Escenas de la nueva y de la vieja normalidad.
Lunes 14 de septiembre de 2020 17:08
Fotos: @Soledad78359930
Una piba saltaba a la cuerda en Plaza Congreso. Un hombre rubio, de rodete, buzo gris gastado y labios secos miraba parado a metro y pico de distancia.
No la miraba a ella. Miraba los pies, o la cuerda que pasaba casi invisible entre la tierra seca y las zapatillas.
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La piba se carcajea.
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El hombre alcanza a responderle que sí, que para por ahí. Una mujer aparece por atrás de él y lo manotea del brazo.
Ambos se fueron y se sentaron en un banco a unos veinte pasos. Es domingo, la plaza está llena de gente aprovechando el sol. Hay una ranchada grande de pibes, una familia numerosa con reposeras, hay muchas personas grandes con ropa vieja recostadas en rincones. No se sabe a simple vista quién vive en la plaza y quién no. El hombre miró el resto del entrenamiento desde lejos, junto a varias personas que acababan de prender un fuego para tirar una carne a la parrilla, bajo la sombra de las ramas del gomero de Hipólito Yrigoyen y Sáenz Peña.
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“A la suciedad que provocan las palomas de la Plaza del Congreso y las plazoletas que la rodean, ahora se sumaron las ratas. El Gobierno porteño comenzó a desratizar sus lugares preferidos: los árboles. Y ya sacaron 70 ratas muertas de las raíces de un gomero que tiene 135 años. En plan de recuperación, hace quince días, se levantó una reja de más de dos metros de alto alrededor del gomero, ubicado en la plazoleta Mariano Moreno, en Hipólito Yrigoyen y Sáenz Peña. Y en los próximos días, dijeron en la Comuna, estará más aliviado: se va a instalar un sistema de riego por goteo, y sus raíces tendrán tierra nueva. Es que durante mucho tiempo el gomero sirvió de improvisado comedor y hasta de vivienda de un grupo de linyeras.
“Elba Alonso (56) vive en Congreso y asegura que la plaza está cada vez más sucia. La gente que trabaja en las oficinas de la zona va a comer a la plaza y tira la basura en cualquier lado, protestó”.
07/03/1998 - 0:00 Clarín.com Sociedad
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“Si el Congreso nacional estuvo a punto de ser violado e incendiado en las lúgubres jornadas de diciembre de 2001, hoy permanece -como fiel testimonio de la degradación civil de los argentinos- el penoso espectáculo de la plaza del Congreso, simbólico kilómetro cero del sistema vial argentino y espacio lacerado por años de caudalosas cataratas de ira militante y desidia civil.
La plaza del Congreso debería ser, junto a la Plaza de Mayo y a la plaza Lavalle, un escenario de respeto social. Son espacios públicos literalmente asociados a la sede de las instituciones civiles, en los cuales anida y se hace patente el proyecto irrealizado de una Argentina democrática, representativa y federal, un país que alguna vez resolvió gobernarse en cumplimiento de la noción central de división de los poderes.
En el otro lateral de la plaza Lorea, junto a la estatua donde se recuerda desde siempre a Mariano Moreno, han sido arrancadas y robadas 11 de las 12 placas de bronce emplazadas a lo largo de las décadas en los homenajes al día del periodista.
El gomero histórico, junto a la estatua del fundador de La Gaceta, ha vuelto a ser cavado en sus raíces por las ratas, pese a que en 1997, el gobierno de Gran Bretaña había ayudado al de la Ciudad de Buenos Aires a iniciar un programa de fertilización subterránea de las raíces de todas las especies más importantes del patrimonio arbóreo porteño”.
Opinión. Por Pepe Eliaschev Para LA NACION - 3 de Octubre de 2003
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En 1938 se estableció el 7 de junio como Día del Periodista, en homenaje a la salida a la calle del primer número de La Gazeta de Buenos Aires. El primer “diario” argentino fue creado por Mariano Moreno, político, abogado y periodista en 1810, nueve días después de la Revolución de Mayo.
Moreno creía en la necesidad de un gobierno que no tuviera dependencia española. Funda la publicación para comunicar los actos de gobierno y la ideología oficial de la “patria” que nacía. Su lema era una máxima liberal: “Tiempos de rara felicidad son aquellos en los cuales se puede sentir lo que se desea y es lícito decirlo”.
“La Revolución de Mayo había generado todo tipo de rumores y conspiraciones, por lo que el naciente gobierno patrio precisaba de un instrumento para poder dar a conocer a la población los motivos, cambios y consecuencias de los hechos que se iban sucediendo de forma vertiginosa”, cuenta la periodista Meke Paradela en una columna publicada en este medio el 12 de septiembre de 2016. En ese misma fecha de 1821, Bernardino Rivadavia decidió dejar de publicarla.
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“Si bien sus postulados centrales giraban en torno a la publicidad oficial y a la libertad de pensamiento, que convirtieron a La Gaceta en un decisivo formador de opinión en la sociedad, al mismo tiempo no existía la posibilidad de tomar alguna posición contraria a la de la Primera Junta ni sobre la religión católica, cuyos preceptos fueron instaurados a fuego y sangre a la población por parte de los mismos españoles sobre los cuales pretendían independizarse”, sostiene Meke.
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En la esquina de Callao y Rivadavia, un grupo de personas protesta con banderas argentinas.
No son muchas y el comentario surge de una de las mismas mujeres presentes.
Hace instantes, un grupo de personas concentraba en #Congreso para protestar "contra la #ReformaJudicial", según dijo un manifestante a esta cronista. pic.twitter.com/VkZYTfhzlY
— Soledad Flores (@Soledad78359930) September 13, 2020
Tienen vuvuzelas y silbatos. Una mujer blande orgullosa una bandera con la consigna “la libertad de expresión no se negocia. Patricia Bullrich”. En su mayoría son personas mayores. Se sacan fotos y agitan las banderas. Son vecinos y vecinas de Congreso, que se juntan frente a ese enorme edificio de cúpula verde, antes de marchar para el obelisco a “defender la República”.
Un hombre saca fotos sonriente.
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La concentración es todavía chica pero ahí, en la otra punta de la plaza y lejos de las historias que transcurren bajo el gomero, hay un equipo periodístico haciendo guardia junto a una camioneta con una antena de televisión.
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13 de septiembre de 2020