El lunes 09/11 llevamos adelante una charla-debate sobre la situación política actual en Estados Unidos y América Latina con panelistas pertenecientes a la red internacional de la izquierda diario en Estados Unidos, Chile y Bolivia.
Martes 17 de noviembre de 2020
¿Qué tienen en común las movilizaciones masivas en Chile, Bolivia y Estados Unidos? ¿Qué perspectivas se abren después de las elecciones de Estados Unidos? ¿Qué panorama existe para un nuevo gobierno del MAS en Bolivia? ¿Cuales son las tareas y las perspectivas de la juventud chilena después del apruebo? Sobre esto y mucho más charlamos con Jimena Vergara, editora de Left Voice en Estados Unidos, Dauno Tótoro, dirigente del PTR y la izquierda diario Chile y con Violeta Tamayo de la izquierda diario Bolivia, en un debate organizado por la juventud estudiantil y trabajadora del PTS.
Les dejamos las intervenciones de cada uno de los panelistas y las ideas centrales para pensar la situación en cada país:
Jimena Vergara, Editora de Left Voice - Estados Unidos
En Estados Unidos, la elección fue muy tensa y se esperaba una ola azul o elección excepcional en algunos estados con mucha representación en el colegio electoral. El resultado de las elecciones muestra un fenómeno de polarización que se viene gestando desde los comicios del 2006, donde los dos partidos predominantes no alcanzan a satisfacer las expectativas de las masas, por lo cual, el espectro ideológico tiende a acercarse a los extremos.
Si queremos pensar más en profundidad esa polarización, nos tenemos que remitir a la crisis del 2008, donde el Estado terminó salvando a los bancos y los grandes empresarios, dejando a millones a la deriva. Posterior a esto, si bien hubo crecimiento económico, los números siguen siendo menores a los que había previos a la caída de la bolsa, lo cual tuvo nuevas consecuencias políticas y sociales. Por un lado, el surgimiento de movimientos sociales como Occupy Wall Street y la popularización de Bernie Sanders, como representación a la izquierda del partido demócrata. Por otro lado, la capitalización política de Donald Trump, como un outsider del establishment republicano. Durante el 2020, esta polarización se profundizó con el manejo de la pandemia en Estados Unidos, con grandes crisis sanitarias, sociales y económicas.
Con respecto a su programa económico, Trump no fue todo lo agresivo que podría haber sido con su política proteccionista de “America First” . En la realidad, tuvo una política aislacionista que se expresó con la guerra comercial con China y una política muy agresiva de dominación imperialista, aunque de forma unilateral (rompiendo con el multilateralismo instaurado en la era Clinton). Trump volvió con medidas financieras de endeudamiento leoninas hacia América Latina, se nota con el nuevo tratado comercial con México y la política de cambio de Régimen en Venezuela, sanciones a Cuba. Biden hizo campaña con la idea de “volver atrás” con lo que Estados Unidos perdió durante los cuatro años de Trump. Muchos analistas plantean que es muy difícil que pueda volver a la senda del multilateralismo, en parte porque tiene muchos problemas en la política doméstica. Se puede esperar la continuidad de políticas de deuda exorbitantes. Lo que hay que ver es como Biden lidiará con los nuevos gobiernos en latinoamérica, ya que sigue siendo un representante de la política imperialista.
A partir del 2008 se abrió un proceso de lucha de clases, donde surgieron fenómenos como Occupy Wall Street que tenía en la mira a los superricos y los grandes dueños del capital financiero .Esto inaugura un proceso lento pero sostenido de lucha de clases, y que radicalizó políticamente a un sector muy joven de la sociedad (los millennials) que encontraron como representante a Bernie Sanders, quien puso en agenda grandes problemas que tocan fibras sensibles en la sociedad: el acceso a la salud pública, el salario mínimo, el medioambiente. Tanto en 2016 como en el 2020, el partido demócrata le bloqueó la posibilidad de competir contra Trump y se niega a tomar de lleno las demandas del sanderismo, a pesar de que tenga gran base popular. Este año estalló el Black Lives Matter con un movimiento masivo que se extendió en todo el país, que desencadenó un odio que se venía gestando contra la policía. Es un movimiento juvenil que engarza a los que pasaron por la crisis del 2008, con sectores más jóvenes que son muy antirracistas y se identifican con un socialismo representado por Bernie Sanders.
