Atravesada por sus vivencias personales y la convicción de transformar la realidad de la clase obrera, Flora Tristán fue una mujer rebelde, que dedicó los últimos años de su vida organizar a los y las trabajadores de Francia. Su obra no pierde vigencia: sigue siendo un aporte a los debates sobre feminismo y socialismo, aún más de cien años después.
Flora Tristán nació en 1803. Hija ilegítima entre un coronel peruano y una francesa, creció entre leyes napoleónicas que no la reconocían como heredera material de su padre. Las mismas leyes napoleónicas contra las que más adelante luchó para divorciarse de su violento esposo, André Chazal.
Haber sido una “paria”, una hija no reconocida legalmente y casarse obligada sin poder divorciarse de un hombre que abusó de ella, la violentó y persiguió, fueron hechos que la impulsaron a escribir sus obras.
Flora Tristán tuvo dos hijos –uno falleció de niño– y una hija, por los que peleó por la tenencia contra su esposo y debió dejar al cuidado de otras personas para poder escaparse del mundo y las leyes que la perseguían. Una decisión muy difícil para una mujer en cualquier época, y más para la que le tocó vivir a Flora.
Flora desde muy joven trabajó como obrera en el taller litógrafo del que luego será su marido por conveniencia y obligación, André Chazal.
De la necesidad de dar buena acogida a las mujeres extranjeras (1835) y Petición para el restablecimiento del divorcio (1837) expresan esa lucha incansable contra las leyes que dejaban totalmente desprotegidas a las mujeres, en un mundo donde no tenían derecho a separarse excepto que el varón tuviera relaciones con otra mujer y la introdujera de forma permanente en la casa familiar. En estos folletos, Flora abogaba por reformar las leyes vigentes, que mantenían a las mujeres atadas al matrimonio sin la libertad de separarse, como así también las leyes que discriminaban a las mujeres extranjeras tratándolas como “parias”.
Estas obras fueron producto y resultado de sus duras experiencias de vida, a la vez que de la influencia de las ideas de los socialistas utópicos, como Saint Simon y Fourier, con las que, sin embargo, marcó también diferencias al calor de la lucha de clases que le tocó presenciar, como en Inglaterra.
Ediciones IPS publicará próximamente una compilación, inédita en Argentina, de sus obras más importantes. En este artículo nos centramos en su obra Unión Obrera, escrita en 1843, un folleto corto en el que proclama la urgente necesidad de que la clase trabajadora se organice para mejorar sus condiciones de vida y de trabajo y le da un rol protagónico a las mujeres en esa organización.
La necesidad de unir a la clase obrera
Al viajar por Inglaterra, Flora Tristán es testigo de las condiciones en que vive la clase trabajadora, y la lucha que lleva adelante. Jornadas larguísimas y extenuantes de trabajo, salarios miserables, ropas andrajosas y sucias, condiciones de hacinamiento y falta de higiene en las fábricas; todo esto y más la conmovió para proclamar sobre el derecho al trabajo y al pan de las y los trabajadores.
La Unión Obrera, tal como yo la he concebido, tendría por finalidad: 1° constituir la clase obrera propiamente dicha y, como último objetivo, unir en torno a un mismo pensamiento a los 25 millones de trabajadores no propietarios de todas las condiciones que pueden contarse en Francia, para defender sus intereses y reclamar sus derechos –afirma Flora Tristán–.
Para difundirla, Flora Tristán recorrió las ciudades más importantes de Francia, inspirada en los viajes que hacían los compagnones [1], denominados así los artesanos y obreros que viajaban durante años para aprender el oficio y nutrirse de conocimientos. En este viaje visitó casi veinte ciudades, incluyendo París, Burdeos, Lyon, Marsella, Toulouse, entre otras.
Allí recorrió fábricas donde sufrió junto a los obreros las condiciones de trabajo. Se encontró con muchos luchadores, y también muchos embrutecidos por las condiciones de vida, sin otras posibilidades y tiempo en su vida que trabajar (15 horas o más), comer (poco) y dormir (casi nada).
Llevó sus ideas, que algunos recogieron con avidez y entusiasmo, como los tenaces obreros de Lyon, otros pusieron resistencia, por lo audaz de la propuesta de Flora Tristán de comenzar a alzar la voz y rebelarse contra el orden establecido por los capitalistas.
… falta ahora constituir la clase obrera. Es imprescindible pues que los obreros, a su vez, la parte viva de la nación, formen una vasta UNIÓN y SE constituyan en una unidad. Entonces la clase obrera será fuerte; entonces podrá reclamar a los señores burgueses su derecho al trabajo y la organización del trabajo; y se harán escuchar.
