Las agrupaciones Contracorriente y Pan y Rosas, que venimos de impulsar la huelga por Palestina, de organizar brigadas de voluntarios a Valencia, de movilizarnos contra los recortes en educación y luchar por una vivienda digna, etc. celebramos en las próximas semanas encuentros en varias ciudades del Estado para poner en pie una gran juventud socialista y revolucionaria que haga frente a la crisis de este sistema, el fracaso del reformismo y el crecimiento de la extrema derecha.
Miércoles 27 de noviembre
La célebre frase de Rosa Luxemburg "socialismo o barbarie" se vuelve más actual que nunca. El genocidio en Palestina, el crimen social de la DANA, la crisis de la vivienda, el militarismo imperialista y el crecimiento de la extrema derecha machista y racista son una muestra. Si el capitalismo solo nos ofrece precariedad, guerras y una crisis climática que amenaza la vida humana, la tarea más urgente de la juventud no puede ser otra que acabar con el capitalismo para construir una sociedad radicalmente diferente, libre de explotación y opresión. Contra la derecha que trata de desviar el malestar a salidas reaccionarias, frente a los gobiernos que se llaman progresistas mientras hacen políticas de derecha y tratan de desmovilizar nuestras luchas, quienes nos organizamos en Contracorriente confiamos en que solo con las fuerzas de la clase trabajadora, la juventud y los sectores oprimidos podemos dar la pelea por un futuro que merezca la pena ser vivido.
¿Cómo enfrentamos las nuevas crisis y guerras que nos anuncia el siglo XXI? ¿De qué hablamos cuando hablamos de socialismo? ¿Qué estrategia necesitamos la clase trabajadora y los colectivos oprimidos para vencer? ¿Es posible una revolución que dé salida a los problemas estructurales? ¿Cómo combatimos a la extrema derecha? ¿Cómo salir del círculo entre movilizaciones y su desvío por proyectos reformistas que acaban gobernando para los grandes capitalistas como hacen Sumar o Podemos? Estas son algunas de las cuestiones que queremos abordar en los encuentros.
Es hora de organizar la rabia y de pelear por una alternativa socialista y revolucionaria
Porque merecemos mucho más que este sistema. La crisis de la DANA ha demostrado lo que la comunidad científica y el movimiento ecologista llevaba décadas denunciando: la crisis climática es parte del presente. 219 muertos, casas y calles destruidas... Esos son los efectos, pero las causas y los culpables también están muy claros: es un crimen social capitalista. Por un lado, el gobierno del PP con Mazón a la cabeza ignoró las alarmas de la AEMET, no avisó a tiempo a la población para que los negocios siguieran funcionando y desmanteló un año antes los servicios de emergencia. Por otro lado, el gobierno central tampoco dio ninguna respuesta, aunque tenían la información desde hacía días. Las empresas como Mercadona o Ikea obligaron a ir a trabajar a sus empleados y la ministra de trabajo lo permitió. Tanto el negacionismo climático de la extrema derecha, como la política del "capitalismo verde" que promueven tanto neoliberales como progresistas, se traducen en la misma inacción ante la crisis climática. Porque, ¡si el capitalismo destruye el planeta, destruyamos el capitalismo!
Nos organizamos también porque nos negamos a ser testigos del genocidio que sufre el pueblo palestino en manos del estado de Israel, con el apoyo de las potencias imperialistas. Más de 40.000 muertos, un millón de desplazados y la mitad de la población con riesgo de morir de hambre. Mientras, nuestro gobierno, que se hace llamar “progresista”, sigue manteniendo las relaciones comerciales, militares y diplomáticas con Israel. Fuimos miles de estudiantes en todo el Estado que participamos en las acampadas, manifestaciones y acciones por Palestina mostrando que no confiamos en las palabras vacías de este gobierno cómplice y seguiremos luchando por imponer la ruptura definitiva de todas las relaciones con Israel, tanto del gobierno como de las universidades. ¡Basta de genocidio en Palestina! ¡Ruptura total de relaciones económicas, diplomáticas y militares! ¡Basta de complicidad de este gobierno!
