A 47 años del golpe cívico, militar y eclesiástico recogimos testimonios de quienes vivieron la dictadura como estudiantes en la Facultad de Ciencias Exactas de la UNC. Como en cada aniversario, es necesario reflexionar sobre las herencias que la dictadura dejó impregnadas en la sociedad.
Viernes 24 de marzo de 2023 14:10
Durante esta época las más diversas áreas resultaron afectadas en mayor o menor medida por las acciones represivas de las fuerzas militares en complicidad con el empresariado, con métodos como la tortura, las detenciones, las desapariciones, amenazas, entre otras. Es necesario destacar el rol de los empresarios, que participaron y se beneficiaron del golpe. Al conocido caso de Carlos Blaquier se sumaron muchas otras empresas que incluso brindaron espacios para albergar centros de detención, como lo hizo Fiat Córdoba .
Creemos que es preciso movilizarse en un nuevo aniversario del golpe por la actualidad que nos plantea esta pelea. Hoy en día la herencia de la dictadura se refleja, entre otras cosas, en el ataque a la educación e investigación pública recortando el presupuesto. En ese mismo sentido de enfrentar el ajuste tenemos que ser lxs estudiantes y profesionales quienes organicemos y planifiquemos la puesta de nuestro conocimiento no en función de los intereses de los grandes empresarios (como los que se beneficiaron en la dictadura) sino en función de las necesidades de las grandes mayorías.
Ahora bien, es importante recordar que previo al golpe de estado, se estaban desarrollando procesos abiertos de lucha de varios sectores, principalmente la juventud universitaria y el movimiento obrero, que impulsaron expresiones como el Cordobazo. En ese momento, la juventud universitaria se destacaba por una gran actividad militante, motivo por el cual hubo una gran persecución a estudiantes. Uno de los ejemplos es el estudiantado de la Universidad Nacional de Córdoba, el cual registra más de 200 desaparecidos.
No solamente eso, las universidades fueron intervenidas militarmente. El gobierno militar procuró disminuir la matrícula y el plantel docente, implementando la persecución ideológica y cesantías masivas, cerrando carreras y centros de investigación. Para ejercer la docencia se exigía “integridad moral y la identificación con los valores de la Nación” y se prohibía “difundir ni adherir a concepciones políticas totalitarias o subversivas”. Se instauró el arancel universitario, un sistema de cupos reducidos y exámenes de ingreso. Las universidades nacionales de Córdoba, Buenos Aires y La Plata perdieron entre un tercio y la mitad de sus estudiantes (1).
Son pocos los testimonios que relatan cómo fue estudiar en la universidad en estos años. Desde La izquierda Diario dialogamos con docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, que nos relataron cómo era estudiar, pensar, relacionarse, o vincularse como estudiantes en un momento histórico en donde todo acto de libre expresión y reflexión era considerado peligroso para el orden establecido.
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Alicia Sersic
¿Cómo recordás la política de la dictadura en la universidad, cómo te afectó personalmente?
Pasé la dictadura militar durante mis años de juventud, última etapa del secundario y toda la universidad. Fueron años oscuros, de silencios obligados. Regía el autoritarismo, el miedo y el control permanente en las calles, no se podía opinar libremente, no se podía circular sin documento ya que en cualquier lado y por cualquier motivo podía ser requerido por controles policiales o militares. Nos enfrentábamos a una actitud de ejercicio irracional del poder al que uno debía responder con sumisión si no quería problemas. Los muchachos no podían tener barba, o pelo largo para entrar a la facultad, ni siquiera usar pantalones cortos; personal universitario tomaba el rol controlador y disfrutaba imponiendo reglas que no sabíamos si eran reales o producto de sus caprichos exacerbados por el poder de control autoritario que se le había conferido; había censuras en películas, música y lecturas. El toque de queda inmovilizaba las ciudades por las noches; en la televisión con mucha regularidad se cortaba el programa del momento, y sin prolegómenos, se anunciaban los comunicados, enumerados hasta perder la cuenta, para hacer los anuncios que con el tiempo se hacían más duros y restrictivos de las libertades individuales. Debido al miedo de hablar y comentar había mucha ignorancia de lo que estaba aconteciendo. Personalmente creo que durante esos años nos quitaron muchas libertades y nos impusieron temores y mandatos que, si bien hoy muchos fueron superados, han marcado a varias generaciones.
