Presentamos a continuación la traducción al castellano de la nota de Nathaniel Flakin, The First Mass Communist Party publicada originalmente en Left Voice Magazine la publicación teórica del diario Left Voice, parte de la Red Internacional La Izquierda Diario.
La fundación del Partido Comunista de Alemania (KPD) es bien conocida. En la víspera de Año Nuevo de 1918 y el día de Año Nuevo de 1919, un tormentoso congreso tuvo lugar en el salón de baile del parlamento prusiano. Rosa Luxemburg, Karl Liebknecht y su Liga Spartakus unieron a un grupo dispar de revolucionarios en el nuevo partido.
Sin embargo, el KPD era diminuto. Se podría decir que la verdadera fundación del partido tuvo lugar dos años después. El sexto congreso del KPD, que tuvo lugar en Berlín del 4 al 7 de diciembre de 1920, fue un "congreso de fusión" que fundó el Partido Comunista Unificado de Alemania (VKPD). El nuevo partido unió al KPD original con la mucho más grande ala izquierda mayoritaria del Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania (USPD). El KPD había comenzado con unos 10.000 miembros, pero ahora tenía hasta 500.000 trabajadores inscritos, convirtiendo al VKPD en el primer partido comunista de masas de Europa occidental.
Cien años después, las luchas políticas que fueron necesarias para crear un partido comunista de masas ofrecen importantes lecciones. En una época en la que los socialistas revolucionarios están de nuevo en la marginalidad y en busca de influencia de las masas, existe un fuerte impulso para atar nuestros vagones a las fuerzas burguesas neoreformistas o incluso "progresistas". El VKPD muestra una alternativa a los esquemas reformistas.
Durante la guerra
Para entender las fuerzas que se unieron para formar el VKPD, primero tenemos que mirar la historia del movimiento obrero alemán. Desde 1875, la clase obrera se había organizado en un solo partido, el SPD, con diferentes tendencias. El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 puso al descubierto las divisiones del SPD.
El ala derecha del partido alrededor del copresidente Friedrich Ebert, con la esperanza de convertirse en un elemento central de una monarquía constitucional, se manifestó firmemente a favor del imperialismo alemán. El ala izquierda, inspirada por figuras como Rosa Luxemburgo, se aferró a los principios revolucionarios del SPD, no sólo oponiéndose a la guerra, sino también intentando utilizar la crisis creada por la guerra “para acelerar la caída del dominio de la clase capitalista” [1]. Entre estas dos alas, estaba el "Centro", dirigido por el copresidente del SPD, Hugo Haase, y el principal teórico Karl Kautsky, que desarrolló teorías ambiguas para mantener a las alas izquierda y derecha, con sus estrategias opuestas, bajo el mismo techo organizativo.
Cuando comenzó la guerra, la ambigüedad estratégica del Centro se volvió insostenible. La guerra exigía una respuesta clara: ¿a favor o en contra? Los centristas lucharon por encontrar una posición intermedia. Apoyarían una guerra defensiva, pero no una ofensiva; le darían créditos de guerra al Kaiser, pero le presionarían para que la terminara lo antes posible. Todo esto no tenía sentido.
El ala derecha, con una clara política pro-imperialista, tomó el control del partido. El ala izquierda fue silenciada por dos fuerzas policiales separadas: los generales que imponían un “estado de sitio”, y los burócratas del partido con su “paz civil”. La burocracia prohibió huelgas y manifestaciones tan despiadadamente como el Estado capitalista. Durante los 40 años anteriores, el capitalismo alemán había crecido a pasos agigantados, y el movimiento obrero había desarrollado una poderosa burocracia. Según algunas estimaciones, el SPD y los sindicatos tenían 100.000 burócratas de partido y sindicatos a tiempo completo. Llevaban un estilo de vida privilegiado financiado por las superganancias del imperialismo alemán, y se identificaban cada vez más con el Estado. Eran agentes de la burguesía dentro del movimiento obrero, y la guerra les permitió finalmente desplegar su bandera.
Todo el mundo, incluyendo la izquierda revolucionaria, se sorprendió cuando el SPD votó a favor de la guerra el 4 de agosto de 1914. Sólo una semana antes, la socialdemocracia había organizado manifestaciones masivas por la paz.