Si a esto le sumamos la escalada de la guerra en Ucrania, con los gobiernos de los países imperialistas europeos y de EEUU incentivando un conflicto más directo con Rusia, queda claro que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Hay que denunciar la escalada militarista, de rearme, que solo promete a la clase obrera de los diferentes países del mundo, nuevas carnicerías, así como el rol de nuestro propio gobierno, un gobierno imperialista, miembro de la OTAN, que mantiene la criminal política en las fronteras, la política asesina contra los migrantes en el Mediterráneo y la racista ley de extranjería. ¡Ni Putin, ni OTAN! ¡Basta de presupuestos militaristas! ¡Por la apertura de las fronteras y el fin de las leyes racistas y los CIEs!
Los desastres naturales, las guerras y las crisis que genera cíclicamente este sistema vienen acompañados de un empeoramiento de la vida de la clase trabajadora y la juventud, tanto en sus condiciones materiales de vida, salud mental, como en un retroceso en derechos. Lejos de vivir mejor que nuestros padres, vivimos peor, con salarios más bajos y ninguna estabilidad, sin poder independizarnos por el desorbitado precio de los alquileres. Mientras los bancos, los fondos buitre y los grandes tenedores viven de lujo a costa de llevarse más de la mitad de nuestro salario, la clase trabajadora no podemos acceder a una vivienda digna. Un derecho tan básico como tener una casa en la que vivir se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos para los de siempre. Pero como cientos de miles de personas gritamos en las pasadas manifestaciones por la vivienda en decenas de ciudades por todo el estado: ¡Se acabó! Mientras la ministra de vivienda llamaba a la “solidaridad de los caseros” sin tomar ninguna medida efectiva para bajar los alquileres, somos los y las trabajadoras, los y las jóvenes las que nos estamos organizando en cada barrio, las que llenamos las calles y las que ponemos los cuerpos para parar desahucios. Porque, como han demostrado con la DANA, para este gobierno es más importante la propiedad privada de los bancos y grandes tenedores que nuestras vidas. ¡Bajada inmediata de los alquileres para que no supongan más del 10% de nuestros salarios! ¡Expropiación de todos los pisos vacíos en manos de los bancos y fondos buitre! ¡Paralización de todos los desahucios!
Como ha pasado en muchos otros momentos de la historia, el empeoramiento en nuestras condiciones de vida ha venido acompaño de un cuestionamiento de nuestros derechos y de una vuelta a “los valores tradicionales”. Las mujeres, las personas migrantes y racializadas y el colectivo LGBT vemos cómo volvemos a estar en la diana de los discursos de odio, cómo la extrema derecha de Milei y Trump conquista nuevas posiciones en todo el mundo y pretende avanzar en el Estado español de mano de Vox o Alvise y cómo nuestros derechos lejos de ampliarse vuelven a ser cuestionados. Les oprimides de todo el mundo debemos de organizarnos contra aquellos que pretenden volver a encerrarnos en el armario o en casa, pero con plena independencia de clase de aquellos gobiernos que utilizan nuestras luchas para encubrir políticas imperialistas y neoliberales y que precarizan igualmente nuestras vidas, por mucho que se abanderen de ser los defensores de nuestros derechos. ¡Ningún derecho ha sido conquistado sin luchar, ningún derecho está a salvo en este sistema capitalista cisheteropatriarcal! ¡Contra la reacción, no nos vale el mal menor! ¡Queremos vivir libres de opresión y explotación!
