y tapas de revistas de gauchesca contribuye a hacer más ameno el texto.
La investigación de Adamovsky se pregunta por qué el símbolo categórico de la Argentina, reconocido internacionalmente, es un personaje violento, subversivo e insumiso ante la ley; actitud cuanto menos contradictoria con los “valores patrióticos” y el orden estatal promovido desde las clases dominantes. Y subordinado a ello, indaga si esa incongruencia es explicativa de marcas, tensiones y conflictos irresueltos de la historia argentina. Además, otro de los ejes transversales de la investigación es lo gauchesco como fenómeno cultural, indagando sobre su génesis y contacto entre lo plebeyo y lo letrado en cada momento, y su mutua interdependencia e influencia recíproca.
Para desplegar estos interrogantes, va desenvolviendo el fenómeno a la manera de mapeo, desde el comienzo del éxito editorial de Martín Fierro al segundo gobierno peronista como recorte temporal y en la Argentina especialmente en la Pampa Húmeda y, en menor medida, algunas zonas emblemáticas como Cuyo o el Noroeste, foco espacial en el que indaga el autor. El libro abreva en un muy diverso marco conceptual donde abunda variada bibliografía sobre la temática con textos de Carlos Gamerro, Alejandro Cattaruzza, Carlo Ginzburg, Norberto Galasso, Tulio Halperín Donghi, Josefina Ludmer, Carlos Astrada, Raúl Fradkin, Beatriz Sarlo, entre otros. En relación con su metodología vinculada con el relevo e interpretación de fuentes gauchescas, el autor reúne una cantidad y variedad monumental a partir de su investigación en Alemania que, gracias a Robert Lehmann-Nitsche un alemán que vivió en nuestro país y se interesó en preservarlas, las incluyó en el Instituto Iberoamericano de Berlín [1]. Fuentes gauchescas que son un verdadero caleidoscopio: desde diccionarios a libros y folletos; desde películas a revistas especializadas; desde testimonios orales a registros musicales; desde obras de teatro y circo hasta cuadros y almanaques; desde prensa, periódicos y boletines hasta literatura en prosa y en verso; desde radioteatros hasta afiches de propaganda.
El gaucho y la argentinidad al palo
Los principales argumentos del libro versan en torno a que en un primer momento el gaucho fue un emblema de las clases populares que reflejaban su cosmovisión plebeya, sus vocablos y dialectos, la amistad, la lealtad y la dignidad, tanto como los amores fallidos (lo que lo acerca al tango). Pero también una voz crítica a los poderosos, esquiva de la ley (crítica de que no es igual para todas y todos como sostiene el verso destacado del Martín Fierro) y que “con frecuencia se desliza hacia una crítica a las diferencias de clase y a los efectos opresivos del capitalismo” [2], todo en un tono de glorificación del pasado rural criollo.
Si bien Facundo de Sarmiento -una de las obras literarias argentinas más importante del siglo XIX- lo asoció a la barbarie, la expansión que adquiere el gaucho con la obra de Hernández, permite a las elites dirigentes tomarlo como emblema de argentinidad, buscando una referencia nacional que enfrente el cosmopolitismo del movimiento obrero naciente asociado a la inmigración y a su arsenal de ideas anarquistas y socialistas que trajo consigo. Luego, fue el escritor Leopoldo Lugones quien lo elevó al panteón de héroes, glorificando la obra de Hernández como poema nacional, junto con Ricardo Rojas y otros que, desde posiciones derechistas y conservadoras, transformaron al gaucho en ícono de la argentinidad.
Sin embargo, su figura indómita y contradictoria, obligaba a una delicada operación política de extirpación de una parte del gaucho y su presentación edulcorada como “gaucho manso y bueno”, sumiso, patriota, católico y “amigo” del patrón. Una operación domesticadora que facilita Hernández con La vuelta de Martín Fierro [3]. Asimismo, la faceta mestiza, morena, india y no blanca del gaucho, chocaba con la imagen de la Argentina bajada de los barcos europeos que repiten tanto desde posiciones liberales como también peronistas. Algo a destacar es su asociación con afrodescendientes que Adamovsky pondera, donde la poesía gauchesca “no solo le hizo lugar, sino que también canalizó mensajes explícitamente antirracistas”. [4]
Cultura circular y anomalía
En cuanto al tema que traza todo el libro, clave en la historia cultural, referido a si el gaucho es un fenómeno cultural que proviene desde abajo, que “derrama” desde arriba o es una combinación de ambos, el autor sostiene que la cultura, al ser “dialógica y relacional” se expresa en el presente fenómeno gauchesco como mutua simultaneidad e interdependencia donde la oralidad popular se fusionó con el carácter letrado e ilustrado generando algo novedoso y contradictorio.
