El pasado 11 de noviembre en el Museo de la Cárcova, Sandra Torlucci renovó su mandato como rectora sin oposición y a espaldas de les estudiantes.
Meli Awantia @meliawantia
Miércoles 24 de noviembre de 2021 22:18
El jueves 11 de noviembre se dio en el Museo de la Cárcova la asamblea universitaria de la UNA. Lo que supuestamente es el máximo órgano de democracia universitaria, fue un circo (y no de los que nos gustan a los artistas).
¿Qué pasó?
La Asamblea Universitaria donde se elige la nueva conducción de la universidad para el mandato 2021-2025, se dio a espaldas de la gran mayoría de la comunidad educativa: lxs estudiantes.
La idea central de una elección "democrática", en este caso de Rectora, es valga la redundancia, elegir entre distintas propuestas. Ese no fue el caso el jueves pasado, ya que la única lista era la de la actual rectora de la universidad nacional de las artes, Sandra Torlucci y la vicerectora Diana Piazza.
Pero ahí no para el cuento, cuando les consejeres estudiantiles llegaron al museo les fue comunicado que la elección iba a ser nominal. ¿Qué quiere decir esto? En una urna transparente iban a figurar los votos, con nombre y apellido de les consejeres departamentales, donde únicamente se podía votar a favor o en blanco, el voto en contra iba a ser considerado imputado. Lo que significa que no había posibilidad de mostrar un verdadero descontento ante la fórmula de la gestión, algo totalmente antidemocrático.
Mientras les amigues de Sandra daban discursos y contaban anécdotas sobre los últimos 6 años bajo su gestión, les representantes estudiantiles discutían qué hacer. No había que ser un adivino para saber que el resultado de ese acto iba a ser que la gestión de Torlucci continuara. Les consejeres estudiantiles independientes y de izquierda definieron dar sus respectivos discursos, explicando por qué no apoyaban a la rectora y vicerectora, y luego de presentar sus argumentos abandonar el recinto y no votar. Así fue que hicieron todes les representantes estudiantiles de todos los departamentos, salvo la consejera estudiantil de tu eterno chicharrón (puebla ex nuevo encuentro), Catalina Refi. Bajo la excusa de que “votar en contra significa, en definitiva, votar por una universidad sin conducción” y que su voto iba a ser con la esperanza de que los tiempos que vengan sean con escucha y consideración para les estudiantes. Demostrando así una vez más que no son independientes de la gestión universitaria.
En medio de este ’circo democrático’ parece invisibilizado el hecho de que les estudiantes, la mayoría de la universidad, en las decisiones de la institución contamos con una participación mínima y anecdótica.
Cursar en Pandemia
Durante la pandemia cursar se volvió una odisea. No sólo las decisiones de cursada fueron tomadas unilateralmente y sin consultar por la gestión, cuando los que realmente sabemos cuál es la mejor forma de enseñar y aprender somos docentes y estudiantes, sino que la histórica falta de presupuesto se sintió más que nunca. Ante la falta de cupos, se implementó un programa de becas que fue casi imperceptible en las cursadas mientras veíamos a nuestros compañeres dejar la facultad. Incluso, al inicio de la pandemia vimos a algunos docentes pagar una cuenta de zoom de sus propios bolsillos para que no se corte la clase cada 40 minutos.
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El contexto de crisis, de ajuste por parte del gobierno de AF de la mano del FMI, no hizo más que profundizar la precarización que vivimos los jóvenes, artistas y trabajadores de la cultura. Ante estas problemáticas, la respuesta de la gestión no sólo fue insuficiente, sino que hasta felicitó públicamente al gobierno por el pago de millones a fondos buitres, y se ensalza celebrando cómo crecen sus cursos de extensión, dentro del ámbito privado, lo que nos dice mucho realmente a quiénes está orientada la universidad bajo la gestión de Sandra Torlucci.