En la actualidad dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a sobrevivir en un mundo que no hemos elegido: sometidos por el trabajo, el patriarcado, la represión del Estado… vivimos una sociedad en la que se mutilan todos los aspectos de nuestra vida que no son “productivos” para el capital, en la que la juventud soportamos todo tipo de opresiones y trabas humillantes, se persigue nuestro ocio, únicamente nos ofrecen estudios que solo sirven para ser carne de cañón de los capitalistas y contratos basura. Frente a ello la lucha por la revolución y por una sociedad socialista, es una lucha por nuestro propio futuro. Es la lucha por un mundo en el que el conjunto de la sociedad decida cómo tiene que ser organizada la sociedad y la producción para satisfacer todas las necesidades sociales y más, por el fin de las guerras, de la explotación y toda forma de opresión. En una sociedad así, en la que la producción social responda a un plan racional, podríamos disponer de cada vez más tiempo de ocio para poder desarrollarnos libremente, aprender, estudiar, ser creativos, divertirnos, conocer la naturaleza, tener una vida sexoafectiva plena, es decir, desarrollarnos plenamente.
Lenin, el gran dirigente de la revolución rusa, definió la época que vivimos como una época de crisis, guerras y revoluciones, la época imperialista. Ya hemos visto las crisis y las guerras y, aunque aún no la revolución, sí importantes movilizaciones y revueltas ya que las condiciones cada vez más miserables a las que nos lleva el capitalismo desatarán inevitablemente luchas y resistencias y, finalmente, revoluciones. Pero su triunfo no está predeterminado. Al contrario: la victoria es, como decía Trotsky, una tarea estratégica. Y construir una organización revolucionaria que pelee por que las fuerzas de la clase trabajadora, en alianza con los sectores oprimidos, no sean ni desviadas ni derrotadas es la tarea que nos proponemos.
Desde Contracorriente y Pan y Rosas, peleamos por construir una alternativa política socialista y revolucionaria ante la crisis del sistema, el fracaso del reformismo y el ascenso de la extrema derecha. Sacando lecciones de los procesos revolucionarios del siglo pasado y de las grandes revueltas y movilizaciones de nuestro siglo e interviniendo en el movimiento estudiantil, en los movimientos sociales y en la lucha de la clase trabajadora, nos preparamos para los combates que vendrán, para que la clase obrera pueda vencer.
Porque sabemos que una organización revolucionaria no se construye en el vacío ni al margen de los grandes padecimientos que afectan a nuestra clase, al revés, se forja en sus principales combates. Por eso hemos formado parte e impulsado las principales luchas que han atravesado a la juventud en el último periodo, en las acampadas y huelgas por Palestina, ante el crimen social de la DANA, la crisis de vivienda y apoyando las luchas de los trabajadores de la salud, sanidad, Inditex… Siempre aportando una perspectiva revolucionaria contra el capitalismo y apostando por una salida socialista.
¿Cómo hemos llegado aquí?
El neoliberalismo durante varias décadas prometió un capitalismo sin crisis, implantando el sentido común de que la clase obrera ya no existía, proclamando el “fin de la historia”, el fin de la lucha de clases. Esto no habría sido posible sin la desmoralización que dejó sobre generaciones de luchadores y luchadoras la caída de la URSS. La degeneración burocrática de la Revolución rusa llevó a la derrota de la primera revolución obrera triunfante de la historia. Los dirigentes de la construcción del “socialismo en un solo país” se convirtieron en grandes empresarios y oligarcas, que terminaron restaurando el capitalismo. Mucho tiempo ha pasado desde entonces. Y a pesar de los que dieron por finalizada la época de la revolución social, la crisis capitalista de 2008 rompió con toda ilusión de que el capitalismo no tendría más crisis.