Kautsky justificaría más tarde su negativa a oponerse a la guerra: ¿qué diferencia habría habido si un “puñado de parlamentarios” hubiera gritado en protesta y dado una "orden" de luchar, si los propios trabajadores no estuvieran tomando las calles? El revolucionario ruso V. I. Lenin, que en ese momento vivía en el exilio en Suiza, respondió:
A este puñado se lo consultó, se lo invitó a votar, estuvo en posición de votar, escribir artículos, etc. Las masas, en cambio, no fueron consultadas. No sólo no se les permitió votar, sino que se las dividió y se las persiguió, no ‘por orden’ alguna del puñado de parlamentarios, sino de las autoridades militares [2].
La izquierda en Alemania se reunió esa noche en el apartamento de Luxemburg para discutir su respuesta a la traición. Enviaron 300 telegramas preguntando quién firmaría una declaración anti-guerra y recibieron una sola respuesta positiva, de Clara Zetkin en Stuttgart. Luxemburgo anunció su intención de suicidarse como forma desesperada de hacer oír la tan necesaria protesta.
Lenin carecía del conocimiento de primera mano que Luxemburg tenía sobre la verdadera naturaleza del SPD –cuando recibió un periódico anunciando el voto del SPD para los créditos de guerra, estaba seguro de que era una falsificación de la inteligencia militar alemana–. Pero cuando comprendió lo que había pasado, se reorientó a la nueva situación, con un partido y cuadros listos para implementar las nuevas perspectivas. En menos de tres meses, este partido declaró que "la Segunda Internacional ha muerto" y que había que reunir fuerzas para una Tercera Internacional.
Los camaradas de Luxemburgo, en cambio, no tenían ninguno de esos recursos. La izquierda alemana tuvo que organizarse desde cero, en condiciones de ilegalidad. Publicaron un primer número de una revista, Die Internationale, en abril de 1915 (5.000 números fueron arrebatados el día que apareció) pero fue inmediatamente prohibido y confiscado por las autoridades militares. Karl Liebknecht, como miembro del Reichstag, gozaba de inmunidad. Había votado en contra de los créditos de la segunda guerra en diciembre de 1914 con una ardiente denuncia de la guerra imperialista. Esto lo convirtió en un héroe de la clase obrera, y comenzó a distribuir volantes firmados por "Spartakus".
El grupo Spartakus fue fundado el 2 de enero de 1916, en el despacho de Liebknecht. En ese momento, Luxemburg ya estaba en prisión. Liebknecht fue expulsado del parlamento unos meses después y puesto en prisión también. El grupo clandestino logró publicar su primer folleto impreso, escrito por Luxemburg en su celda y titulado Spartakus, en septiembre de 1916. Liebknecht declaró: "¡Guerra civil, no paz civil!"
El Centro versus la izquierda
A medida que la guerra se prolongaba, la esperanza de una rápida victoria desaparecía, y la situación de la clase obrera, tanto en el frente como en casa, se volvía miserable. El gobierno del Kaiser y sus partidarios socialdemócratas ya no trataron de presentar la guerra como "defensiva", sino que hablaron abiertamente de sus planes de anexionar territorios en Bélgica y Francia.
En diciembre de 1915, los centristas del SPD finalmente votaron en contra de los nuevos créditos de guerra. Estos 20 “hombres de diciembre” fueron expulsados de la fracción del SPD en el Reichstag. Al poco tiempo, la dirección del SPD expulsó a todos los que no compartían su entusiasmo por la guerra. Hasta la mitad de los miembros del partido fueron expulsados, incluyendo organizaciones enteras del SPD en Berlín, Bremen, Leipzig y otras grandes ciudades.
En abril de 1917, los expulsados fundaron su propio partido, que llamaron Partido Socialdemócrata Independiente. ¿Cómo se relacionaría la izquierda con este nuevo partido de centro? Los espartaquistas eran muy críticos con los “hombres de diciembre”, los “recién llegados” que habían apoyado la guerra durante más de un año e incluso ahora rechazaban la acción revolucionaria para detenerla. El nuevo partido, incluyendo no sólo a Kautsky sino incluso al padre del reformismo, Eduard Bernstein, no podía ser más que un “partido de medias tintas y ambigüedades”, como decía Luxemburg.