Se considera al Partido Demócrata como el sepulturero de los movimientos sociales, en parte porque ha sido la dirección histórica de ellos (el movimiento civil, el movimiento negro,de mujeres). Pero es un partido que sigue los dictados de Wall Street. Lo que hacen es cooptar los movimientos sociales para después no cambiar nada. El gobierno de Obama es el ejemplo más nítido de eso, que tuvo dos mandatos y en su gobierno estalló el primer capítulo de Black Lives Matter. En este segundo BLM, el partido logra capitalizar electoralmente el estallido por el peso que tuvo el voto a Biden en la comunidad negra y la juventud (aunque este no haya sido masivo). Hay un fenómeno que se viene larvando pero que se encuentra atenazado por el Partido Demócrata pero sin que estos lo representen políticamente. Bernie Sanders viene usando la retórica de beneficios para la clase obrera y los oprimidos pero sin confrontar abiertamente con el establishment demócrata y apoyando la candidatura de Biden.
De la combinación de, en primer lugar la juventud antirracista y el movimiento obrero que viene más rezagado pero que empieza a levantar la cabeza, (con huelgas por el salario y con el movimiento obrero precario a través de los “trabajadores esenciales” que tomaron las calles para mostrar el carácter de clase que tenían los ataques de la política económica, policial y social),y en segundo lugar, el hecho de que el partido demócrata traicione las expectativas de todos los que lo votaron sin estar convencidos (pero que no tenían otra alternativa), y en el marco de una crisis económica profunda, pueden surgir nuevos movimientos de lucha y políticos-ideológicos que lleven a la radicalización de sectores. Desde allí, es muy posible que se abra una posibilidad histórica y que surja la izquierda revolucionaria como oposición socialista de los trabajadores y de la juventud antirracista.
Violeta Tamayo, referente de Pan y Rosas y editora de la Izquierda Diario Bolivia
El golpe de Estado en Bolivia hay que enmarcarlo en el avance de la derecha regional y una ofensiva imperialista. La injerencia de la OEA fue clave en este proceso que anticipó un fraude del que, al día de hoy, no hay información seria que lo demuestre. Todo el bloque golpista tomó este informe y se envalentono a las clases medias y las clases blancas mestizas que salieron a movilizarse, acaudillados por figuras como Carlos Meza y Luis Fernando Camacho. El saludo de Trump y Bolsonaro a la autoproclamada Añez no fue para nada casual. Esto no sucedió de la noche a la mañana, el propio MAS en 14 años de gestión, mediante concesiones empoderó a este bloque de derecha hasta asestar el golpe de Estado.
Para perpetrar el golpe de Estado, jugaron una pieza clave: la policía. Comprada por la familia Camacho, es la misma fuerza que durante años Evo Morales presentó como fuerzas antiimperialistas, muy cercanas al pueblo. El MAS habilitó espacios de negociación con los golpistas a partir de la renuncia de Evo Morales y todos sus ministros, habilitando la instauración del golpe.
En noviembre mientras se daba un proceso enorme de resistencia, donde las mujeres de pollera, campesinos, trabajadores llegaban de todo el país a la Ciudad de La Paz contra el golpismo y los actos racistas en todo el país (como la quema de la whipala, agresiones a las mujeres de pollera, etc.) y frente a la decisión masiva de estos enorme sectores de no retroceder, el MAS usó como argumento que tenían la responsabilidad de evitar “un baño de sangre” y firmó un pacto de negociación con los sectores golpistas. Este pacto incluía que no se procesen a los dirigentes del MAS. Esto fue después de dos masacres (la de Senkata y Sacaba) y más de 1600 presos políticos, las muertes en El Alto, Cochabamba y Ovejuyo. El argumento de evitar los “ríos de sangre” fue completamente tardío dejando a las masas populares a merced del golpismo. A esto se le suma los constantes llamados del MAS a desmovilizar durante la pandemia.
A diferencia de los que planteaban a las elecciones como una victoria institucional, desde La Izquierda Diario Bolivia creemos que fueron las movilizaciones masivas las que impusieron la posibilidad electoral. Nos referimos entre otras a la enorme movilización de agosto que paralizó a todo el país exigiendo la renuncia de Añez y el llamado a elecciones. En ese momento el MAS volvió a hacer un llamado a la desmovilización a los sectores populares tan golpeados por la crisis. También fue un factor importante como golpe al gobierno de Añez, el debilitamiento de la injerencia del imperialismo a partir del estallido de protestas en Estados Unidos, que obligó al trumpismo a concentrarse en la política doméstica.
