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Red Internacional
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COVID-19. ¿Es la población responsable de que sigan los contagios de COVID 19?

En medio de la "nueva normalidad", la responsabilidad parece un asunto individual. Pero, ¿qué hay detrás de los niveles de contagio en las colonias populares?

Lunes 1ro de junio de 2020

En tiempos de viajes espaciales privados, las salidas que se dan en la pandemia son las mismas usadas en el medievo. “Dos métodos milenarios que, por acción –la cuarentena masiva– y por omisión –la “inmunidad colectiva”–, fueron utilizados históricamente para contener la expansión de enfermedades contra las cuales la medicina carecía de recursos suficientes. Es sencillo entender la “falta de recursos” para enfrentar la plaga de Justiniano en el siglo VI pero, sin dudas, en el siglo XXI significa algo muy diferente.” (Matías Maiello)

La pandemia de COVID 19 llegó a México a fines de febrero. Como en la mayor parte del mundo, la principal medida que tomó el gobierno federal fue el distanciamiento social, responsabilizando a las personas de manera individual por la propagación o no de la pandemia. Al mismo tiempo que justificaba la escasa aplicación de pruebas de diagnóstico con “argumentos económicos”, contrariando las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para detectar y aislar efectivamente los brotes de contagio.

Los resultados están a la vista: hasta ayer (27 de mayo) eran 78,023 los casos de contagio confirmados (al menos 8 veces más los estimados) y 8,597 las defunciones por COVID 19 reconocidas oficialmente. A pesar de los optimistas pronósticos oficiales, la curva de contagios sigue lejos de “achatarse”.

¿Quiénes son los responsables?

La política oficial para enfrentar la pandemia ha propiciado el duro juicio de un sector de la “opinión pública” sobre las personas que no acatan el “Quédate en casa”. Así se ha expresado en redes, donde la fobia a los pobres (aporofobia) no se hizo esperar y se señala con especial encono a los habitantes de los barrios populares de Ecatepec, Iztapalapa, Gustavo A. Madero o Ciudad Nezahualcóyotl.

Sin negar que hay un sector de la población que puede ser incrédulo ante la enfermedad o que se resiste a acatar las disposiciones oficiales, ¿podemos atribuírle a ello el fracaso de los pronósticos del Dr. López Gatell (quien dijo que la curva de contagios comenzaría a “achatarse” en la primera quincena de mayo) y que la pandemia siga creciendo aceleradamente en nuestro país?

Tenemos otros datos

Veamos. Si consideramos las cifras de contagios en los municipios y alcaldías de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, efectivamente son Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Nezahualcóyotl y Ecatapec los que encabezan la lista con mayor número de contagios confirmados, con 2,319, 1,529, 968 y 943 respectivamente, hasta mediados de mayo. Lo que no se toma en cuenta es que también son parte de los municipios y alcaldías con mayor concentración poblacional.

Por lo que, si ponemos atención en la tasa de contagio (contagios/población) y no en el total de contagios por alcaldía o municipio, la valoración es distinta. Por cada 10 mil habitantes, Iztacalco registra 17.2 contagios, Miguel Hidalgo 14.5 y Tlalpan 13.6, mientras que Gustavo A. Madero e Iztapalapa ocupan el quinto y séptimo lugar respectivamente; Nezahualcóyotl y Ecatepec no figuran siquiera entre los primeros diez, posicionándose en los lugares 14 y 17 del listado, de acuerdo al análisis realizado por IMAE Matemáticas Consultores.

Estos datos desmienten el prejuicio de que son los barrios populares en los que se propaga más el virus y que ésto se debe a la necedad o ignorancia popular. En entrevista con uno de los especialistas del IMAE Matemáticas Consultores, éste explicaba que la propagación en Iztacalco puede estar relacionada con la cantidad de trabajadores que habitan en la alcaldía y que laboran en puntos de alto contagio, como el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México o la Central de Abastos. Es decir, el trabajo es un elemento clave a la hora de entender la tasa de contagio.

Más aún si consideramos que más de la mitad de la población económicamente activa en nuestro país labora en la “economía informal” o tiene trabajos precarios, además de que muchas empresas no suspendieron sus actividades a pesar de no ser esenciales, por lo que sus trabajadores no pudieron acatar la “cuarentena” para evitar contagiarse, sino que tuvieron que seguir laborando para poder llevar el sustento a sus familias.

La realidad es que al no haberse garantizado por parte de los diferentes niveles de gobierno e instituciones oficiales la suspensión efectiva de todas las actividades no esenciales, obligando a los patrones a otorgar licencias con salarios al 100% para todos sus trabajadores.

Al no otorgar apoyos equivalentes al costo de la canasta básica para que los trabajadores del sector informal pudieran acatar el “Quédate en casa” y al ser el país con la tasa más baja de la OCDE en la aplicación de pruebas de diagnóstico, no se podía esperar más que un “milagro” para frenar la propagación del virus, tanto en barrios populares como en colonias “fifís”. Aunque enfrenta la enfermedad y evitar la muerte, indudablemente, es distinto viviendo en Ecatepec que en las Lomas.