Las secciones locales más fuertes del grupo Spartakus, como en Chemnitz o Stuttgart, querían boicotear al USPD y crear un nuevo partido revolucionario. Este también era el caso en Bremen, donde la izquierda había sido lo suficientemente fuerte como para tomar el SPD local y expulsar a los reformistas. Karl Radek, escribiendo en el diario de los radicales de izquierda de Bremen, llamó a la izquierda a marchar "bajo su propia bandera":
La idea de construir un partido conjuntamente con los centristas es peligrosamente utópica Los radicales de izquierda, tanto si las circunstancias son favorables como si no lo son, deben construir su propio partido, si quieren cumplir su misión histórica [3].
Espartaco tenía sólo unos pocos cientos de miembros, sometidos a una constante represión, pero también tenía el enorme prestigio de Luxemburg y Liebknecht. Eran los únicos que podían tomar la delantera en el lanzamiento de un nuevo partido. Pero se resistieron. Leo Jogiches, compañero de armas de toda la vida de Luxemburg que dirigía la organización clandestina, creía que cualquier nuevo partido revolucionario sería una "secta". La adhesión al USPD, en cambio, permitiría a los revolucionarios mantenerse en contacto con las masas conservando la libertad de crítica. El USPD era un partido legal con muchos periódicos y líderes que trabajaban en las oficinas del Reichstag, los líderes del grupo Spartakus, en cambio, estaban atrapados en prisión.
Spartakus se unió así al USPD, cuyos líderes centristas se beneficiarían del prestigio de Liebknecht. Spartakus siguió criticando a los líderes del USPD, pero la unidad organizativa atenuó estas críticas. Si todos, desde Bernstein hasta Luxemburg, pudieran estar en un partido, ¿podrían el centro y la izquierda ser tan diferentes? Y como el historiador trotskista Pierre Broué señaló, esta decisión efectivamente dividió a la Izquierda radical, ya que los radicales de izquierda de Bremen formaron su propia organización, los Socialistas Internacionales de Alemania (ISD), fuera del USPD. Mientras que la izquierda radical en Alemania debería haber estado forjando un programa común, Spartakus estaba ligado al USPD, mientras que la ISD estaba bajo cierta influencia sindicalista.
La revolución llega
La revolución finalmente estalló en Alemania en noviembre de 1918. Millones de trabajadores y soldados salieron a las calles, formando consejos de obreros y soldados en todo el país. Los mejores elementos tendían a unirse al USPD, incluyendo los marineros que se amotinaron en los acorazados y los Delegados Revolucionarios, la red de metalúrgicos de Berlín que organizó la huelga general insurreccional el 9 de noviembre.
Los dirigentes del USPD pronunciaron discursos revolucionarios, pero actuaron como un freno a la revolución. Figuras como Haase y Wilhelm Dittmann se unieron a socialdemócratas de derecha como Ebert y Philip Scheidemann para formar un nuevo gobierno, llamado fraudulentamente el Consejo de Diputados del Pueblo. Los líderes del USPD sirvieron como una hoja de parra “revolucionaria” para el SPD, que, por su parte, estaba preparando una contrarrevolución.
Cuando los consejos de obreros y soldados se reunieron en un congreso nacional en diciembre de 1918, la gran pregunta era si Alemania debía ser una “república de consejos” (lo que implicaba un sistema socialista dirigido por los trabajadores) o tener una ”asamblea nacional” (un sistema capitalista bajo el control de la burguesía). Spartakus estaba claramente a favor de lo primero y el SPD claramente a favor de lo segundo –mientras que el USPD, fiel a sus principios centristas, elaboró planes utópicos para combinar consejos obreros con un parlamento burgués–.
Finalmente, los líderes espartaquistas se dieron cuenta de que necesitaban formar su propio partido separado de los centristas. Esperaban ganar la mayoría en el USPD, pero la dirección de ese partido se negaba a convocar un congreso del partido para decidir sobre las cuestiones más urgentes de la revolución. Así es como se convocó el congreso fundador del KPD para la víspera de Año Nuevo de 1918. Jogiches, conocido por sus posiciones inquebrantables, votó en contra de la fundación de un nuevo partido, y Clara Zetkin permaneció escéptica, pero Luxemburg cambió de opinión.