Desde entonces han tenido lugar diferentes procesos de revueltas a nivel internacional que han mostrado que “no todo está en calma”, que la clase obrera y los pueblos oprimidos se rebelan contra la explotación y la opresión. Y sin embargo también ha mostrado cómo estos procesos no se convierten de forma espontánea en auténticas revoluciones. Esto se debe a que en los procesos de ascenso de la lucha de clases hasta el momento han sido desviados y “capitalizados” por todo tipo de proyectos reformistas, impidiendo que el descontento termine quebrando al Estado burgués. Los proyectos neorreformistas como Podemos prometieron que con su llegada a los gobiernos se podría tratar de conseguir algunas de sus reivindicaciones. Sin embargo, se han limitado a reformas cosméticas, sin realizar ninguna reforma estructural que permita cumplir con las reivindicaciones de las mayorías populares. Así sembraron la desilusión y le abrieron el camino a la derecha. Y no podía, en realidad, ser de otra forma, ya que la propia desmovilización que va de la mano del desvío de la lucha hacia las instituciones y la gestión de un Estado capitalista e imperialista impide desarrollar la lucha de clases, la única fuerza social capaz de imponer al Estado cambios profundos.
En el Estado español esto lo vimos con el 15M, la crisis de 2008 derivó en una enorme crisis política y social que puso en jaque a todos los partidos capitalistas, abriéndose un ciclo de luchas que mostraba la indignación contra el régimen político, la monarquía y sus partidos. La cuestión nacional volvió a escena con la rebelión del pueblo catalán por su autodeterminación. Pero este ciclo no llevó a la caída del régimen, sino que culminó con un gran desvío hacia la vía institucional y una fuerte represión de parte del Estado al movimiento democrático catalán. En ese momento, tanto burocracias sindicales como las principales organizaciones políticas de la extrema izquierda contribuyeron a este desvío. Podemos canalizó el descontento hacia la estrategia de que era posible reformar un régimen profundamente conservador como el monárquico e imperialista Estado español y desviando la lucha en las calles a votar cada cuatro años. Solo para que años después entraran a gobernar con el PSOE. Sumar es solo su versión más degradada.
¿Había alternativa? Sí, la había. El contexto de politización y radicalización podía haber confluido con las herramientas de la clase trabajadora, como la huelga, haberse organizado en grandes asambleas en los centros de trabajo y estudio y haber golpeado como un solo puño por una salida radicalmente diferente. El problema estratégico fundamental es si existe una organización que plantee una perspectiva de lucha e independencia de clase con la suficiente fuerza para que no se produzcan más desvíos. Esa organización revolucionaria no cae del cielo y su existencia es clave para las próximas movilizaciones que vengan. Cómo construirla es algo que también queremos discutir en el Encuentro.
Por qué pelea Contracorriente y Pan y Rosas
Frente a los combates que vendrán es urgente fortalecer una perspectiva socialista y revolucionaria, para que las futuras revueltas y combates no sean desviados una vez más, sino que puedan avanzar en abrir procesos revolucionarios. Desde Contracorriente y Pan y Rosas, agrupaciones impulsadas por militantes de la CRT junto a independientes, luchamos por desatar la fuerza de la clase obrera ya que es la única clase que ocupa las posiciones estratégicas en la producción de forma que puede pararlo todo, pero también construir una sociedad sobre nuevas bases, reorganizando la producción de forma democrática, de acuerdo las necesidades sociales y en armonía con la naturaleza. Es decir, una sociedad socialista.
La clase obrera es clave para derribar el capitalismo y lograr avanzar hacia una sociedad socialista, y la juventud, las mujeres, las migrantes tienen un papel fundamental. En mayo del 68 miles de estudiantes salieron a las calles de París despertando a millones de trabajadores franceses que días después terminaron paralizando el país. La lucha del movimiento estudiantil y la juventud trabajadora puede ser la chispa que encienda la pradera. Peleamos por tanto por la autoorganización de les estudiantes y por la unidad con los trabajadores, ya que es esta la forma de impedir que los diferentes movimientos en los que intervenimos los estudiantes de universidad, institutos y FPs sean dirigidos desde arriba por las burocracias de los sindicatos y de los movimientos sociales, y queden limitados a luchas parciales impidiendo una lucha de conjunto y decidida contra el Estado y los capitalistas. Un humilde ejemplo son los comités de acción en solidaridad con Palestina que impulsamos junto a otras organizaciones durante el último año, para desenmascarar el rol criminal de nuestras universidades, pero también del gobierno del PSOE y Sumar. También lo son las brigadas solidarias con Valencia de voluntarios estudiantes y trabajadores que impulsamos junto a sindicatos de izquierda para llevar la solidaridad de clase ante la catástrofe. ¡Abajo el gobierno de Mazón! ¡Juicio y castigo a todos los responsables políticos, incluido el gobierno central, y patronales!