¿Qué memorias nos podés aportar sobre sucesos que hayas vivido?
Durante la carrera de Biología se realizaban algunos viajes de campo, lo que implicaba movilizar mucha gente joven (en ese entonces la juventud resultaba peligrosa, nicho de la subversión) en ómnibus hasta los lugares elegidos por los docentes para impartir sus conocimientos sobre la flora y la fauna. Recuerdo que salimos en el ómnibus de la UNC rumbo a las salinas grandes; tuvimos una enorme demora por un control donde, al costado de la ruta, nos hicieron bajar del vehículo y ponernos en fila, uno al lado del otro, como si estuviéramos al frente de un pelotón de fusilamiento. Debíamos mostrar nuestro documento al personal militar que pasaba uno a uno registrándonos mostrando su autoridad; tal vez a la distancia en el tiempo esto suene como una tontería pero ese tipo de actitudes, donde se ejercía un control excesivo sobre las libertades de las personas, eran la punta del iceberg de un verdadero terrorismo de estado subyacente. Otro suceso fue el día que allanaron mi domicilio en busca de mi padre, quien justo en ese momento se encontraba en Buenos Aires. Me consta que todo fue producto de una equivocación; pero me pregunto ¿qué hubiera pasado si se lo hubieran llevado? ¿Qué grado de protección legal hubiera tenido?, probablemente ninguna.
Con el tiempo nos fuimos enterando de personas allegadas que desaparecieron, una compañera de escuela, tres hijos de un Profesor de la universidad a quienes conocimos en tiempos anteriores, un tío que tuvo que huir con toda su familia a Venezuela y otro a Europa, sólo por no tener la libertad de opinar diferente.
¿Cómo te parece que la dictadura afectó la creación del conocimiento científico?
Tal vez no lo tenga suficientemente claro, pero por haber vivido esa época me doy cuenta que en aquel entonces los profesores ejercían un dominio tal sobre sus estudiantes que muchas veces (aunque hubo, por supuesto, excepciones y aún hoy todavía ocurre) le quitaban al estudiante el espíritu creativo, y la independencia científica, completamente necesaria para el desarrollo de nuevas ideas; se hacía lo que el director decía sin mucho margen de poder innovar.
¿Pensás que aún existe una herencia de la dictadura en la universidad que aún debamos superar?
Creo que en alguna medida, y en ciertos ámbitos, se ha heredado de aquellas épocas cierto autoritarismo entre algunos docentes y autoridades, la imposición de una estructura jerárquica y en cierto modo se ha heredado también una cuota de nacionalismo (los fanatismos de ningún tipo son buenos); si bien en el devenir de las nuevas generaciones se diluye un poco esa herencia, nadie y menos aún las nuevas generaciones, puede ni debe olvidar lo ocurrido durante la dictadura militar, para poder aprender, y no repetir, para respetar y valorar a quien tenemos a nuestro lado, sea un profesor, sea un estudiante, cualquiera de ellos ante todo es un ser humano. Se debe hacer reflexionar y concientizar a la juventud sobre las graves consecuencias de los gobiernos autoritarios, como lo ocurrido durante la dictadura militar, que comprometen las libertades y los derechos de los ciudadanos que cualquier gobierno debería garantizar.
Andrea Cocucci
¿Cómo recordás la política de la dictadura en la universidad, cómo te afecta personalmente?
