Faltando una semana para las elecciones del próximo domingo en Brasil, el exdiputado bolsonarista Roberto Jefferson le disparó a policías que lo iban a detener a su casa por orden del Supremo Tribunal Federal. Una crisis para Bolsonaro y una muestra de las fisuras entre los poderes del Estado.
Santiago Montag @salvadorsoler10
Martes 25 de octubre de 2022 13:04
La tensión política llegó a su punto máximo en la última semana antes del balotaje brasileño del 30 de octubre. El presidente del Tribunal Supremo Federal (STF) determinó el pasado domingo el arresto de Roberto Jefferson, exdiputado por el Partido del Trabajo de Brasil, y aliado bolsonarista.
Durante la operación para detener a Jefferson, este se atrincheró disparando 50 tiros con un rifle y lanzó 2 granadas (y tenía al menos 4 más) a la Policía Federal. Jefferson convirtió su casa en Comendador Levy Gasparian (un barrio acomodado de Río de Janeiro) en un campo de batalla.
Jefferson ya se encontraba en prisión domiciliaria desde 2021 por difundir fake news y amenazar a un miembro de la corte suprema, además de mostrarse con armas de guerra en redes sociales. En aquel momento se lo investigaba por una causa abierta vinculada a las "milicias digitales" que se dedican a difundir estas fake news y mensajes de odio. La orden de arresto emitida por el juez del STF Alexandre Morães, fue por violar sistemáticamente la prisión domiciliaria en la que se encontraba y por amenazar nuevamente una jueza del alto tribunal a la que llamó prostituta.
La acción de Jefferson, abrió un serios problemas para el bolsonarismo. Por un lado, el mercado bursátil nacional, la Bolsa de Valores de Brasil, rechazó la situación cerrando con la caída más grave desde noviembre del año pasado. El periódico paulista Folha de São Paulo publicó que el índice Ibovespa cayó un 3,27%, y que el dólar aumentó a 5,30 reales con una apreciación de casi el 3%, la mayor en seis meses.
También implican un problema en la recta final hacia el balotaje cuando las cuestionadas encuestas vienen mostrando un acortamiento de la distancia entre el favorito, Lula (52%), y Bolsonaro (46%), que dio la sorpresa en primera ronda, ya que se esperaba un resultado mucho peor para el actual presidente.
La periodista de política internacional, Ana Laura Dagorret, coautora del "Manual breve de geopolítica declinacionamismo, redespliegue y multipolarismo" comenta que "Bolsonaro tuvo que salir públicamente a despegarse de su aliado". Cuando se difundió la noticia del hecho, desde el gobierno, dice Ana Laura, "empezaron a empezaron a operar para contener la situación, mandaron a Anderson Torres, el Ministro de Justicia actual, para mediar con Jefferon, los jefes de campaña de Bolsonaro vieron que lo que pasaba iba a ensuciar la imagen del presidente, necesitaban evitar que se convierta en crisis mayor".
Sin embargo, no pudo evitar que miles de Bolsonaristas se expresen en las redes sociales e incluso algunos grupos se concentren frente a la residencia de Jefferson para apoyarlo, contradiciendo al propio Bolsonaro.
En cuanto fue arrestado, el presidente difundió un vídeo para decir que quien ataca a policías es un delincuente, censurando su actitud violenta. Pero en otras ocasiones el mandatario de extrema derecha promovió eso discursos "antidemocráticos". Pero Ana Laura, deja claro que "es muy difícil despegarse de Jefferson, él fue un aliado de primera hora de Bolsonaro". Bolsonaro debe mostrarse más moderado, pero es evidente que es incapaz de controlar a sus aliados, algo que inquieta a los bancos y la burguesía industrial.
- Prisão do criminoso Roberto Jefferson. pic.twitter.com/kWYq4GqRNp
— Jair M. Bolsonaro 2️⃣2️⃣ (@jairbolsonaro) October 23, 2022
Jefferson, antiguo aliado del PT, se hizo conocido por denunciar el escándalo de corrupción conocido como mensalão ("mensualidad" en portugués) en 2004 donde se destapó la olla de como se compran votos en el parlamento. El caso puso al PT en el centro de la tormenta, pero se trata de una práctica utilizada por todos los partidos del régimen. Durante estos años tejió fuertes vínculos con la extrema derecha brasilera cuya base electoral se encuentra en el voto evangelico, las milicias y la policía.
Por eso el (poco) curioso trato cordial que recibió Jefferson por parte de la Policía Federal. En un video se ve a Jefferson, junto al extravagante padre Kelmon (otro de los candidatos a presidente durante la primera vuelta), hablando con normalidad con uno de los policías federales, explicando pacientemente la actuación de la PF y tranquilizando al exdiputado, intercambiando risas y caricias. Un trato que no recibe la población afrodescendiente y pobre en ninguna parte de Brasil.
La respuesta violenta de Jefferson fue contra la política del juez Moraes y el Tribunal Superior Electoral, organismo que en las últimas semanas ha adoptado múltiples decisiones para intentar frenar las noticias falsas que circulan por las redes sociales, y de las que el bolsonarismo denuncia como una inclinación hacia su contrincante Lula. Pero el STF, que utiliza a la Policía Federal para su propio juego, cumple su objetivo de mantenerse como árbitro del régimen político como cuando apoyaron el impeachment a Dilma y arrestaron arbitrariamente a Lula para favorecer la victoria electoral de Bolsonaro. Además son la institución responsable de que el 40% de la población carcelaria, en su mayoría negra, esté encarcelada sin juicio ni condena.
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La situación muestra las tensiones entre el STF y las Fuerzas Armadas, que recientemente exigieron fiscalizar las elecciones como una forma de generar mayor presión al posible gobierno de Lula. Durante las ultimas semanas se abrio una carrera por el voto religioso donde la búsqueda de Lula por ampliar alianzas hará que su gobierno sea cada vez más subordinado a intereses ajenos a la clase trabajadora cediendo al avance de una derecha que controla por primera vez el congreso en un solo bloque y varias gobernaciones.
Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.