Si bien la gauchesca criolla tiene su origen en la cultura oral de las clases bajas rurales (tanto en cantores, payadores y poetas populares), esta no fue escrita hasta que ciertas personas letradas la transformaron y resignificaron como poesía gauchesca. Es por eso que Adamovsky, citando a Josefina Ludmer, la ubica “en un punto de contacto entre ambos mundos”, desde abajo como “tumulto vociferante” y desde arriba a través de los grupos letrados; “en el preciso punto de encuentro entre la palabra del mundo letrado que baja y las voces populares que ascienden”, lo que habilitó influencias circulares recíprocas “desestabilizando la separación entre ambos mundos”. [5]
Esta reflexión no es nueva, se inspira en los estudios del historiador italiano, referente de la microhistoria, Carlo Ginzburg donde analiza “qué relación existe entre la cultura de las clases subalternas y la de las clases dominantes” y se pregunta “¿Hasta qué punto es en realidad la primera subalterna a la segunda? O, por el contrario, ¿en qué medida expresa contenidos cuando menos parcialmente alternativos? ¿Podemos hablar de circularidad entre ambos niveles de cultura?” [6]. Y efectivamente Adamovsky aborda dicha circularidad donde los escritores se apropiaban de lo popular, le imprimían su propia mirada “ilustrada”, pero hablándoles en su sintonía, de su vida cotidiana, de sus penurias, miserias, injusticias, problemas y anhelos. Como analiza Peter Burke, especialista en el tema y autor del libro Formas de historia cultural, “la historia cultural centrada en los contactos no debe escribirse desde un punto de vista únicamente. Empleando el término de Mijail Bajtin, ha de ser «polifónica». Esto es, debe contener en sí misma una variedad de lenguas y puntos de vista” [7] . Y esa polifonía expansiva se vislumbra en Adamovsky recurrentemente en tanto ve el fenómeno desde el propio criollismo, desde las elites, desde el revisionismo histórico y desde el peronismo; a través de una diversidad inmensa de fuentes que le permite recrear “esas voces [polifónicas] que llegan nos llegan del pasado”. [8]
Una metodología para destacar en el estudio de Adamovsky es el seguimiento de biografías específicas que aumentan el zoom en casos particulares como el del periodista, músico y escritor Buenaventura Luna y el del payador Martin Castro. El primero lo enfoca por tratarse de un ejemplo elocuente de criollismo, para ver sus cosmovisiones y confluencias políticas con el peronismo. El autor plantea que “no será una vida discordante (…) sino una que sintetiza bien su tiempo y ayuda a distinguir los motivos del extraordinario atractivo que tuvo el criollismo y los elementos que pudo haber aportado al movimiento que fundó Perón”. [9] El segundo no se trata de un prototipo ejemplificador y, según el autor, “no permite sintetizar ni ilustrar los rasgos dominantes de la época. Sin embargo, la propia excepcionalidad de su voz nos puede ayudar a entender mejor las posibilidades latentes que anidaban en la cultura popular y el modo en que pudo haber contribuido al desarrollo intelectual de la Argentina”. [10] Martín Castro, “el payador criollo”, [11] al no ser un caso paradigmático, arquetípico ni representativo del criollismo popular, deviene en una extraña rareza. La anomalía se encuentra en la exaltación de ideales anarquistas que impregnan sus canciones, en su reivindicación del gaucho descendiente directo de indígenas y en su rechazo al gringo, entre otros.