Cuando entré en la universidad había ya perdido intensidad la actividad de detención y encarcelamiento de estudiantes universitarios. Nunca presencié el ingreso de fuerzas militares o policiales a los claustros como había sucedido en años anteriores. Sin embargo, era evidente que el gobierno militar estaba atento a que no se generar movimientos de disidencia en las facultades. El monitoreo comenzaba con un riguroso empadronamiento de todo estudiante con la llamada ficha SUR con la que recogía detallada información de filiación, parentesco, datos personales, fotografía, etc., más de la que se solicitaba para el DNI. Era de rigor guardar hábitos “civiles” en cuanto a vestimenta y apariencia personal. Por ejemplo, no se podía entrar a la facultad con pantalones cortos, con el pelo largo o barba, etc. Algunos no docentes que vigilaban la entrada de estudiantes a la facultad del centro (Sede centro de la FCEFYN) se apropiaban de una actitud de gendarme de modales y no dejaban entrar a estudiantes con no tuviesen apariencia acorde. Recuerdo que una ocasión una de esas personas me dijo que me quitara el pullóver que tenía atado alrededor de la cintura. Interpreto el trato a alumnos marcadamente verticalista y hostil de algunos docentes de la FCEFYN y particularmente de la FCQ, donde cursábamos materias, como una manifestación de los hábitos qué la lógica militar cultivaba y avalaba. Nuestros padres tenían temor de las requisas y promovían que nuestras actividades no se expandieran mucho fuera del ámbito familiar. Era imprescindible no salir de la casa con el DNI, no fuera ser que a uno lo llevaran detenido para averiguación de antecedentes sin saber qué consecuencias ello podía tener.
¿Qué memorias nos podés aportar sobre sucesos que haya vivido?
El constante monitoreo y control de la sociedad fue más evidente durante mi época de secundario cuando hubo toques de queda con el conocido brutal mensaje televisivo que obligaba a toda persona a no abandonar su domicilio a partir de cierta hora de la tarde. De pronto se interrumpía el programa que uno estaba mirando, aparecía una imágen estática con el escudo nacional y una voz en off de tono militar que decía algo así como: “Ciudadano! El estado mayor conjunto decreta con fuerza de ley que ninguna persona podrá abandonar su domicilio entre tal y tal hora…” cerrando con alguna amenaza. En la misma época me tocó vivir rastrilladas en la ciudad: a plena luz del día se cerraban las entradas al barrio y comitivas militares tocaban timbre casa por casa, entraban y pedía documentos a todos los habitantes y tomaban registro. El control en las rutas era permanente, instalaban barreras en cualquier artería importante, se detenían a todos los autos, se solicitaba documentación a todos los pasajeros y se cotejaban los nombres con listas negras.
Las prácticas dictatoriales y represoras, qué comenzaron ya con el gobierno peronista qué precedió al militar, nos tocaron de cerca y obligaron al exilio a familiares de cercanía inmediata. Por otro parte, los hijos de colegas de mis padres, con quienes habíamos compartido parte de la infancia, cuentan entre los desaparecidos. Las tragedias de esas cercanas familias exiliadas y mutiladas infligieron daños inolvidables.
¿Cómo te parece que la dictadura afectó la creación del conocimiento científico?
Por un lado, la posibilidad de desarrollar una carrera científica durante la dictadura era extremadamente restringida. Por otro lado, el aislamiento de la Argentina en el contexto global, las malas políticas económicas y el exacerbado nacionalismo construyeron barreras al acceso al conocimiento e innovaciones tecnológicas que se estaban generando en otras partes del mundo, claramente comprometiendo el progreso científico local. Finalmente, el verticalismo y el temor a la superioridad, qué había permeado a toda la sociedad, debe haber obrado en contra del espíritu creativo de vocaciones científicas incipientes.
¿Pensás que aún existe una herencia de la dictadura en la universidad que aún debamos superar?
Seguramente la dictadura reverbera en muchas de nuestras manifestaciones sociales, las que más me inquietan son las ceremonias castrenses qué en todo acto académico importante se practican como la idolatría de la bandera, el cantar mecánico del himno nacional y las juras en las colaciones.
(1) Datos extraídos de Bekerman, Fabiana (2009) El campo científico argentino en los años de plomo: Desplazamientos y reorientación de los recursos. Sociohistórica 26, 151-166
Santiago Benítez
Dr. en Biología. Investigador del Conicet. Militante del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).