La victoria aplastante del MAS se puede explicar por el enorme descontento con la extrema derecha, por las masacres y la escalada represiva con constantes provocaciones de las fuerzas policiales, la política xenofóbica de los ministros y el manejo negligente de la pandemia y muchisimos casos de corrupción. A esto se le suma que la derecha no logró consolidar un bloque común para las elecciones. En este contexto, los sectores populares vieron con esperanza las candidaturas del MAS.
El llamado de reconciliación de Arce y Choquehuanca, quien dijo que era necesario encontrar un equilibrio entre la izquierda y la derecha, busca llegar a una conciliación entre clases que se mostraron tan antagónicas. Este llamado vemos que puede dejar impune a los responsables de las masacres de Senkata y Sacaba y en un momento de crisis económica y sin tener mayoría en el congreso puede llevar a brindar mayores concesiones a la derecha y sectores transnacionales. Esto no es novedad para el MAS, sino que durante todos los años de gobierno de Evo Morales, se brindaron grandes concesiones a los sectores que luego se le tiraron en contra.
Desde La Izquierda Diario Bolivia, fuimos parte de la resistencia al golpe, en las calles y buscando romper el cerco mediático brutal en medio de la asonada derechista y sufriendo la persecución de la extrema derecha.Nosotros creemos que es importante seguir apostando a los frentes que se proponen frenar el avance de los sectores derechistas (que siguen pidiendo que el ejército siga en las calles) y contra los grupos paramilitares racistas y ultra religiosos. Para enfrentar este avance, no podemos confiar en las fuerzas policiales como llama a hacer Arce. Apostamos por la auto-organización y a recuperar nuestras instancias de organización obreras, campesinas y estudiantiles,-que se encuentran cooptados por las burocracias sindicales-, armando comités de autodefensa que aseguren el bienestar de los sectores que se movilizan. Nos planteamos a largo plazo construir una organización alternativa de las mujeres, los campesinos, los trabajadores y estudiantes que responda auténticamente a nuestros intereses, que recupere las tierras de los latifundios, que no se concilie con los racistas.
Dauno Tótoro, dirigente del PTR, Izquierda Diario Chile
La rebelión popular que se inició en Chile el año pasado fue histórica, nunca había pasado algo así en el país. En el siglo XX hubo algunas rebeliones pero no de esta magnitud. Lo que se inició en octubre todavía sigue abierto, el gobierno no logró cerrarlo aún. Este proceso nos deja una diversidad de lecciones para pensar el futuro pero también el presente: cómo nos organizamos hoy, cómo hacemos frente al gobierno de Piñera, al partido de los 30 años (en referencia a las tres décadas de herencia militar). Una de las consignas que surgieron fueron “nuestro legado va a ser borrar tu legado” en referencia a Pinochet. Somos parte de la juventud que viene movilizándose hace una década en los procesos de lucha estudiantil y de trabajadores y ahora se profundiza en este nuevo ciclo. Nos enfrentamos a un enemigo muy poderoso que hará todo lo posible para defender esa herencia tan cuestionada popularmente, ya que gracias a ella un puñado de multimillonarios y sus representantes, ya sea de la derecha o de la ex concertación se enriquecieron también a costa de las grandes mayorías, que sobreviven con pensiones de hambre, endeudándose para poder estudiar, la salud dividida para ricos y pobres. También vimos la brutalidad de la policía en las represiones, que dejaron mas de 450 víctimas de traumas oculares porque disparaban a los rostros, mas de 30 muertos, miles de denuncias de tortura y violencia policial.
Al mismo tiempo nos encontramos con un gran intento de desvío. Al mes de comenzada la rebelión, las calles seguían llenas y el 12 de noviembre del 2019 se realizó el paro nacional más importante desde el fin del gobierno militar: paralizaron 25 de los 27 puertos del país, el 90% del sector público, 80% de los docentes mostrando una enorme alianza obrera y popular. Todos los analistas decían: “unos días más y cae Piñera” y en ese momento todos los partidos salieron corriendo a firmar la paz y dar inicio a un nuevo proceso constitucional lleno de trampas y muy amañados. Intentaron pactar cambios para que nada cambie porque realmente temían la fuerza desplegada de la juventud, los trabajadores y todo el pueblo en las calles.