El nuevo partido reunió a la Liga Spartakus, el ISD (ahora llamados IKD), y otros grupos revolucionarios. Pero siguió siendo pequeño. Los Delegados Revolucionarios, a pesar de las negociaciones de última hora con Liebknecht, se negaron a unirse. En algunos lugares como Neukölln, un distrito obrero en las afueras de Berlín, la mayoría de los miembros del USPD votaron para unirse al nuevo Partido Comunista. Pero esta fue una rara excepción: la mayoría de los miembros del USPD se quedaron donde estaban.
Fundado y decapitado
El nuevo KPD no sólo era diminuto, sino que era políticamente confuso. Muchos de los delegados del congreso fundador sólo habían despertado a la vida política en las tormentosas semanas de la revolución, y asumían que la revolución socialista en Alemania sería victoriosa en cuestión de semanas.
Entonces, ¿por qué participar en las elecciones del parlamento burgués? ¿Por qué trabajar en sindicatos dirigidos por burócratas reaccionarios? Todos estos complicados problemas, la mayoría del congreso creía que se resolverían rápidamente con la creciente marea de la revolución proletaria. Luxemburgo trató en vano de explicar que la revolución estaba más cerca de su principio que de su fin. Sufriendo de la "enfermedad infantil" del ultraizquierdismo, el congreso votó para boicotear las próximas elecciones a la asamblea nacional. Hubieran votado para que los comunistas boicotearan también a los sindicatos, si Luxemburg no hubiera pedido que se pospusiera la decisión sobre esta cuestión.
Luxemburgo y Liebknecht fundaron el tipo de partido que la clase obrera alemana necesitaba para triunfar. Pero este paso llegó demasiado tarde. Durante la revolución, la clase obrera se dividió entre un partido contrarrevolucionario (el SPD) y otro que vaciló en cada momento decisivo (el USPD). Los consejos que habían surgido en toda Alemania seguían dominados por burócratas y aventureros. Las masas de trabajadores aún no habían podido probar estas diferentes direcciones por experiencia. No había ningún partido revolucionario con cuadros en cada lugar de trabajo y barrio que pudiera, en cada momento decisivo, señalar el siguiente paso hacia el poder obrero. La contrarrevolución, en cambio, tenía un estado mayor en funcionamiento formado por el SPD y los militares.
La tardanza de los espartaquistas en fundar un partido revolucionario no se debió a una falla organizativa. Hasta el último segundo, Luxemburgo se opuso a dar este paso, escribiendo,
Siempre es posible salir de pequeñas sectas o de pequeños cenáculos, y siempre se pueden hallar nuevas sectas o nuevos cenáculos. Pero es una fantasía irresponsable querer liberar a toda la masa de proletarios del yugo pesado y peligroso de la burguesía sencillamente “saliendo de ellos” [4].
Habiendo pasado gran parte de su vida revolucionaria luchando contra la burocracia que asfixiaba al movimiento obrero alemán, Luxemburg creía que los trabajadores revolucionarios tenían que resistir todas las formas de dirección centralizada. En un último artículo que escribió antes de su asesinato, hizo un balance de la sublevación de los trabajadores en enero de 1919. “La dirección fracasó", escribió. "Pero una nueva dirección puede y debe ser creada por las masas y de las masas”. Esta idea de que tal dirección podía ser improvisada en los tormentosos días de la revolución, ya había demostrado ser un error devastador. Y Luxemburg había reconocido ese error, al menos implícitamente, al fundar el Partido Comunista.
Dos semanas después, este nuevo partido fue decapitado. Luxemburgo y Liebknecht fueron asesinados por los paramilitares de derecha Freikorps, por orden del gobierno del SPD. Jogiches se hizo cargo de la dirección del KPD y fue asesinado por la policía en marzo de 1919.
¡Larga vida a la Tercera Internacional!