Internacionalismo, parlamentarismo y “palacios” obreros
El esbozo de internacionalismo proletario que desarrolla Flora Tristán es otro aspecto novedoso, audaz y ambicioso para los socialistas de la época. Antes de la conformación de la I Internacional, fundada por Marx y Engels, Flora ya expresa la necesidad de que la clase trabajadora se una a nivel mundial:
La Unión Obrera, procediendo en nombre de la unidad universal, no debe hacer ninguna distinción entre los obreros nacionales y los obreros y obreras pertenecientes a no importa qué nación de la tierra. Así, para todo individuo considerado extranjero, los beneficios de la Unión serán absolutamente los mismos que para los franceses.
Sobre esta base de “universalidad”, Flora Tristán propone conformar comités de la Unión Obrera en distintos países, sobre todo en las capitales más importantes de Europa, que tengan comunicación fluida entre sí.
A su vez, para llevar adelante los reclamos propios, es decir, mejorar las condiciones de trabajo y de vida de las y los trabajadores, hacía falta también, como parte de la organización proletaria, un representante en el Parlamento que llevara las demandas de la clase.
¿Por qué la clase obrera, después de haberse constituido como corporación, ella que, ciertamente, por su número y sobre todo por su importancia, bien vale la corporación realista y la corporación de los propietarios coloniales, no puede tener también su representante en la Cámara y su delegado frente a la nación para defender allí sus intereses?
Este representante parlamentario debía velar por el bienestar de todos los obreros y obreras, defendiendo sus derechos y organización. La organización que propone Flora Tristán en la Unión Obrera, toma cuerpo en forma de “palacios obreros”. Estas residencias estaban inspiradas en los falansterios [2], ideados por los socialistas utópicos como Charles Fourier, como lugares donde las y los obreros pudieran vivir dignamente, donde tuvieran asegurado su derecho a comer, vestirse, recrearse, educarse, y donde los niños, ancianos y desvalidos de la clase pudieran tener asegurada la vida que se merecían.
Yo vengo a proponerles una unión general de los obreros y obreras, sin distinción de oficios, que vivan en el mismo reino; una unión que tendría por objetivo constituir la clase obrera y construir varios edificios (Palacios de la Unión Obrera), igualmente repartidos por toda Francia. En ellos se educaría a los niños de ambos sexos, desde los seis a los dieciocho años, y se acogería a los obreros lisiados o heridos y a los ancianos.
Mujeres
“Hasta ahora, la mujer no ha contado para nada en las sociedades humanas. ¿Cuál ha sido el resultado de esto? Que el sacerdote, el legislador, el filósofo la han tratado como verdadera paria”, dice Flora Tristán en Unión Obrera.
Los socialistas utópicos, principalmente Fourier y Saint Simon, daban un lugar preponderante a la mujer en la sociedad nueva, ideas que Flora continuó. Flora Tristán dice que así como a la clase burguesa le había llegado su 89 (año de la Revolución francesa), a las mujeres también les iba a llegar y sería un hecho histórico:
Según un cálculo muy simple es evidente que la riqueza de la sociedad se cuadruplicará a partir del día en que se llame a las mujeres a aportar en la actividad social la suma de su inteligencia, fuerza y capacidad. Esto es tan fácil de comprender como que dos es el doble de uno. Pero, desgraciadamente no hemos llegado todavía a este momento, y mientras esperamos ese feliz 89 constatamos lo que ocurre en 1843.
Para la autora, era imposible la liberación de los hombres proletarios si no iba de la mano de la liberación de las mujeres, no solo de sus condiciones miserables de vida, sino del lugar relegado que tenían en la sociedad. A su vez, la emancipación de las mujeres debía ser de conjunto con la de los obreros, ya que estaban oprimidos por las mismas leyes: las de los patrones. Ella afirmaba que “la ley que esclaviza a la mujer y la priva de instrucción, los oprime también a ustedes, hombres proletarios.”
Flora Tristán fue precursora del feminismo socialista al plantear la necesidad de que se unan las demandas de las mujeres junto a la de los trabajadores; porque la liberación de unos no podría conseguirse sin la pelea por los derechos de las otras.
En Unión Obrera las mujeres tenían un lugar fundamental en la crianza de la futura clase obrera, por eso la falta de posibilidades para educarse la enojaba y exasperaba. Para Flora, con una mejor educación, las y los trabajadores serían conscientes de que son la clase más numerosa y más útil. La lucha por la instrucción de las mujeres, por su educación y contra el embrutecimiento al que estaban condenadas por las condiciones de vida y por su rol social, era clave en el pensamiento y obra de Flora Tristán.
Todos los males de la clase obrera se resumen con dos palabras: miseria e ignorancia, ignorancia y miseria. Ahora bien, para salir de este dédalo no veo más que un medio: comenzar por instruir a las mujeres, porque las mujeres son las encargadas de educar a los niños varones y mujeres.
Flora se inspiró en las ideas de Mary Wollstonecraft sobre el rol social de la educación, y fue una perspectiva muy avanzada para la época, que apostaba a la organización de las mujeres y a darles un lugar de jerarquía en la nueva sociedad. Si bien luego la propia experiencia en la lucha de clases demostró que para transformar de raíz la vida de las mujeres y la situación de la clase obrera, era necesario organizarse y cambiar las condiciones materiales de vida y terminar con el capitalismo.