El paro del 12 de noviembre demostró que si se ponen en movimientos los sectores estratégicos (que en Chile corresponden a la minería, al puerto y los sectores públicos), si se alían con los sectores populares que demostraron ser de avanzada, enfrentándose con valentía a la represión y se logra conquistar esa alianza con movimientos de izquierda y derechos humanos para imponer un plan de lucha a la burocracia sindical, esa fuerza es imparable. No hay represión o perdigón que pueda frenar, no hay maniobra que logre desviarla. Viene siendo un proceso muy enriquecedor para pensar todos los desafíos abiertos al día de hoy.
Con respecto a las movilizaciones luego del plebiscito, todos los partidos tradicionales, desde la derecha hasta el Frente Amplio querían un proceso constituyente sin calle pero esta sigue siendo un factor vivo. En la Plaza de la Dignidad, la gente no solo salió a festejar el apruebo sino que también seguían gritando: “Fuera Piñera”, “no estamos todos, faltan los presos” haciendo referencia a los centenares de presos políticos en las cárceles de todo el país.
El apruebo arrasó con un 80% a nivel nacional, lo que demuestra es que se ratifican las demandas que se plantearon en la calle: no solo terminar con la constitución de Pinochet, sino también la necesidad de conquistar una educación y salud pública de calidad y poner fin a la herencia de la dictadura militar.
El proceso constitucional tiene una serie de trampas porque se gestó como un desvío para sacar la movilización de las calles y llevarla al terreno institucional. Una maniobra a la que se sumó el Frente Amplio y el Partido Comunista. Este proceso constitucional que plantearon, busca mantener la impunidad de los represores, como en el caso del carabinero que asesinó a sangre fría a Anibal Villaroel. Además el proceso está pensado para que sean cambios cosméticos a la herencia pinochetista. El sistema electoral para poder elegir a los que van a ser parte de la discusión de este proceso, favorece a los partidos tradicionales, los partidos de los 30 años. Para decidir cualquier cambio constitucional se tiene que aprobar con dos tercios de la cámara, es decir que se otorga un poder de veto a una minoria de un tercio mas uno. Está pensado para llegar a acuerdos moderados. Los estudiantes secundarios no están incluidos en la elección habiendo sido la principal chispa que encendió este proceso. Los presos políticos tampoco pudieron participar. No se pueden discutir los tratados internacionales de libre comercio.
Nosotros, desde La Izquierda Diario Chile, llegamos a la conclusión de que la victoria del apruebo, es una muestra de una enorme fuerza pero que no es suficiente para terminar con la herencia de la dictadura. ay que mostrar esa misma fuerza avanzando en una movilización permanente con todos los sectores que no confiamos en la vía institucional como canal de transformación, para imponer a la burocracia sindical un frente único obrero y conquistar una verdadera huelga general. Solo de esta forma podremos conquistar todos nuestros reclamos y desde ahí resolver las demandas que fueron motores de la calle y conquistar una verdadera asamblea constituyente y soberana, donde sea el pueblo el que decida y no los partidos de los treinta años, sin vetos y sin restricciones, que discuta sobre el desempleo, el problema de los salarios golpeados por la recesión económica. Para eso, necesitamos derrotar a Sebastián Piñera y pasar por encima de este proceso constitucional, sacando las lecciones de la rebelión.
Vamos a participar del proceso constituyente, estamos llamando a hacer un frente anticapitalista de las y los trabajadores porque creemos que tenemos que aprovechar los espacios democráticos que existan para pelear esta perspectiva, denunciando las trampas y no dejar el camino abierto a los mismos de siempre, poniendo esas candidaturas al servicio de la lucha y la movilización.
El mensaje que quiero dejar es que lo que estamos viviendo es histórico. Somos parte de una gran oleada internacional donde se volvió a poner en el centro de la escena a la lucha de clases, como en Estados Unidos y Bolivia, en la que fuimos parte. Es posible rebelarse contra este sistema, contra los largos 30 años, contra los gobiernos que buscan aumentar la precariedad y descargar los costos de la pandemia y la crisis sobre el pueblo trabajador. Confiando en nuestra fuerza lo podemos llevar adelante. La pelea por construir una gran fuerza internacional que de todas estas batallas nos hermana con ustedes en Argentina, Estados Unidos y en Bolivia. Todas estas movilizaciones abren la puerta para pensar esa posibilidad y de construir una alternativa de las y los trabajadores, las mujeres y la juventud, que abra horizontes mucho mayores a los que imaginamos al día de hoy.