El 2 de marzo de ese año, se fundó la Internacional Comunista en un congreso en Moscú. Este congreso reunió a los bolcheviques, que habían dirigido la exitosa revolución en Rusia y ahora dirigían un gobierno obrero, con la mayoría de pequeños grupos de otros países. Esto proporcionó cierta dirección internacional a los comunistas alemanes.
La tarea de luchar contra el ultraizquierdismo “infantil” del KPD recayó en el sucesor de Luxemburg, el abogado Paul Levi. En el segundo congreso del KPD en octubre de 1919 en Heidelberg, Levi hizo que los delegados votaran los principios básicos de la Internacional Comunista, principios que servirían como base para la afiliación al partido; estos incluían la participación en elecciones burguesas y el trabajo en sindicatos reformistas, siempre como una oposición revolucionaria. De esta manera, la dirección en torno a Levi expulsó una gran tendencia ultraizquierdista, tal vez la mitad de los miembros, del KPD. Pasaron a formar el caótico y sindicalista Partido Comunista de los Trabajadores de Alemania (KAPD), que empezó a desmoronarse incluso antes de que pudiera establecerse [5].
Los líderes de la Comintern criticaron el drástico movimiento de Levi, ya que cortó la discusión política con los ultraizquierdistas, que representaban una tendencia de masas en la clase obrera alemana. Lenin estaba convencido de que mientras los oportunistas debían ser expulsados del movimiento obrero, los ultraizquierdistas podían ser ganados con un discusión paciente. La orientación de Levi, sin embargo, pronto se demostró correcta. Al distanciar al KPD del ultraizquierdismo diletante, fue capaz de atraer a las masas de trabajadores del USPD.
El desarrollo de la revolución agudizaba rápidamente las contradicciones dentro del USPD. Los trabajadores entraron en el partido –llegó a casi un millón de miembros en 1920– y en general simpatizaron con la Revolución Rusa y los bolcheviques. La fundación de la Internacional Comunista fue recibida con tal entusiasmo que los dirigentes del USPD tuvieron que viajar a Moscú para el segundo congreso en el verano de 1920. Pidieron unirse a la Tercera Internacional, sin aceptar los principios fundamentales del comunismo. En respuesta, la Comintern redactó sus 21 condiciones para cualquier partido que quisiera entrar.
Los dirigentes de la USPD rechazaron estas condiciones como un decreto. Querían proteger la "autonomía" de su partido alemán en lugar de construir un partido comunista mundial. Pero los miembros del USPD querían unirse a los bolcheviques. Esta contradicción llegó a su punto más alto en el congreso del partido en octubre de 1920 en Halle. Grigori Zinoviev, el presidente de la Comintern, habló a favor de la incorporación, mientras que Julio Mártov, el líder de los mencheviques rusos, es decir, los reformistas, habló en contra [6]. Para consternación de la burocracia del USPD, casi dos tercios de los delegados votaron a favor de la incorporación a la Comintern. El ala derecha del partido, que siempre había reclamado el manto de la "democracia" para sí mismos en oposición a los bolcheviques, simplemente se retiró.
Durante los meses decisivos de la revolución, el USPD había sido un instrumento para que los burócratas mantuvieran el control político sobre cientos de miles de trabajadores revolucionarios. Este instrumento estaba ahora roto. Esto preparó el escenario para un congreso de fusión del KPD y la mayoría de la izquierda del USPD, incluyendo también algunos elementos del KAPD. El KPD, que una vez fue pequeño, ahora tenía 450.000 miembros y 33 diarios. Por encima de todo, el nuevo partido tenía cuadros con profundas raíces en la clase obrera alemana. Con esta fusión, los Delegados Revolucionarios finalmente se unieron al KPD.
¿Demasiado temprano o demasiado tarde?
A partir de esta experiencia, los colaboradores más cercanos de Luxemburg llegaron todos a la misma conclusión: la clase obrera alemana podría haber conquistado el poder si hubiera existido un partido como el VKPD cuando estalló la Revolución de Noviembre; una organización disciplinada y visible que pudiera oponerse sistemáticamente a las maniobras contrarrevolucionarias del SPD y al titubeo del USPD. La derrota de la revolución por los socialdemócratas y los Freikorps finalmente abrió las puertas al fascismo. Una revolución socialista en Alemania se hubiera unido a la revolución en Rusia y así evitar la degeneración estalinista. Con toda probabilidad, esto habría marcado el comienzo de la revolución en todo el mundo.