Defendiendo allí donde estamos la autoorganización en grandes asambleas, de forma democrática, y peleando por la unidad obrero estudiantil, tratamos de construir fracciones revolucionarias en nuestros centros de estudio y de trabajo. Peleamos por solidarizarnos y coordinar las luchas de estudiantes y trabajadores. Peleamos por expandir las ideas del marxismo revolucionario en la universidad. Contra la casta de rectores, decanos, burócratas, catedráticos… que son cómplices de la privatización de la educación pública. Peleamos porque los centros de estudio no sean burbujas separadas de los graves problemas sociales que desencadena el capitalismo y porque estudiantes, investigadores, profesores y trabajadores seamos una punta de lanza en el cuestionamiento del imperialismo, el patriarcado y el capitalismo. Peleamos, así, porque universidades e institutos sean de nuevo espacios al servicio de desarrollar la lucha de la juventud y, como hicieron los estudiantes del Mayo del 68, pasar del cuestionamiento de la universidad de clases al cuestionamiento de la sociedad de clases.
Las compañeras de Pan y Rosas peleamos igualmente allá donde estamos por un feminismo socialista, de la juventud y de las mujeres trabajadoras, porque el sector más precario de la clase obrera son las mujeres, muchas de ellas racializadas y migrantes. Los reformistas también desviaron un enorme movimiento de mujeres que paralizaba el país todos los 8M y que, incluso, trató de avanzar organizando poderosas huelgas. En nuestra opinión, la fortaleza del movimiento de mujeres y disidencias sexuales no reside en su integración en los ministerios, como quiso hacer creer Podemos, tampoco en la justicia patriarcal y el sistema penal; sino precisamente en la lucha contra el machismo, el racismo o la LGTBfobia que divide a les trabajadores. Un feminismo que es combatido por todos los empresarios (y empresarias) que no quieren despertar la lucha de clases. Imaginemos la enorme fuerza del movimiento de mujeres si en vez de ser pasivizado por la llegada de Podemos al gobierno, se hubiera radicalizado, adoptando una perspectiva anticapitalista y antiimperialista. Desde Pan y Rosas luchamos desde ya por acabar con el patriarcado, la transfobia, la LGTBIfobia y el racismo que sufren los sectores más precarios de la clase obrera, son estos sectores quienes con más fuerza luchan por un mundo nuevo. ¡Basta de violencias patriarcales!
En un clima de intensificación de la represión estatal, luchamos por la defensa de todas las libertades democráticas y contra la represión como parte de la lucha por terminar con el Régimen del 78, la Monarquía y la herencia franquista que sigue en pie en forma del poder judicial, el ejército, la policía y todas las instituciones de esta democracia para ricos. Luchamos contra la represión policial, por la derogación integra de la Ley Mordaza, la libertad y el fin de los procesos judiciales a todas y todos los procesados y presos por luchar, la disolución de todos los tribunales y legislación de excepción como las Leyes Antiterroristas o la Audiencia Nacional; por terminar con el actual régimen penitenciario y las cárceles para pobres; por el juicio y castigo a todos los criminales de la dictadura que siguen vivos. En perspectiva, luchamos por la disolución de todos los cuerpos y fuerzas represivas.
