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Red Internacional

Habíamos comenzado estas columnas sobre literatura, cultura, cine, series, reflexionando sobre la pandemia y la ciencia ficción. Pero estamos en una época donde los tiempos se aceleran, y surgen hechos y fenómenos inesperados. Para quienes estén interesados e interesadas en aquella reflexión, les recomiendo que busquen la continuidad en una nota va a estar disponible a partir de mañana en La izquierda diario.

Estamos asistiendo hoy, a un abrupto cambio en la situación mundial producto de que millones se alzan contra el racismo, el abuso, la represión y los asesinatos policiales a personas negras, tras el asesinato (por un policía blanco) de George Floyd en EEUU. Como muestran las persistentes movilizaciones allí mismo y en el mundo (las vimos en Berlín y Londres este fin de semana), George es muchos y su muerte, una de las tantas expresiones consumadas de la segregación racial de la que fue objeto la población negra trasladada en barcos para ser esclavizada en América, en toda América. No casualmente, el famoso libro del historiador Howard Zinn, La otra historia de EEUU, comienza con el relato de los viajes de Cristóbal Colon y la esclavización de los pueblos originarios.

La semana pasada, Jesi, vos abordaste en una de tus columnas aquello del ADN racista de los estados puestos a defender la propiedad privada: estos hombres y mujeres de negocios que se creen los dueños de todo y disparan a quema ropa, con sus fuerzas policiales, a los “nadies” dijera Galeano, y llevan siglos haciéndolo con una violencia que es estructural.

El fin de semana, le hice caso a las recomendaciones de Violeta Bruck, en el ciclo Cine y pandemia, y vi el documental Enmienda XIII (2016) en Netflix. Allí se narra cómo a lo largo de la historia estadounidense, la esclavitud legitimada y legalizada por los estados sureños que usaban a la población negra como mano de obra en las plantaciones de algodón y que, aún luego de abolida formalmente la esclavitud, siguió legalizada a partir de esa famosa enmienda constitucional (la enmienda n° 13) que cuando se hubiera cometido algún crimen. Esta enmienda, la legalización de la esclavitud por el sistema criminal y penitenciario, tienen un entralazamiento estructural con la economía capitalista que da como resultante que el país de la Estatua de la “libertad” tenga alojadas en sus cárceles al 25% de la población mundial que está privada de su libertad, siendo que concentra sólo el 5% de la población total del planeta. Un tercio de esa población es negra, otro gran porcentaje, latinos.

Pero, ¿por qué traigo a colación este documental de 2016? Porque además de conocer detalles brutales del entramado que hay entre cadenas como Walmart y otras corporaciones en el negocio de construcción y administración de las cárceles que serán llenadas en un 33% por población negra, me impactó una frase dicha por otro joven negro en otro operativo policial registrado por cámaras de televisión: no puedo respirar. Frase que volvimos a ver y escuchar en las movilizaciones parisinas en Francia pidiendo justicia por otro joven asesinado por la brutalidad policial, Adama Traoré, cuya muerte se despliega en condiciones similares. No puedo respirar, la frase que se multiplica en los carteles caseros que exigen justicia por George Floyd y muchos otros .

Eso me llevó a aquellas frases, imágenes, denuncias que están presentes en las diversas manifestaciones de una cultura como las marcas de la opresión, el racismo y la explotación.

Siempre me impactó, en este sentido, la potencia de los versos de la canción de Billie Holliday, Frutos extraños (Strange fruits), como metáforas para nombrar aquello que ocurre a la vista de todos, nombrarlo para desnaturalizarlo.

Los árboles del sur dan frutos extraños
Sangre en las hojas y sangre en la raíz
Cuerpos negros balanceándose en la brisa sureña
Extraña fruta colgando de los álamos.

Escena pastoral del galante sur
Los ojos saltones y la boca retorcida
Aroma de magnolias, dulce y fresco
Entonces, el repentino olor a carne quemada.

Y esos lugares (locus), esas figuras, esas frases que vuelven a aparecer una y otra vez en la música, la literatura, la poesía como imágenes sensoriales, el ahogo, la putrefacción o la carne quemada, los cuerpos hinchados por el agua y la lluvia, los álamos donde eran colgados como extraños frutos (nombre además, El álamo, de una de las gestas de EEUU en las guerras de anexión del territorio robado a México). Frases que es recurrente escuchar en los poetas de las nuevas generaciones como aquello de que “los hombres negros tienen que moverse lentamente si quieren sacar algo de sus bolsillos porque se presume, siempre, llevan armas”. Son lugares comunes que, en el arte, dan cuenta de los sufrimientos atravesados generación, tras generación, tras generación por la población negra, originaria, latina o africana, migrantes, aquel otro que funciona siempre como chivo expiatorio de los males del capitalismo.

Contra esas imágenes que registra la cultura, se despliega el estallido que vemos recorrer el mundo. No tenemos espacio aquí para pensar con qué estrategias se propone este movimiento inaudito derribar tanto siglos de opresión y explotación, ni es nuestro objetivo pero sí podemos, además de alegrarnos con esa alianza que parece ir sellándose entre los despojados de todo bajo el sistema capitalista: jóvenes, negros y blancos, mujeres de la clase trabajadora, estudiantes, familias arruinadas por la recesión, migrantes perseguidos por las policías en todo el mundo que salen a las calles a repudiar lo existente y pelean por transformarlo.