Franz Mehring, el gran historiador marxista y miembro fundador del Grupo Spartakus, escribió que se equivocaron en una sola cosa: "cuando nos unimos organizativamente al partido independiente después de su fundación [...] con la esperanza de impulsarlos hacia adelante" [7]. Paul Levi, el sucesor de Luxemburg, lo expresó sucintamente:
No existe hoy en Alemania un solo comunista que no lamente que la fundación de un partido comunista no se haya realizado hace mucho tiempo, en la época de la preguerra, que los comunistas no se hayan agrupado desde 1903, incluso en la forma de una pequeña secta, y que no hayan formado un grupo, aunque fuera reducido, pero que al menos hubiera expresado claridad [8].
Hoy en día, paradójicamente, hay comunistas que ven la formación del KPD como algo demasiado temprano. Ben Lewis, del grupo CPGB/Weekly Worker, por ejemplo, escribe que la escisión del KPD del USPD fue “claramente un movimiento prematuro” [9]. Ottokar Luban, un destacado historiador del Grupo Spartakus, escribe que al fundar el KPD, los “dirigentes del grupo se habían rendido particularmente a las presiones de un espectro radical” y podrían haber formado un partido de masas si hubieran permanecido en el USPD [10]. Stefan Bornost de Marx21, un grupo dentro del partido de izquierda alemán Die Linke, publicó un artículo alabando a Luxemburgo y Liebknecht como “los networkers”, justificando su decisión de permanecer en el SPD y luego en el USPD. Bornost escribe que el KPD “no aprovechó su oportunidad” porque había dejado el USPD. Esto es, por supuesto, sólo un intento de justificar la adaptación de Marx21 a la burocracia de un partido reformista que actualmente está en el gobierno en cuatro estados alemanes diferentes.
Pero los espartaquistas que se unieron a la USPD llegaron a la conclusión opuesta. No fue la presencia en el USPD lo que permitió a los espartaquistas llegar a las masas. Fue la valiente e inflexible postura de Liebknecht contra la guerra, en clara oposición a los centristas. Al aparecer bajo la misma bandera que Haase o Kautsky, Liebknecht les dio un prestigio que no merecían en absoluto. Significaba que los revolucionarios tenían las manos atadas y no podían luchar por su propio programa en momentos decisivos, como el congreso del consejo a mediados de diciembre de 1918.
Al fundar el KPD, los espartaquistas podrían presionar a todos los elementos de izquierda del USPD para que abandonaran su "coexistencia pacífica" con los dirigentes de su partido. Demostraron que un partido independiente no sólo era necesario, sino totalmente posible.
Hoy en día, existen divisiones similares dentro del movimiento socialista. Si miramos el socialismo en los Estados Unidos, vemos un ala derecha compuesta por reformistas que son muy abiertos a apoyar al Partido Demócrata de la clase dominante, y por lo tanto terminan dando apoyo a las políticas del imperialismo estadounidense. También vemos un ala izquierda del movimiento socialista que lucha por que la clase obrera se constituya en una fuerza política independiente y dirija una revolución socialista –nosotros, desde Left Voice, nos vemos como una parte de esa izquierda–. Por último, vemos centristas que tratan de salvar esta brecha con teorías confusas y desorientadoras que tratan de desdibujar la línea que divide a los reformistas y los revolucionarios.
Al igual que los revolucionarios más previsores de Alemania durante la Primera Guerra Mundial, la tarea de hoy es unir la izquierda, lo que requiere una clara delimitación no sólo de la derecha sino también del centro. En otras palabras, crear un movimiento socialista unificado requiere una lucha contra cualquier acuerdo con el Partido Demócrata y sus políticas racistas e imperialistas, tales políticas dividen a la clase obrera, hoy tanto como hace 100 años. Tal delimitación podría parecer “sectaria” en este momento pero como muestra la historia de la revolución alemana, es la condición previa absolutamente necesaria para que los revolucionarios lleguen a las masas.
Traducción: Maximiliano Olivera
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