La fuente de esta metodología se puede encontrar en el ya citado historiador italiano Carlo Ginzburg y en particular en su libro más conocido, El queso y los Gusanos. Este relata aquí la vida del molinero Domenico Scandella (Menoccio) quien es acusado por el Santo Oficio en el siglo XVI, llevado a dos procesos inquisitoriales, declarado culpable y sentenciado a la hoguera. A partir del proceso, emerge la visión del mundo del molinero que es fruto de sus vivencias, lecturas, pero también de su propia subjetividad que reflexiona sobre lo que lee. Ginzburg encuentra una distancia entre los libros que Menoccio lee y lo que les cuenta a los inquisidores, que va a dar lugar a la grieta por donde se cuelan aspectos de la cultura popular, graficando una circularidad y un diálogo entre la cultura oral popular y la que desciende de las elites. En una entrevista reciente, consultado por la metodología utilizada (la anomalía) Ginzburg plantea que “la norma no contiene todas las anomalías, pero cada anomalía contiene la norma. No me interesa la anomalía en sí misma. Me importa en tanto forma de acceder a la norma, como posibilidad de narrar un momento histórico desde otro punto de vista, a partir de voces que la historia no atendió”. [12]
Este método fue cuestionado, por ejemplo, por el historiador marxista británico Perry Anderson que ante el planteo de Ginzburg de que en la investigación histórica la anomalía nos dice más y es más rica que la norma, sostiene que la primera no puede vivir sin la segunda o, lo que es lo mismo, una norma existente no depende de una excepción. De todas maneras, Anderson reivindica la productividad historiográfica de la microhistoria y de Ginzburg en particular en tanto los casos anómalos “subvierten jerarquías preexistentes, tanto historiográficas como políticas“ [13]. En ocasiones, casos anómalos tienen más cosas para decir que los casos representativos, que nutren la norma de manera lineal. Aquellos (los anómalos) la trascienden transversalmente y, como plantea Adamovsky, podrían haber generado un camino alternativo que estimula el razonamiento histórico y contribuye a explorar el fenómeno en toda su riqueza, en otras esferas de abordaje.
El libro de Ezequiel Adamovsky se destaca por su rigor, profundidad y poder explicativo de un objeto ambivalente y contradictorio. Su investigación lo lleva por un recorrido amplio y exhaustivo, por momentos sinuoso, pero que tiene la virtud de captar lo insólito del emblema gaucho, además de su poderío estético, con gran capacidad y consistencia. La figura del gaucho, su peso nacional, su estampa y emblema, indómito, en disputa permanente e incongruente, lo explica aludiendo a aspectos profundos de la historia argentina. Ve en el creciente peso de las clases populares en la escena política y su efectividad cultural plebeya las causas de esta paradoja contradictoria que “estimula la rebeldía, proyecta con orgullo la voz plebeya, exalta el poder de los de abajo”, mezclada, por el otro lado, con la obediencia, el orden y las clases altas tradicionales.
El autor concluye que las tradiciones gauchas “expresan tensiones cruciales de la `etnogénesis´ Argentina”, un concepto que utiliza de la antropología para aludir a dinámicas de grupos étnicos, dada su formación, fusión y asimilación que produce una identidad compartida. Ve que la incongruencia del gaucho como emblema nacional, con sus inconsistencias explícitas, fruto de conexiones, diálogos, circularidad, trasmutación e hibridez, nutrió la identidad de “lo argentino” en toda su dimensión conflictiva, disputada y a la vez desgarrada por múltiples contradicciones actuantes que aún perduran.
[1] Adamovsky, Ezequiel. El Gaucho indómito. Bs. As. Siglo XXI Editores. 2023 (Reedición). Pág. 200.
[2] Op. Cit. pág. 72.
[3] Op. Cit. pág. 57.
[4] Op. Cit. pág. 104.
[5] Op. Cit. pág 20.
[6] Ginzburg, Carlo. El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI. Madrid. Ediciones Península. (1976). Edición de 2016. Prefacio.
[7] Burke, Peter. Formas de historia cultural. Madrid. Editorial Alianza. 1999. pág 264.
[8] En alusión al libro de Joutard, Philipe. Esas voces que nos llegan del pasado. FCE. México. 1999.
[9] Op. Cit. pág. 173.
[10] Op. Cit. pág. 115.
[11] Op. Cit. pág. 115.
[12] Pruneda Paz, Dolores “Carlo Ginzburg, detective del pasado, en Buenos Aires” Tiempo Argentino. En https://www.tiempoar.com.ar/cultura/carlo-ginzburg-detective-del-pasado-en-buenos-aires/. Consultado el 11/12/2022
[13] Anderson, Perry. “El poder de la anomalía”. Prismas - Revista de Historia Intelectual, núm. 18, junio-, 2014, pp. 245-260. Universidad Nacional de Quilmes. Bernal, Argentina - https://www.redalyc.org/pdf/3870/387036833021.pdf