Con el aumento de la extrema derecha y sus discursos de odio, también las personas migrantes y racializadas han sido objetivo de los grupos reaccionarios, como hemos visto con la criminalización y discriminación a las personas migrantes afectadas por el crimen social de la DANA por parte de la ultraderecha racista. Pero la clase trabajadora migrante y racializada sabemos que nuestra lucha contra el imperialismo que causa las guerras y hambrunas de las que huimos y el racismo institucional al que nos enfrentamos dentro de las fronteras europeas, no puede tener una salida por la izquierda institucional como Podemos o Sumar. Estos partidos no han tenido problema alguno en gobernar un Estado imperialista manteniendo la Ley de Extranjería, que nos condena a la exclusión y a los trabajos más precarios, y continuando la política criminal en las fronteras de la derecha. Es importante que las demandas antirracistas sean tomadas por el conjunto de la clase trabajadora, de la que las personas migrantes y racializadas son uno de los sectores más precarizados, porque solo una salida revolucionaria y socialista puede acabar con las opresiones de las que se aprovechan los capitalistas para mantener a la clase trabajadora dividida.
Por eso apostamos por construir una juventud antiimperialista, antirracista y que luche contra la opresión ejercida por el Estado español, la Corona y sus multinacionales en los países semicoloniales, contra sus intervenciones militares y el militarismo imperialista. Al mismo tiempo, defendemos el derecho a la autodeterminación de todos los pueblos del Estado español, en la perspectiva de construir gobiernos de trabajadores y una federación de repúblicas socialista ibéricas.
Estos combates no los damos sólo en el Estado español, sino que formamos parte de una red internacional con organizaciones hermanas en todo el mundo. Nuestros compañeros de la juventud del PTS en Argentina luchan en estos momentos por despertar la fuerza de los trabajadores, las mujeres y la juventud contra el gobierno de extrema derecha de Milei. Nuestros compañeros en Francia, organizados en Le Poing Levé, participaron de la lucha contra la reforma de las pensiones de Macron, impulsando importantes luchas obreras, y ahora enfrentan los cantos de sirena del reformismo de Melenchon y a la extrema derecha de Le Pen, por una alternativa de independencia de clase y construir un partido revolucionario. Nuestros compañeros de Left Voice en EEUU participan de la resistencia contra el gobierno de Trump, y enfrentaron la represión de Biden al movimiento propalestino. Nuestra red internacional de diarios digitales, Izquierda Diario, da cuenta de esta pelea internacionalista.
Son solo algunos ejemplos de lo que creemos que es fundamental: construir una alternativa socialista y revolucionaria, para terminar con la barbarie capitalista en todo el mundo. Y es por ello que, mientras damos estos combates, luchamos junto a nuestros compañeros trabajadores y trabajadoras de la CRT, por construir una organización socialista y revolucionaria, un partido revolucionario de trabajadoras y trabajadores. Una organización que, con la autoridad de haberse mantenido independiente de los partidos y gobiernos capitalistas, pero habiéndose fusionado con las luchas de los trabajadores, las mujeres, las migrantes, el movimiento LGBTI y la juventud, logre la fuerza suficiente para influir en los futuros procesos de la lucha de clases con una estrategia revolucionaria para que puedan vencer.
Somos internacionalistas revolucionarios. Por ello reivindicamos el legado del partido bolchevique de Lenin y Trotsky que, frente a los reformistas de su tiempo, frente a la guerra mundial, frente al imperialismo, el colonialismo y el patriarcado, demostraron que la clase obrera organizada democráticamente puede vencer y comenzar a construir una alternativa al capitalismo, el socialismo. Un objetivo que no solo está planteada a escala nacional sino internacional.
El desafío es construir y desarrollar una alternativa política anticapitalista y socialista que esté a la altura de esta gran tarea. Te invitamos a participar de los Encuentros que haremos en las próximas semanas donde discutiremos cómo seguir poniendo en pie una juventud socialista y revolucionaria que luche por esta perspectiva.