Retomamos su legado
Flora muere de tifus el 21 de noviembre de 1844, cuando tenía solo 41 años, dejando inconcluso su viaje alrededor de Francia para pregonar sus ideas. ¿Por qué leer hoy a Flora Tristán, tantos años después de su muerte?
A comienzos del siglo XIX el capitalismo estaba en pleno desarrollo. Unos años antes de que Marx y Engels escribiesen el Manifiesto Comunista, Flora nota ya la existencia de clases sociales enfrentadas por su vida material y sus intereses aunque no logre dar cuenta de esto con la profundidad que Marx y Engels lo hicieron. Sin embargo, ya en su obra La Sagrada Familia (1844), en polémica con los hermanos Bauer, dedican un apartado en defensa de Flora Tristán y su propuesta de organización del trabajo planteada en Unión Obrera.
Como señalamos anteriormente, Flora Tristán estaba influida por los socialistas utópicos como Saint Simon, Fourier, Considerant, que hasta aquel momento, eran los únicos que se habían fijado en la clase obrera y sus condiciones de vida. Sin embargo, los superaría cuestionando su condición de burgueses y la utopía de los falansterios, mientras que ella creía que la necesidad de organizarse de la clase obrera era aquí y ahora. En sus palabras, fue la primera en hablar con los obreros, no solamente de ellos.
En la Tribuna de las Cámaras, en los púlpitos cristianos, en las reuniones mundanas, en los teatros, y sobre todo en los tribunales se ha hablado a menudo de los obreros; pero todavía nadie ha intentado hablar a los obreros.
Se enfurece con los patrones de fábrica que explotan a los trabajadores y son indiferentes a cómo viven y mueren; se enoja con la Iglesia, que solo piensa en dar limosna a los pobres, concepto del que Flora está en contra por rebajar y humillar a los trabajadores; se pelea con obispos, curas, que plantean la resignación mientras ostentan sus riquezas. No sin razón la llamaban “Madame La Colere”.
Ese derecho concedido a un solo hombre [el patrón], derecho en realidad de vida y de muerte sobre 400, 1.200 familias, es un derecho ¡tan inicuo, tan monstruoso! que hace nacer en el obrero, que se encuentra a merced del salario, un odio contra el industrial, el propietario de los capitales, como nunca pudo concebir contra su dueño el esclavo más orgulloso, ni el más sensible... Puedo predecir una cosa, que el día en que la revuelta de los asalariados estalle contra los industriales se cometerán venganzas nunca antes vistas. Los patrones serán cocinados vivos y comidos por los obreros (Marsella es la cuarta ciudad en donde escucho hacer este proyecto).
Flora presenta algunos límites, marcados por la época. Flora no es revolucionaria. Es pacifista. No piensa en cambiar el sistema capitalista de raíz. Quiere que los trabajadores tengan su representante en el parlamento que los ayude a pelear por sus derechos. Sin embargo, plantea una incipiente lucha contra el sistema capitalista: ve el enriquecimiento de los burgueses a costa de la explotación brutal de los y las obreras. Esto la conmueve y la lleva a buscar una salida. La clase trabajadora tiene centralidad porque ella ve cómo es quien mueve al mundo, la clase más numerosa y más útil, y sin embargo la más maltratada.
Hay que tener en cuenta que Flora Tristán escribe antes de que Marx y Engels publicaran el Manifiesto Comunista, como señalamos anteriormente, y por lo tanto de forma previa a que desarrollen los fundamentos del materialismo histórico y el socialismo científico.
Ella expresa la preocupación por unir a los trabajadores contra la explotación del burgués y el embrutecimiento al que son sometidos y sometidas, adelantándose a la idea del internacionalismo proletario, a la vez que por darle un protagonismo social a las mujeres.
A pesar de sus contradicciones (su confianza en las leyes y en las instituciones; algunos conceptos que toma de la religión) el pensamiento de Flora fue muy avanzado para la época. Mujer, paria, hija ilegítima, esposa rebelde, madre rebelde, a los casi 40 años deja todo para recorrer Francia y convencer a los y las obreros de organizarse.
Hoy, cuando las movilizaciones de mujeres recorren el mundo entero, las mujeres seguimos teniendo la misma tarea de organizarnos junto a la clase trabajadora, para terminar con este sistema capitalista patriarcal de explotación y opresión. El legado de Flora es la pelea porque las trabajadoras nos pongamos a la cabeza, no solo de luchar por nuestros derechos sino por terminar con este sistema que nos garantiza opresión y miseria. Un ejemplo para todas las mujeres que nos levantamos y queremos pelear por otra realidad. Un ejemplo de lucha, tenacidad, fortaleza y militancia.
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