Las empresas de salud privada ganaron en el último trimestre de 2019 el equivalente al presupuesto de salud pública de todo el año. Aún así reducen salarios, precarizan a sus trabajadores, reciben subsidios estatales y ponen en peligro la atención de sus afiliados. El caso paradigmático del Hospital Italiano en la zona oeste del GBA.
Jueves 7 de mayo de 2020
La frase del título pertenece a uno de los trabajadores del Hospital Italiano de San Justo, es que saben que para el directorio del Hospital las ganancias están por encima de la salud de sus propios afiliados y de quienes allí trabajan.
Es que cuando la salud es un negocio, los peligros se multiplican para la población y los trabajadores de la salud. Se multiplican tanto o más que las ganancias que viene acumulando el grupo empresario que dirige este Hospital que cuenta con varias sedes, consultorios externos, prepagas y ha absorbido la atención de gran parte de las obras sociales de la zona oeste del conurbano bonaerense. Un fuerte contraste con un sistema de salud pública que no da abasto para atender a los millones de personas que allí habitan.
El negocio de la salud en manos empresarias
Mientras los grandes empresarios de la medicina privada se niegan a que los hospitales y clínicas se pongan a disposición de toda la población - como sucedió con Belocopit de Swiss Medical - los afiliados de las prepagas abonan fortunas mes a mes por un servicio sin control y de dudosa cobertura.
Desde La Izquierda Diario venimos denunciando no solo la situación de la salud pública sino también - algo que se profundizó estas últimas semanas - la situación de los trabajadores y trabajadoras de la salud privada.
Desde falta de elementos de protección personal y protocolos que generan contagios masivos, hasta la rebaja salarial de personal que no solo es esencial sino que está en la primera línea de la batalla contra lo que este gobierno denomino el “enemigo invisible”. Parece que buscan que los trabajadores de salud de todos los frentes vayan a la guerra, pero solo con aplausos.
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En el caso de la medicina privada un puñado de empresarios sólo en el último trimestre del año 2019 obtuvieron ingresos similares a todo el presupuesto anual destinado a la salud pública para ese mismo año. La voracidad capitalista que este contexto se convierte en un crimen social.
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Es el caso del Hospital Italiano. Una emblemática institución médica desde hace más de 200 años que, además del Hospital ubicado en el barrio de Almagro, cuenta con una red de centros asistenciales en varios barrios de CABA, a los que se suma una sede de alta complejidad en San Justo que estos últimos 4 años no ha parado de crecer: se construyeron dos nuevos quirófanos, se cuadruplicó la Terapia Intensiva y el centro de Diagnóstico por Imágenes, se multiplicaron los consultorios externos.
El grupo empresario cuenta también con otras sedes de consultorios en Ramos Mejía, Morón, San Isidro, San Martín y Lomas de Zamora. Con toda esta infraestructura, han absorbido la atención de obras sociales y prepagas de toda la amplia zona oeste del conurbano bonaerense.
También gestiona una prepaga llamada "Plan de Salud" con un alto crecimiento de afiliados. Son planes de atención con costos que van desde 15 a 30 mil pesos de acuerdo al grupo familiar o edad del paciente. Entre la población que asiste, cuenta con una cifra aproximada de 15 mil afiliados que superan los 65 años.
Según Cesar Latorre, delegado de la Junta Interna, en diciembre de 2019 la facturación mensual de la empresa era de aproximadamente unos 1400 millones de pesos. Teniendo en cuenta, además, el beneficio que obtuvieron del aumento de sus cuotas en los últimos 3 años que llegaron a un 300% de su valor.
Si tomamos los parámetros de la OMS, la cantidad de camas con respirador deben ser 9 cada 1000 habitantes. Entonces si consideramos que posee 32 camas que cuentan con respirador, queda al descubierto con esta pandemia que no han invertido el dinero necesario para atender siquiera las demandas de sus afiliados.
Condiciones de trabajo
Con un total de 14 mil empleados entre planta, contratados, monotributistas y tercerizados hoy es la más grande empresa de salud del país. Pero toda esa masa de riqueza no impidió que en el día de ayer los médicos monotributistas recibieran una carta donde el hospital le comunica que van a ser afectados sus salarios en un 12 por ciento. A esto se suma un descuento que llega hasta el 18 por ciento dependiendo del servicio al cual pertenece.
La situación se agrava con lo que cuenta el mismo Cesar Latorre: "cuando fuimos a consultar con fuentes ministeriales, descubrimos que alrededor de 2000 médicos se encuentran bajo la modalidad de monotributo". Es decir, sin una obra social, ni posibilidad de descansos pagos, ni estabilidad laboral.
A lo que se suma un dato escandaloso: la mitad de los sueldos del personal van a ser abonadas por el Estado que acepto salir en su auxilio, como vemos en la carta que aquí adjuntamos.
Ese dinero que podría ser utilizado para disponer de un sueldo para los sectores desocupados y sin ingresos va a parar a las arcas del comité de accionistas del Hospital Italiano. Una empresa que claramente no está en crisis, y si mostraran sus libros contables aparecería la estafa que están cometiendo.
En este marco, los trabajadores de la salud de la medicina privada y de la pública han comenzado a denunciar los atropellos que sufren. Pero también la situación en la que se encuentra la sanidad a nivel nacional que claramente no llega ni de cerca a ser suficiente para hacerle frente a una enfermedad que en 2 meses ya lleva más de 250 mil muertes a nivel mundial.
Una salida que considere a la salud como un derecho y no como un negocio
Un plan racional que prepare a los trabajadores de la salud de todos los niveles para hacerle frente al pico de la pandemia, tiene que ir de la mano de afectar las ganancias de los empresarios y unificar todos los recursos; privados, de obras sociales sindicales y de la salud pública con una información precisa sobre cuántos respiradores existen en cada región, en cada intendencia de cada provincia, y cuáles son los faltantes en relación con la población que cada centro sanitario tiene como radio.
Es necesario que desde la organización que se den los trabajadores de la salud, unificando lo público y privado, se construyan redes de información que se actualice día a día para que no haya un solo respirador sin paciente ni paciente sin respirador.
Y que esa red contemple la situación en cada centro de los trabajadores de salud con respecto a los EPP y el número de infectados de trabajadores para distribuir racionalmente el capital humano.
Los trabajadores que están en la primera línea son los que conocen que necesitan ellos y los pacientes. Tiene que organizarse en comités junto a los familiares de los pacientes contagiados para garantizar que se cumpla con la atención necesaria.
Para impedir que sean la crisis y la falta de insumos quienes tengan que decidir en el pico de la crisis si una paciente mayor de edad tiene que quedarse sin atención frente a otro de menor edad y con más expectativas de vida como sucedió en Italia.