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Red Internacional
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Editorial Río Negro. El mapa político y las contradicciones que llegaron para quedarse

No importa lo que pase, la gobernadora estará hablando de hidrógeno verde. El Frente de Todos rionegrino dividido, con un gobierno nacional que ve como aliado a Juntos Somos Río Negro. La persistencia de las luchas, que apuntan a la casta del estado. La inflación avisa: falta mucho para 2023.

Sábado 25 de junio de 2022 12:55

Los partidos patronales ya discuten elecciones y Arabela Carreras aparece fuera de carrera. Si vemos los primeros meses del año, estaba en la cúspide: junto a Alberto Fernández haciendo negocios en China; mostrando números del boom turístico de verano y con encuestas con un 65% de imagen positiva. El cénit fue la aprobación del proyecto Fortescue con los peronistas alzando la mano. Pero una serie de errores no forzados terminaron con sus pretensiones de re-eleccion. La lucha docente es la llave maestra que explica todo: ahora una lucha como la de Salud ya actúa como una infección para su gestión. La lucha de clases supera toda encuesta de coyuntura.

Hay dos mundos en Río Negro. La mandataria está a puro verso hablando de hidrógeno verde con intendentes y con gerentes de multinacionales. La banca el gobierno nacional, con y sin Kulfas. Del otro lado está la realidad: donde viaja la gobernadora hay una expresión de lucha. Como se viera en el aniversario de Fernandez Oro siendo recibida por las obreras de Frutioro, o en Valle Medio donde Palmieri fue “saludado” por los hospitalarios. Lo mismo en Valcheta donde no solo se manifestaron desde ASSPUR sino también las comunidades originarias protestando contra la brutal entrega a Fortescue. El gobierno tomó nota de esto y por ello llamó a que actúe la justicia, que aparece como un nuevo árbitro en la situación provincial con la judicialización de los cortes de ruta.

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Los grandes medios de comunicación provinciales plantean la vuelta de Weretilneck y Pesatti. Mientras Carreras sigue haciendo el trabajo sucio, ellos preparan el recambio. Por eso se juntaron con Sergio Massa por un lado y con Gerardo Morales por el otro. En abril de 2023 serían las elecciones en la provincia y el gobierno provincial prevee algún sistema de alianza con el PJ contra el PRO. La preocupación es la provincia pero también Bariloche, un epicentro gorila y de odio racista que calza bien a la coalición de Juntos por el Cambio.

La rosca es de Todos

El peronismo de la provincia tiene el problema de un gobierno nacional que opera un sistema de alianzas que incluye a Juntos Somos Río Negro. Lo sufren los Soria, que tienen que retener Fiske Menuco. Por eso rosquean contra la presidencia del PJ provincial y buscan apoyo en líderes partidarios barilochenses como García Larraburu y Martini. La mejor defensa de los Soria es mostrar cierto poder de fuego en Bariloche.

Los pactos de Weretilneck con el Frente de Todos nacional podrían materializar una alianza con el camporismo de Doñate, o podría darse un “pacto de caballeros”: que el peronismo haga en las elecciones a gobernador una militancia a media máquina acordando votos hacia JSRN, siempre y cuando ellos no pierdan en Fiske. El oportunismo de uno y otro lado es público, no estamos inventando nada. La tendencia nacional a hacer un “reload” de la grieta contra la derecha, acentuaría este pacto. A ambas partes le conviene.

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Juntos por el Cambio en la provincia lo dirije el PRO de Tortoriello. El empresario siempre se mostró con el ala Bullrich, ligada a los sectores gorilas de la provincia además de tener un peso específico en la ciudad de Cipolletti. Habrá que ver cuánto se expresa en su boleta desde el espacio de los liberales tipo Milei, huérfanos hasta el momento de representación política en esta provincia. Es el cálculo que hacen y por eso profundizan su discurso anti-mapuche.

Inflación imparable, con crecientes tensiones

Los precios siguen subiendo, crecen las tensiones y aparecen nuevas. Ahora no se trata solo de responder a los reclamos salariales estatales, también están las pujas patronales por los subsidios y rescates. El sector de la fruticultura que tuvo el peor récord histórico de exportación por San Antonio Este. Y ese no es el único frente abierto. Es que las condiciones del FMI para sostener el acuerdo implica un recorte en subsidios, además de un plan de ahorro fiscal que golpeará por todos lados a una provincia dependiente de la caja del estado nacional. Aún con los bares y cerros llenos de esquiadores no paran de crecer los índices de pobreza, sub-ocupación y desempleo.

Pero en esta situación también puede verse que los cortes de ruta lo hagan fleteros y dueños de camiones. Es decir, un sector no monopolista de la burguesía del transporte empieza a sentir el golpe de la crisis generada por los acuerdos con el Fondo y por la guerra en Ucrania, que generó una inflación global. Es una nueva tensión de la situación nacional y que tiene su expresión en la provincia. El problema es que para un gobierno capitalista reprimir un corte de ruta de la clase trabajadora es muy distinto a tener que mandar las fuerzas represivas contra sectores patronales, porque pierde consenso en su propia clase social. La inflación genera estas cosas, y falta mucho para las elecciones.

Darle un programa socialista a la bronca

El problema de adelantar tanto las elecciones provinciales es que la mandataria tendrá que sostener su gobierno hasta diciembre de 2023. En el tránsito actual depende mucho más aún del rol de contención de las burocracias sindicales, que por otra parte necesitan algo que dar para seguir conteniendo. Es por ello que se ve a un ATE de Aguiar teniendo citas con la cúspide de Juntos Somos Río Negro mientras su alter ego Rodrigo Vicente hace algunos cortes sobre-actuando para mostrarse combativo. La clave es fortalecer un aparato de contención.

Las desigualdades por región en una provincia que va de la cordillera hasta el mar le da cierto aire y tiempo a esta gestión. Pero las expresiones de lucha ya mencionadas tiene un cierto carácter unificador: van contra Arabela Carreras, contra el funcionariado del ejecutivo. Ese punto es revulsivo, porque une un reclamo económico contra los que gobiernan como es el caso de las luchas estatales; o en el caso de las comunidades mapuche porque unifica la defensa del territorio y del ambiente con la denuncia al pacto de entrega a Fortescue.

La izquierda clasista es parte de estas luchas. El desafío es tender un diálogo con estas experiencias, construir espacios comunes para el debate y para la preparación de nuevas acciones que unifiquen. La idea fundamental de los socialistas para aportar en este proceso es la de construir desde abajo una gran fuerza de los explotados y oprimidos para terminar con este sistema.