El recorte presupuestal del 2017 que contempla a Pemex, los bajos precios del crudo a nivel internacional y la deuda cada vez más creciente, hacen que la “solución” apunte al recorte de casi 9000 puestos de trabajo. Contradictoriamente, hay un aumento en puestos directivos bien remunerados.
Viernes 23 de septiembre de 2016
El escandaloso recorte al gasto público proyectado para el 2017 de por lo menos 12,000 millones de dólares, cae principalmente en la paraestatal Pemex; para ser más exactos, el 42% del recorte, va enfocado a la petrolera.
El ajuste, como siempre, tiene en la mira plazas de la base trabajadora petrolera. Los 9,000 puestos de trabajo se irán restando entre cancelación de plazas de trabajadores jubilados, “retiros anticipados” y despidos a trabajadores fijos y temporales. Contradictoriamente, los puestos ejecutivos superiores aumentarán, casi 100 nuevos puestos entre directores, subdirectores y gerentes se abrirán para el 2017.
En lo que va de la reforma energética, Pemex ha perdido poco más de 36 mil puestos de trabajo y su deuda ha ascendido a 160.000 millones de pesos, sus pérdidas, solo del año pasado son de 36.000 millones de pesos y ha enfrentado duros recortes, en 2015 por 62.000 millones de pesos y el de este año de 100.000 millones.
En el marco de un precio del crudo que a nivel internacional no sube, se anuncia un recorte con el cual, 9,000 familias quedarán en la calle. Frente a esto, el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), con Romero Deschapms a la cabeza, no solo omite decir cualquier cosa en contra de los despidos, sino que hacia dentro es la primera traba con la que los trabajadores deben enfrentarse.
El STPRM con una dirección charra encima ha sido clave para garantizar la subordinación de la base trabajadora. El Comité Ejecutivo General (CEG) del sindicato enfrenta duros escándalos como el ocultamiento de recibos de pago, notas de venta o comprobantes fiscales de recursos públicos destinados al apoyo económico al CEG. Gastos que contemplan: viajes y apoyo para actividades culturales y deportivas así como gastos derivados de las revisiones anuales del Contrato Colectivo de Trabajo, cuestión que hace ver las enormes corruptelas que se dan en las más altas esferas del sindicato, mientras los trabajadores pagan la crisis de Pemex.
Las 9,000 familias petroleras no tienen por qué pagar la crisis, frente a la amenaza de despido, los trabajadores petroleros tienen que movilizarse. La fuerza de uno de los gremios más importantes de México puede tirar, en primer lugar al charro Romero Deschamps y recuperar su sindicato para ponerlo al servicio de su lucha.
Frente a la amenaza a nueve mil puestos de trabajo, los trabajadores petroleros tienen que responder contundentemente con la huelga, hasta parar los despidos, sólo la fuerza de los trabajadores es capaz de pararle la mano al régimen que hoy se apresta a descargar su crisis en nuestros hombros.