Como decía la poeta y feminista afroamericana, Audre Lorde, la poesía no es lujo y “ha sido la voz de los pobres, la clase trabajadora y las mujeres de Color”. En este caso, traigo un poema, de un joven poeta negro, autor de NO nos llames muertos. Danez Smith, nacido en en St. Paul, Minnesota, autor también de Homie, fue finalista del National Book Award. Lamentablemente, no encontré su obra traducida aún al español, pero me impactó la potencia, así que armé una propia, pido disculpas por alguna imprecisión, para traerla hoy (en la transcripción, he respetado la ortografía del original).

Pueden encontrar el poema recitado en inglés por el propio autor en el canal de youtube de Bottom Poetry, donde su versión de 2014 tiene casi 400 mil reproducciones, un fenómeno viral.

Allí también él recita otro poema, Dinosaurios en el bosque (parodiando el bosque de Hollywood), que recomiendo, está traducido en la revista electrónica de literatura, Círculo de poesía

En este poema llamado Querida América blanca, Smith recorre algunos de esos lugares de la historia de opresión de la población negra. Los asesinatos a manos de la policía, la esclavitud constituyente del sistema económico estadounidense desde el “origen” y el reguero de muertes desde el traslado en barcos desde África. Allí está la desconfianza en la religión que ha prometido muchos paraísos lejanos, pero es incapaz de obrar el milagro de devolver las vidas cegadas por el racismo. Aparecen como enumeración interminable los nombres de víctimas políticas de la represión policial y estatal como Huey P. Newton (fundador de las Panteras Negras) o M. Luther King, junto a Trayvon Martin de 17 años, asesinado por un hombre blanco armado, Zimmerman (un guardia de seguridad privado en el estado de Florida).

Este es el caso que desató las movilizaciones en 2013, bajo el lema “black lives matter”. También es mencionado el joven de 14 años, Emmet Till, golpeado, mutilado y asesinado para ser arrojado al río en Mississipi en la década del 50, acusado de haber ofendido por silbar a una mujer blanca, y que se convirtió en un ícono de las luchas por los derechos civiles de la población afroamericana en las décadas siguientes.

En este poema como con un arma cargada de futuro al igual que las rebeliones, Danez Smith no sólo le pone nombre e imágenes a esta historia repleta de humillaciones sino que también se anima a dejar esta tierra e imaginar la promesa de una historia distinta que habrá que relatar.

Vamos al poema, y si les parece, con esto me despido.

Querida América blanca

he dejado la Tierra en busca de planetas más oscuros, un sistema solar que gira demasiado cerca de un agujero negro. me fui en busca de un nuevo Dios. no confío en el Dios que nos han dado. el aleluya de mi abuela sólo es superado por el miedo que amamanta cada vez que el verano repleto de sangre se traga a otro niño que solía cantar en el coro. llevate a tu Dios de vuelta. aunque sus canciones son hermosas, sus milagros son inconsistentes. quiero el destino de Lázaro para Renisha, quiero que Chucky, Bo, Meech, Trayvon, Sean y Jonylah resuciten tres días después de su sepultura, su fantasma sea re-dotado de carne y sangre, su carne y sangre devuelta a sus hijos. he dejado la Tierra, estoy harto en partes iguales de tu “volvete a África” y “yo no distingo razas”. ni tampoco el álamo. no construimos sus botes (aunque dejamos un rastro de parientes para guiarnos a casa). no construimos sus cárceles (aunque lo hicimos y también las llenamos). no pedimos ser parte de su América (¿aunque no lo somos nosotros? ¿sus articulaciones quebradizas y arrastrando un vestido rasgado a través de Oakland?). no puedo defender tu terreno. estoy harto de llamar ley a tu imprudencia. cada noche, cuento a mis hermanos. y en la mañana, cuando algunos no sobreviven para ser contados, cuento los agujeros que dejan. busco personas negras y toco sólo aire. tu genial truco de magia, América: ahora respira, ahora no. abra-cadáver, ingenuo vudú. hechicería que dices que no practicas, dale a mi primo una pistola para que haga tu trabajo. lo intenté, gente blanca. traté de amarte, pero pasaste el funeral de mi hermano haciendo planes para el almuerzo, hablando demasiado fuerte al lado de sus huesos. ¿echaste un vistazo al río lleno de cuerpos de chico, de chica, de un dulce chico y preguntas “por qué siempre tiene que ver con la raza”? ¡porque lo hiciste así! ¡porque le hiciste un asterisco al hermoso rostro de mi hermana! ¡Llámala bonita (para ser negra)! ¿por qué las chicas negras desaparecen sin siquiera dejar un suspiro? ¡porque no hay alertas ámbar para las chicas de piel ámbar! Porque Jordan retumbó. porque Emmett silbó. porque Huey P habló. porque Martin predicó. porque los chicos negros siempre pueden ser demasiado ruidosos para vivir. porque ha tomado el tiempo de mi abuelo y de mi abuela, el tiempo de mi padre, el tiempo de mi madre, el tiempo de mi tía, el tiempo de mi tío, el tiempo de mi hermano y mi hermana. . . ¿cuánto tiempo quieres para tu progreso? dejé la Tierra para encontrar un lugar donde mis parientes puedan estar seguros, donde los negros no sean sino personas del mismo color que la tierra buena y húmeda, hasta que eso signifique algo, hasta entonces te ofrezco el bien, te ofrezco la guerra, te ofrezco nuestras vidas para no apostar más con ellas. he dejado la Tierra y estoy tocando todo lo que le pides a tus telescopios que te muestren. estoy dando a las estrellas sus nombres correctos. y esta vida, este nuevo relato e historia que no puedes robar o vender o lanzar por la borda o colgar o golpear o ahogar o poseer o tachar o esposar o silenciar o engañar o ahogar o encubrir o encarcelar o disparar o encarcelar o disparar o encarcelar o disparar o arruinar

ésta, aunque solo ésta (vida), es nuestra.






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