La película de 1924 de Yakov Protazanov basada en la novela de Alexei Tolstoi.
El cine soviético que se podía ver en los 80 estaba petrificado. Ir de joven a una sala en el centro a ver esas películas podría dar cierta idea de pertenencia al universo comunista o, en el mejor de los casos, cierto roce con teorías y películas que fueron de vanguardia en los primeros años de la revolución y el cine. Sea cual fuera el motivo lo cierto es que se podían ver los “clásicos” o las películas soviéticas contemporáneas de aquellos años que de la revolución ya no tenían nada.
Mucho tiempo después he podido acceder a varios films que no llegaban a estas pampas por asuntos de distribución o estaban condenados al ostracismo de aquello que fue “dado de baja”. Entre esos films está Aelita, la reina de Marte. Película de ciencia ficción del 24, en la que podemos intuir algo del debate ideológico de aquellos años con imágenes que por momentos adquieren “carácter documental”, junto a hermosos decorados y vestuarios propios de las vanguardias constructivistas. Solo por ver esos aspectos vale ver la película. Pero como si fuera poco la idea de la revolución en Marte y la crisis de la NEP son asuntos que visto desde hoy invitan a reflexionar sobre los primeros años del país de los soviet.
Aelita, que estuvo pensada para ser “la película” propagandística del nuevo régimen perdió, un año después, su sitio ante El acorazado Potemkin por varios motivos. Algunos justos y otros no tanto y aquí entra todo un debate sobre cine y masas que dejo para quienes comparen una y otra película.
Un asunto se presenta a quien hoy la mira y es el poder de lo sugerido por quienes armaron, queriendo o no, esta película que anticipa no ya el socialismo en la galaxia, sino asuntos como la burocracia y el Estado represivo del PCUS.
Este film es una transposición de una novela del conde Alexei Tolstoi, pariente lejano del viejo León Tolstoi. No se la pierdan.
Colaboración de Alfredo Fonticelli
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