Además de repudiar esos dichos, en una situación como la de hoy, con la policía envalentonada que mató a Lucas González en Barracas, y reprimió con balas de plomo a los mapuches matando a Elías Garay, no podemos pasar por arriba también sus silencios. Mientras que durante el macrismo se pronunciaron por la aparición de Santiago Maldonado y contra Patricia Bullrich, hicieron la vista gorda frente a la desaparición durante la cuarentena de Facundo Castro y el reciente caso de gatillo fácil de Lucas Gonzales. Nos preguntamos, ¿acaso solo van a defender los Derechos Humanos y se repudia el accionar de las fuerzas represivas cuando se es oposición?
Mientras la gestión de la universidad muestra puertas afuera una imagen progresista, puertas adentro administran y aceptan el ajuste hacia la educación pública y las artes. Conformándose con presupuestos de miseria y priorizando cada vez más los cursos de extensión privados para fortalecer una “caja chica” autónoma, priorizando una política de privatización.
De dónde venimos y a dónde vamos...
El año está terminando, pero vamos hacia un regreso a clases en una situación delicada, con una crisis que se profundiza, y les estudiantes, históricamente, somos actores de esta realidad. Desde Contraimagen creemos que más que nunca tenemos que pelear por la organización estudiantil desde las bases, que es la única forma de incidir en las decisiones de la facultad y en la realidad. Seguimos peleando porque la educación sea un derecho, porque nadie se quede sin cursar.
Las autoridades universitarias y el gobierno nacional plantean un esquema de vuelta a la presencialidad que implica un “sálvese quien pueda” o “vuelva el que pueda”, mientras la realidad de los jóvenes hoy es aún más crítica que previa a la pandemia. Las cifras del INDEC muestran que el 40,6 % de las y los argentinos se encuentran por debajo de la línea de la pobreza y 4.9 millones de personas se encuentran bajo la línea de indigencia. Estos datos muestran la gravedad de la situación social y económica en nuestro país, ¿Cómo se puede pensar en una Universidad que sea realmente de acceso masivo, gratuita y pública en un país con el 40 % de pobreza?
Bajo el modelo de la Ley de Educación Superior, en los últimos años se configuró un modelo basado en el sostenimiento de una universidad masiva pero ahogada presupuestariamente y, por ende, reproductora de una creciente precarización (que se expresa en el cierre de comedores, en que no brindan becas, en la existencia de miles de docentes ad honorem y en la casi nula inversión edilicia). Bajo este esquema también tomaron forma los modelos de las actuales conducciones de los centros de estudiantes dirigidos por la Franja Morada y el peronismo que, en vez de exigir al Estado que garanticen los derechos básicos para los estudiantes, basan su actividad en la gestión de los buffets y fotocopiadoras. Se tapan los ojos y la boca frente al ajuste creciente en nuestra educación y han sido los grandes ausentes durante estos dos años, mientras la situación de los estudiantes y docentes empeoraba.
Con la pandemia, tanto las autoridades universitarias como el propio gobierno nacional profundizaron una orientación que continúa este camino en nuestras universidades.
Las decisiones que se tomen de acá en más tienen que ser en favor de les estudiantes, de que nuestra universidad no se vuelva un espacio de élite donde solo puedan cursar les de cierta clase social. Esto no podemos esperar que venga motu propio de parte de Torlucci ni del Gobierno. Mucho menos en un contexto de ajuste que se agudizará de la mano del FMI y de una renegociación de la deuda. Por lo tanto, quienes tenemos que salir a pelear estas decisiones somos nada menos que les estudiantes y ante lo antidemocrático del régimen, para que los estudiantes nos hagamos escuchar tendrá que hacerse con la máxima de las democracias. Es decir, desde las bases, desde los centros de estudiantes y con métodos asamblearios. Salgamos a pelear por un presupuesto acorde a nuestras necesidades, que solo puede financiarse dejando de pagar la deuda. Que permita tener becas integrales para todo aquel que lo necesite, para garantizar acceso a dispositivos y conectividad, con jardines materno/parentales en todas las unidades educativas, para comedores, albergues, por salarios y condiciones para docentes y no docentes, por la plena implementación del boleto educativo gratuito, por amplitud de la franja horaria para que no tengamos que elegir entre laburar o estudiar y por cupos para todes.